Mosul, nuevo museo de los horrores de la guerra

Soldados iraquíes camino de Mosul. Fuente imagen

Cuando visitamos un museo de cera en cualquier ciudad “civilizada” del mundo, encontramos siempre una sección de los horrores. Crímenes famosos cometidos en el país o de fama internacional. Monstruos, vampiros y asesinos en serie comparten la inmortalidad de sus horrores en figuras de cera. Contemplar el horror es propio de nuestra curiosidad humana. ¿Vestigios de un pasado remoto? Cuando no había exitosas series de televisión, imagino que acudir a una ejecución pública en la plaza mayor era lo más parecido a ver un maratón de “Juego de Tronos”.

El horror, el horror... Esa mítica frase final ha pasado al acervo cultural de Occidente desde dos aportes: el libro (de imprescindible lectura) “El corazón de las tinieblas” de Joseph Conrad y la película de Francis Ford Coppola, “Apocalypse Now”. La trama de la película sobre el coronel Kurtz perdido en el “corazón” de una selva vietnamita está basada, claro, en el libro de Conrad. Puedo evitar ver horrores de la guerra Siria en los noticiarios de televisión, dejar de leer crónicas sobre la violencia terrorista del Daesh y mirar de reojo –por cobardía- las imágenes del horror en Mosul (Irak) que circulan por Internet. Sin embargo, nunca logro esquivar la desazón que me dejan las palabras del ‘salvaje’ Kurtz, el jefe de un recóndito puesto comercial en el Alto Congo perdido para sus compañeros ‘civilizados’ que le buscan río arriba. Unas palabras que sólo pueden pronunciar con sinceridad absoluta los que “se han hecho amigos del horror”.


Que la batalla de Mosul no iba a ser fácil lo creíamos todos. Excepto el Estado Mayor iraquí que necesitaba hacer propaganda bélica optimista, todo el mundo se imaginaba una batalla larga y complicada de entablar. No por el poderío militar del Daesh, más bien por su capacidad para el escenario del ‘horror, el horror’. Amigos de los horrores, los combatientes de ese califato violento y obsceno, utilizaron las más viles artimañas para dificultar el avance del ejército iraquí apoyado por los aliados occidentales. Ni bombardeos selectivos se pueden hacer, dado que están utilizando como escudos humanos a cientos de miles de civiles, mujeres y niños, de las barriadas de la segunda ciudad de Irak. En ella, se estima, permanecen aún más de un millón de habitantes.

'El horror, el horror...' fotograma de “Apocalypse Now”

Podemos estar ante una batalla “eterna”, como ocurre con Alepo (Siria), porque en las batallas urbanas los defensores cuentan con ventaja. Los combatientes del autoproclamado Estado Islámico (ISIS en inglés) no llegan a 8.000 efectivos, pero han tenido tiempo de sobra para construir trampas y túneles, distraer con ataques sorpresas que dividen a las fuerzas atacantes, y sembrar una política del terror que evite cualquier levantamiento interno que ayude a los atacantes, libertadores de la ciudad.

Son ya habituales los descubrimientos de horrores como en la ciudad de Hammam al Alil, en la periferia de Mosul, tomada por las fuerzas iraquíes en su avance. Cien cuerpos decapitados y abandonados en una fosa común dentro de los terrenos del Instituto Agrario de la ciudad. Según denuncias de la ONU, las fosas comunes con personas asesinadas por el Daesh comienzan aflorar en los alrededores de todas las ciudades y poblaciones que ha ido recuperando las fuerzas iraquíes (Ejército y milicias voluntarias) camino de Mosul. La evidencias relacionadas son muy tristes: el califato del horror pretende ajusticiar de manera indiscriminada a las personas que dominaba en contra de su voluntad; puesto que entiende que pronto las dejará de dominar, prefiere elegir ‘el horror, el horror’, de asesinarlas.



Gustavo Adolfo Ordoño ©

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