Nace el comité de Ayuda Suiza a los niños de España
Capítulo IV
Luis Manuel Expósito Navarro (UNED)
Pese a la cautela que había que tomarse con todas estas
estimaciones, estaba claro que la evacuación tenía que desarrollarse lentamente
y con grandes dificultades por varios motivos, entre los que destacaban la
escasez de transporte para uso civil, la precariedad de las carreteras, el
peligro de la aviación del bando franquista y, por otro lado y sobre todo, la
propia resistencia de la población madrileña a acceder a la evacuación, algo
que ya estaba en boca de todos. Por todos esos motivos, era necesario viajar
urgentemente a Madrid para poder valorar la situación y contrastar sobre el
terreno todos estos datos.
El 28 de enero, Olgiati y sus
acompañantes ya estaban en Madrid. Necesitaban encontrar también allí una subsede,
más reducida que la central de Burjassot, pero amplia, pues tendrían que dormir
todas las noches tres chóferes por lo menos, según el operativo sistema de
turnos que luego se abordará. Varias habitaciones del cuarto piso del centro de
Refugiados de la calle García de Paredes, cerca de la clínica La Milagrosa y
del colegio de la Inmaculada, fue el hogar elegido. Disponía de un sótano que
hacía las veces de refugio antiaéreo, lo cual era un elemento muy importante
para la seguridad de los voluntarios, dada la profusión de bombardeos aéreos y
de artillería que soportaba día a día Madrid. También, en caso de necesidad,
dispondrían de la boca de metro de la estación Iglesia, en la línea 1, una de
las tres líneas de metro existentes en ese momento y muy usada como refugio
seguro por la población madrileña.
En Madrid, los suizos hicieron las gestiones necesarias
para integrarse en el dispositivo de evacuación de la población civil. Olgiati
expuso en el Ministerio de Sanidad y Asistencia social los medios de los que
dispondrían en breve: cuatro camiones Ford, modelo de 1937, y un equipo humano
de unas doce personas, que iría ampliándose, entre las que se encontraban seis
chóferes-mecánicos. El plan de Olgiati gustó en el ministerio, pues se
aprovechaba al máximo el transporte de ida, con alimentos y prendas de vestir
en los camiones, y el de vuelta, con la evacuación de ochenta personas diarias,
pues en cada camión había espacio para unas cuarenta personas, siempre que se
tratara de niños. Toda la organización para la evacuación estaba creándose en
ese momento, tratando de poner orden en la anarquía con que se operaba. El 17
de febrero de 1937, la ministra Federica Montseny, daba el visto bueno a la
orden suscrita por el subsecretario de Sanidad y Asistenta Social, en la que
éste articulaba el decreto de 30 de enero que había dado pie al nacimiento del
OCEAR, la Oficina del Comité de Evacuación y Ayuda al Refugiado. Es necesario
subrayar que el decreto se firmó dos días después de la llegada de Rodolfo
Olgiati a Madrid.
Durante todo este tiempo, Olgiati fue madurando el plan
específico de trabajo que tenía que proponer a su regreso a Suiza. Sólo con los
objetivos claramente definidos se podía volver a España. Y el plan pasaba por
obtener de inmediato camiones de suficiente calidad, seis era la cifra ideal
que barajaba Olgiati. En cuanto al personal, debía ser de confianza,
voluntarios que hablaran un poco el español y estuvieran dispuestos a cooperar
entre sí, dentro de un espíritu de servicio a la comunidad de desfavorecidos;
no cabían egoísmos posibles. El espíritu de trabajo, razonaba Olgiati, había de
ser por lo menos tan importante como la misma acción humanitaria que se quería
emprender.
