Las mayores inflaciones de la Historia

 

El Banco de Zimbabue llegó a emitir durante la hiperinflación que sufrió el país billetes de 50 BILLONES

La actualidad mundial viene marcada por la guerra en Ucrania. En todas las secciones de información encontraremos noticias influenciadas por este hecho. Pasará a la Historia con mayúsculas como determinante del siglo XXI, pero en el día a día nos afecta con toda su incertidumbre. En un mundo tan globalizado la economía se ha visto rápidamente afectada por este conflicto. El elemento económico tiene demasiado protagonismo, al ser los contendientes potencias suministradoras de recursos energéticos y alimenticios. La inflación en las grandes zonas económicas tan interrelacionadas podía ser uno de los daños colaterales de la guerra. Así parece ser en la zona euro y en la zona dólar (Occidente) según las últimas noticias. En Pax Augusta te contamos una breve historia de las mayores inflaciones de los últimos tiempos...

 

 La subida generalizada de los precios ha sido a lo largo de la historia síntoma de graves problemas. Pocos países se han librado de sufrir este fenómeno -la inflación- en algún momento histórico. Un incremento desorbitado de los costes por unas causas locales o más generales, consecuencia de alguna crisis económica o de algún conflicto de índole político y, peor aún, con carácter bélico. Cuando el aumento supone llegar a índices de inflación «irracionales» se dan hechos delirantes. Como el de ver comprar una barra de pan a los ciudadanos de ese país con bolsas rebosantes de billetes. Eso ocurrió durante la República de Weimar en Alemania entre los años 1921 y 1923. Allí se llegó a pagar por un sello postal para enviar una carta ordinaria la cifra de ¡cincuenta mil millones de marcos! 

En esa Alemania republicana, surgida tras la Primera Guerra Mundial, el valor del papel con el que se imprimían los billetes tuvo un valor real muy superior al nominal fijado en ese dinero en papel. Esta hiperinflación fue generada por las exigencias a Alemania de pagos en conceptos de reparaciones de guerra. La paz se sellaba con un draconiano Tratado de Versalles, ya siempre visto por los alemanes como una humillación insoportable. Una auditoria del país demostró que no se contaba con capacidad económica para afrontar esas deudas de guerra. El primer pago, por ejemplo, supuso más del 26% del valor de todas las exportaciones germanas. Así, el gobierno de Berlín se vio obligado a recurrir a la solución más rápida y que parecía más sencilla: imprimir gran cantidad de papel moneda para satisfacer cuanto antes esas sanciones impuestas. 

 Pero la solución de incrementar la producción de billetes con mayor valor para tener más supuesta «liquidez» suele acabar en hiperinflación. Un fenómeno que afecta a la realidad económica del momento, al equilibrio eficaz entre la producción y la demanda. Un desequilibrio que se refleja con el aumento excesivo en los precios de bienes y servicios, causando la pérdida de valor del dinero para poder adquirirlos. Acabada la Segunda Guerra Mundial, en 1946, la economía húngara se halla en situación límite. Hungría como un país de la Europa del Este quedaría bajo la órbita de la Unión Soviética. 

El papel moneda inflacionista se almacenaba en cubos en la Alemania de la República de Weimar

Sin embargo, en 1945, Hungría intentó permanecer en el ámbito de las democracias liberales con el gobierno de un partido de centro derecha. El propósito democrático duró poco, debido a las grandes presiones soviéticas que favorecieron la toma del poder y el control económico del país por el Partido Comunista Húngaro (PCH). Haciendo un análisis del tejido industrial y de la capacidad productiva, por el efímero gobierno conservador se demostró que la economía húngara estaba totalmente destruida. El tradicional intervencionismo comunista del Estado en la economía parecía la solución y pronto se pondría con ello el nuevo gobierno del PCH. La intervención estatal tenía que ser a todos los niveles, se necesitaban grandes cantidades de dinero para invertir en todas partes, por lo que se imprimieron tantos billetes que la inflación alcanzaría una cifra ilógica del ¡trillón por ciento!

 En la Hungría de 1946 el alza de precios se producía cada 15 horas. Es la hiperinflación datada en la historia, por ahora, con los índices más elevados. En fechas más recientes también se han producido inflaciones significativas, que han marcado el devenir histórico de ese país. Por ejemplo, Argentina ostenta el triste «récord» de tener una economía inflacionista durante más largos periodos continuados en el tiempo. De hecho, la inflación y su versión radical de hiperinflación apenas ha dado tregua al país desde 1945 hasta la actualidad. Tan sólo en cuatro años de su historia los argentinos han tenido una inflación por debajo del 10%

Y dentro de ese periodo tan largo de inflación los años más duros en Argentina fueron 1989 y 1990. Los datos asustan: una hiperinflación de un 3.079 % en 1989 y de un 2.314 % en el año 90. Una combinación nefasta de diversos factores negativos, como el progresivo estancamiento económico y el alto endeudamiento, sería la causa de estas cifras de escándalo. También malas gestiones financieras, acometiendo la «des-inversión» en bienes de capital o en mejores infraestructuras, condujeron a persistir en los índices de inflación. Provocando un grave desequilibrio fiscal y de balance de pagos, que invita siempre a la «tentación inflacionista». Ni con el control interno o la vigilancia externa (el FMI), el gobierno argentino consigue «encajar» su sistema de precios a la «economía real» del país. 

Billetes de UN TRILLÓN DE DÓLARES de Zimbabue durante su hiperinflación de 2008

 Finalmente, en esta breve historia de las mayores inflaciones recientes, mencionaremos el caso de Zimbabue. Una economía con factores diferentes a los habituales, por tener elementos neocoloniales y huellas de economía puramente colonial. Por lo que su episodio de hiperinflación se vio agravado por factores lastrados en su economía en desarrollo. A partir de 2008 la tasa de inflación llegó a ser del 98%... pero ¡diaria! El gobierno del singular dictador Mugabe había emprendido una reforma agraria que era, más que nada, una «vendetta» contra los ciudadanos blancos, los ex colonos que permanecían en el país. Con una caótica desamortización de las «Tierras de los Blancos», destruyó en semanas todo el tejido de la industria agraria que era centenaria en el país. Sin su mejor baza productiva, el país entró en profunda crisis económica con subidas constantes del precio de todos los productos básicos.

El intervencionismo de Mugabe en la Guerra del Congo y las sanciones occidentales contra su gobierno acabarían por agravar la situación. En noviembre de ese mismo año 2008 en Zimbabue la inflación había alcanzado una tasa mensual del ¡79.000.000.000%! La única manera de parar esa locura de indicadores pasó por tragarse el orgullo nacional y soberano, como ya había ocurrido en otros casos de hiperinflación en el mundo. La economía del país africano debió asumir una realidad que se daba ya de manera oficiosa (mercado negro). En enero de 2009 asumió como moneda nacional (y patrón monetario) el dólar de EEUU y el de su vecina Sudáfrica. 



© Gustavo Adolfo Ordoño
    Historiador y periodista 

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