Añorando al Imperio Austrohúngaro ¿El imperio que pudo evitar la II Guerra Mundial?

Romy Schneider en la película Sissi emperatriz,
sobre la vida de 
Isabel de Baviera (emperatriz austrohúngara entre 1854 y1898)


 Existe bastante consenso en considerar al actual conflicto entre Rusia y Ucrania como una huella evidente del pasado imperial ruso, tanto de la época zarista como de la etapa soviética. Sirviendo esa teoría imperial como fundamento para muchos análisis actuales de esa crisis. También existe cierta corriente historiográfica que ha revisado los prejuicios existentes hacia los «Imperios». En el fondo, la historia universal está cimentada en sistemas imperiales que fueron las maneras de vivir de muchas personas durante siglos. El interés y las simpatías históricas por imperios como el de Roma o el Imperio Británico, casi nunca han tenido detrás un debate crítico y severo sobre sus mecanismos injustos de poder. Sus virtudes se sobreponen a sus defectos y siguen fascinándonos, por ejemplo, las grandes obras públicas de romanos y británicos en los que fueron sus dominios. Acueductos y ferrocarriles solapan asuntos como la esclavitud o la explotación de minorías étnicas 

Sin embargo, otros imperios no han tenido la más mínima simpatía. A pesar de fundar ciudades y universidades o de realizar magníficas ingenierías civiles, el llamado imperio español de América es simplificado demasiadas veces como una impecable maquinaria de explotación de sus dominios. Las razones para entender fobias y simpatías hacia un imperio u otro son más complejas de analizar de lo que parece. Sería tema para otro debate, ahora en Pax Augusta queremos poner el foco de atención en un imperio que en su momento fue muy odiado e incomprendido y que luego ha recibido un tratamiento rozando el «culteranismo» entre artistas e intelectuales, nos referimos al Imperio Austrohúngaro.

De esta manera, lo normal es que la sensación de añoranza o de nostalgia hacia un imperio conlleve connotaciones negativas sobre las personas que la sienten. Se asocia con posturas conservadoras y tradicionalistas. No obstante, no existe otro imperio en la cultura europea que haya sido más añorado que el Austrohúngaro desde todas las posiciones políticas y sociales posibles. Incluso, en muchas hipótesis de investigación histórica se atribuye al Imperio Austrohúngaro -desde una perspectiva histórico y cultural- la posibilidad de haber salvado al mundo de una segunda guerra mundial. Sí, tal y como lo leen, la permanencia y mantenimiento del Imperio Austrohúngaro hubiera evitado el comienzo de un nuevo conflicto general en Europa, la determinante para nuestra historia contemporánea Segunda Guerra Mundial

Es más, analistas e historiadores teóricos de la talla de Tony Judt apuntan que el holocausto judío tendría muchas posibilidades de no haberse producido. No se hubiera llegado a esa extrema barbarie si la cultura hebrea hubiese conseguido consolidar su fusión con la centroeuropea-germana. En la Viena de entreguerras (1920-1939), cuando el imperio se desintegraba, comenzó el verdadero problema para una comunidad judía tan extensa que tenía gentes en todas las clases sociales del centro y del este de Europa. Una cultura judía que en Polonia o en las llanuras ucranianas poseía un mayor carácter rural, pero que en Viena había llegado a influir en la cultura urbana de la época.

Bandera usada por el Imperio Austrohúngaro 


Los intelectuales europeos del siglo XX, interesados en analizar la importancia del fin del Imperio Austrohúngaro, podrían tener en el escritor y periodista judío Joseph Roth (1894-1939) la mejor metáfora de lo que significó el hundimiento del imperio centroeuropeo. Murió en París a causa de su «autodestrucción» por el alcohol, añorando al desaparecido imperio austrohúngaro, a pesar de su reconocimiento y prestigio como periodista y que sus novelas ya eran un éxito de crítica y público en su tiempo. Se puede decir que la pérdida de ese «mundo imperial» recreado en el arte y la literatura, donde habría dominado la esperanza por un futuro prometedor, le hacía vaticinar el peor de los mundos posibles. Como así ocurrió justo el año de su muerte.

Pero todo esto es «historia-ficción», son unas suposiciones que les cuesta alcanzar el nivel de hipótesis. Una cosa es añorar unos años de vitalidad social y creativa como fueron los de esplendor del Imperio Austrohúngaro antes de 1918, y otra cuestión diferente es asegurar que la Alemania nazi no hubiera comenzado su expansión conquistadora, precisamente, por Centroeuropa y Polonia porque si el imperio centroeuropeo perviviese las élites germanas hubieran estado influenciadas y dominadas por la cultura vienesa.

Si el imperio antiguo, el austrohúngaro, permaneciese, quizás esa nueva cultura imperial germana (nazi) hubiera logrado identificarse y comprender mejor a la gran masa judía que ya estaba «germanizada» gracias al imperio de Viena desde mediados del siglo XIX. Es probable, aunque sea una suposición, que las élites económicas y culturales judías, que eran mayoritarias en Centroeuropa y su foco de influencia del Este, habrían actuado con diligencia (ya que no hicieron nada) para que modelos como el nazismo (fascismo germano) no acabarán imponiéndose. Pero, claro, todo ha quedado en el plano teórico del «Quizá».*



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista 


* Bibliografía consultada: Pensar el Siglo XX, conversaciones de Tony Judt con Timothy Snyder Editorial Taurus (2012)

Publicar un comentario

0 Comentarios