Si algo me molesta más de toda
esta comedia dramática en que se convierte la deriva independentista catalana
es el pésimo autor o guionista que tienen para el libreto leído por los
actores. Expresiones o adjetivos como “desconexión”
con España resultan tan mezquinos y mediocres que el asunto, aún siendo tan
grave, no llega ni a opereta. Buscando autores
castellanos y catalanes con talento para el adjetivo encontré a Azorín, el castellano escritor y a Pla, el escritor catalán. No conozco
sus obras en profundidad, aunque lo poco que sabía de ellos me fue suficiente
para intuir que estaban muy relacionados, muy en conexión...
Conocía mejor al castellano, a
José Martínez Ruiz (¿se pueden tener apellidos más castellanos? ¿Para cuándo la
película “Ocho apellidos castellanos”?), reconocido como Azorín, cuyos libros sobre la “Castilla profunda” no les van a
seducir para pasar una tarde de domingo leyendo sentado bajo un olmo de la
ribera del Duero. Pero los de Pla
tampoco son para entretener una soleada mañana de domingo en las ramblas. Ambos
autores eran puristas en lo que se
debe ser purista: la búsqueda de las
esencias. Y para ello emplearon el adjetivo
pictórico, aquel que como la pintura de un bodegón recoge las naturalezas
muertas.
Azorín en un cuadro de Zuloaga |
Y nada mejor que lo muerto para extraer la esencia de lo vivo. Las crónicas de la yerma Castilla, sin un árbol ni altas hierbas, que Azorín significó como mejor metáfora del alma castellana inspiraron al catalán Pla en sus “pinturas” narrativas del Empordà, en su deseo de la “regeneración” del campo, del mundo natural del payés (labriego). Ambos han sido aprovechados por las fuerzas conservadoras y retrógradas de las naciones de sus respectivas lenguas, al servir a la mitificación de la esencia patria del nacionalismo. Sí, soy de los que piensan que deberíamos considerar nación a Cataluña y nación de naciones a España. Josep Pla y Azorín eran partidarios del buen adjetivo y del adecuado sustantivo adjetivado. Y nación de naciones es la mejor conexión posible.
Pla delante de una masía de payés. Fuente imagen |
Azorín y Pla o viceversa, castellano y catalán, ambos escritores de
bodegones españoles, juntos describieron esa desazón producida por el ansia de
regeneración, de progreso, pero sin perder o descuidar los “valores esenciales”
que toda identidad debe poseer. Mi intuición no era desacertada, esa estrecha
relación de espíritus se conectaban en un alma
de almas, la española. Los críticos y teóricos literarios así lo han visto.
Los dos escritores creían en la precisión y en la claridad como la mejor manera
de hacer literatura. Pla confesó que si fumaba tanto fue por aprovechar el momento
de liar el cigarro para darle vueltas al adjetivo exacto. “La literatura está en
el adjetivo” (Azorín). Por ahora, Cataluña: "desconexión fallida".
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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