El vapor Príncipe de Asturias, uno de los buques de la naviera “Compañía África Occidental, S.A.”, implicada en el caso de corrupción en Guinea denunciado por el Inspector General de Colonias, Antonio Nombela (1935)
Llegando al 90º Aniversario de la Segunda República, el balance historiográfico puede parecer más que suficiente para conocer ese periodo corto democrático y modernizador de nuestra historia. Sin embargo, los historiadores saben que no es así teniendo una especie de cuenta pendiente en la investigación y el análisis de muchas facetas de ese segundo proyecto republicano español (1931-1939). Una de ellas es la política colonial del gobierno de la República. Si bien la cuestión colonial en los primeros años del siglo XX estuvo marcada por Marruecos y las guerras en el Rif, las posesiones en el África negra del golfo de Guinea tuvieron un olvidado gran desarrollo durante la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930). Los intereses económicos en las colonias guineanas recibieron a finales de la década de 1920 mayor atención tanto por el Estado como por los empresarios españoles. La República heredaría ese contexto sin una política estatal clara en los asuntos coloniales. «Presidente de la República a Gobernador de Guinea. -Tengo el honor de participar a V.E. que el gobierno de la República sin el menor incidente, con el aplauso entusiasta del pueblo y la cooperación leal y respetuosa del ejército, guardia civil y fuerza de orden público, se ha posesionado del poder en esta tarde sin choque alguno con el régimen a extinguir (…)» [Fragmento del radiograma del presidente provisional de la República, Alcalá Zamora, al Gobernador de Guinea el mismo 14 de abril de 1931] Como se aprecia en las líneas iniciales de este cablegrama, el deseo de los nuevos dirigentes republicanos con sus palabras de paz y tranquilidad describiendo el tránsito de la monarquía a la república en la península era que se repitiera lo mismo en los territorios coloniales del golfo de Guinea. Y así sería, pues reunida la Junta de Autoridades coloniales al día siguiente 15 de abril, este máximo organismo emitió un comunicado asegurando la adhesión de todo el gobierno colonial y sus funcionarios al nuevo régimen establecido en Madrid. Es posible que, a rasgos generales, esa fidelidad de los colonos funcionarios y sus autoridades se debiera más que nada a la necesidad de seguir ocupando sus cargos y de no perder sus trabajos. Es decir, a la fuerza de las circunstancias. De todas maneras, en las publicaciones de la colonia a lo largo del corto pero intenso periodo republicano, sí que se puede apreciar una sincera «ilusión y esperanza» de la opinión pública guineana (incluidos los africanos colonizados) en esa nueva -tan distinta- etapa que se iniciaba con el advenimiento de la República. Pero seamos realistas, esas «ilusiones republicanas guineanas» se hicieron como en otras partes de España muy desde la utopía y más como deseos que como potenciales reformas. Cuando llegamos a los años 1934 y 1935 donde tuvieron lugar los hechos del llamado «asunto Nombela» gobernaba en Madrid desde 1933 una coalición de partidos de la derecha con el liderazgo de la Confederación Española de Derechas Autónomas, CEDA, de José María Gil-Robles. Los proyectos reformadores de la República en sus primeros años se habían visto en Guinea sobre todo en el sistema educativo, que ordenó el laicismo para las escuelas públicas e intentó que las órdenes religiosas dejasen de controlar la educación. Aunque al llegar el gobierno republicano conservador a Madrid las reformas democratizadoras en las colonias dejaron de ser «expresas» -rápidas y eficaces- en todos los sentidos, por encontrar la resistencia a implantarlas de la elite colonial mayores apoyos desde la metrópoli. El capitán Antonio Nombela Tomasich (Madrid, 1900-1986) fue destinado en 1931, el año de la proclamación de la República, a la Guardia Colonial de los Territorios Españoles del Golfo de Guinea. Es un militar disciplinado, africanista, que había participado en la guerra de Marruecos en 1921, ganando la Cruz laureada de San Fernando. Pronto se ganará un prestigio como eficiente gestor colonial, incluso acude a «cursos de funcionario colonial» que imparten los franceses en la Universidad de París. Será nombrado Subgobernador de la Guinea Continental en 1933 y un año después accede al puesto superior de Inspector General de Colonias. Este es un cargo que hace de intermediario y auditor entre las autoridades coloniales y las de la metrópoli. En sus funciones se implica de lleno en el servicio a la sociedad guineana, por eso cuando se topa con una trama corrupta que desde Madrid intenta esquilmar las arcas del Tesoro Colonial se opondrá con todos sus medios. Ante las fuertes presiones del subsecretario de la presidencia Moreno Calvo para que se ejecutase la liquidación de un contrato con una naviera usando el dinero colonial -de su PIB-, al inspector Nombela no le quedó más remedio que saltarse el escalafón y quejarse a los superiores del subsecretario. Ese «exceso de celo» sería el motivo de su cese, por el que protestó iniciando la Denuncia Nombela a través de un informe que fue defendido en una comisión de investigación en las Cortes por el mismísimo José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange Española. El caso tuvo gran repercusión mediática en la época y por eso extraña más que hayan pasado inadvertidas para la historiografía las importantes implicaciones que provocó, como su clara influencia en las caídas políticas de Gil-Robles y el presidente Lerroux, líderes de la coalición de derechas que había gobernado la República. No obstante, es de recibo resaltar que esos «menosprecios» historiográficos en los asuntos coloniales y su importante influencia en la vida política de la metrópoli, sí que tienen un abnegado historiador. Se trata de Donato Ndongo-Bidyogo, el autor de la imprescindible y ya clásica Historia y tragedia de Guinea Ecuatorial (1977); obra que ha tenido una revisión y reedición recientes. En una conferencia en 2016 para el II Seminario Internacional sobre Guinea Ecuatorial organizado por el Centro de Estudios Afro-Hispánicos (CEAH) de la UNED, expuso de una manera detallada sus investigaciones, muchas inéditas aún, de esa cuestión colonial conocida como la ‘denuncia Nombela’. De su trabajo consultado ha salido este artículo que están leyendo.
Destacar que gran parte del interés de su investigación está en las entrevistas que mantuvo con el mismo Antonio Nombela entre 1979 y 1980. Aportando con demostrado criterio que ese «escándalo de la naviera Compañía África Occidental, S. A.», denunciado por un honesto funcionario colonial, fue una cuestión guineana que jugó un papel determinante en el proceso de desintegración política de la derecha republicana. Un proceso que agudizó la polarización ideológica en el país a inicios de 1936, «derechizando» más a las fuerzas conservadoras y facilitando el triunfo de la izquierda con el Frente Popular. Si eso no es influencia de los asuntos coloniales en la política metropolitana, no sabemos qué lo puede ser. Urge poner en mayor perspectiva ese pasado colonial tan olvidado.
© Gustavo Adolfo Ordoño Historiador y periodista |
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