Los primeros pasos de Olgiati en
España no pasaron desapercibidos, y aún no había comenzado a actuar
oficialmente la Ayuda Suiza cuando ya tenía demanda de auxilio. En efecto, a
comienzos de febrero de 1937, los delegados de la Cruz Roja Internacional
informaron a Rodolfo Olgiati de que el doctor Haro, del Ministerio de Sanidad,
quería mantener una entrevista con él. En aquella reunión, el alto cargo
ministerial le confesó que tenía encomendada la tarea de evacuar con
regularidad a todas las mujeres embarazadas de Madrid. Había instalado un
hospital de maternidad provisional en la provincia de Almería, pero sólo
disponía de un pequeño autocar que solía averiarse a menudo y casi siempre
estaba reparándose. Cada semana, necesitaría evacuar alrededor de cuarenta
mujeres embarazadas y sus hijos. Le rogó que le ayudara a encontrar una
solución para aquel transporte. Como veremos más adelante, el transporte de
mujeres gestantes fue una de las prioridades de Ayuda Suiza, aunque el
trasporte adecuado tendría que esperar varios meses, hasta la llegada de un
autocar. Esto revela que Olgiati fue tomando nota de todas aquellas necesidades
que iba viendo, y adaptó el plan definitivo a las necesidades específicas de la
población civil española.
Mientras tanto, la situación en Berna y en otros cantones
suizos era de euforia; en todas partes se hablaba de la ayuda al pueblo español
afectado por la guerra. Diversos colectivos se lanzaron a solicitar donaciones
para ayudar a los niños españoles, pero el Gobierno del Consejo confederal
intervino, en base a la salvaguardia de la neutralidad suiza, y ordenó que
todas las ayudas se canalizaran a través de un solo organismo: el Fondo Suizo
de Asistencia Obrera, más conocido como Ayuda Obrera Suiza o SAH, que son las
siglas de su nombre en alemán (Schweizerisches
Arbeiterhilfswerk), organización
creada por la Unión Sindical Suiza y el Partido Socialista Suizo. Era mucho más
fácil para el Gobierno controlar los fondos de un solo organismo que los de
decenas de ellos. Pero como las donaciones tenían que tener un destino final
específico, en este caso la ayuda a los niños españoles, se creó un comité para
que gestionara dichos fondos.
Ahora bien, según Regina
Kagï-Fuchsmann, fundadora del SAH, el mayor mérito organizativo capaz de aunar
a quince organizaciones con el común objetivo de recaudar fondos para ayudar a
los niños de España fue de Rodolfo Olgiati[1]. Gracias a él y a su equipo
de colaboradores se habían unido dichas organizaciones para formar el citado
cartel de ayuda humanitaria. Esas organizaciones, protestantes y católicas, de
izquierdas y de derechas, heterogéneas en definitiva, formaron Arbeitsgemeinschaft für Spanienkinder,
es decir, Comité de Ayuda a los niños de España. Luego, hubo de especificarse
su condición helvética, de ahí que pasara a denominarse Schweizerischen Arbeitsgemeinschaft für Spanienkinder, o Comité de
Ayuda Suiza a los Niños de España. Quizá durante algún corto espacio de tiempo,
dicho comité tuvo un “apellido” más, el de “neutral”. Eso es al menos lo que
sostiene el historiador Sebastian Farré, que cita al “Comité Neutral de Ayuda a
los niños de España”, porque era necesario por enésima vez reflejar la neutralidad
suiza en todos los ámbitos de actuación de cualquier iniciativa de los
ciudadanos suizos. Ahora bien, una vez instalado en España, el término
“neutral” no apareció en ninguna noticia de prensa.
Sin embargo, el Consejo Federal Suizo, en base a la defensa
de la imagen de neutralidad helvética, no dio el visto bueno a la formación
oficial de dicho cartel hasta que firmó un decreto el 23 de febrero, un día
después de la llegada de Rodolfo Olgiati a Berna tras su viaje de preparación a España[2]. Tenía por
fin luz verde el Servicio Civil Internacional, brazo operativo del cartel de
ayuda. Las distintas organizaciones sociales, cristianas, políticas o
profesionales se seguirían afanando en recaudar fondos, mientras que en el SCI
se creaba un grupo especial de voluntarios a tiempo parcial, la mayoría formado
por mujeres, que se organizarían en grupos de trabajo para la confección de
prendas de vestir, sobre todo para los niños de dos a doce años. Incluso
algunos grupos se especializaron en la confección de calcetines infantiles.
Las suscripciones populares, a veces
a iniciativa de los comercios, otras bajo la tutela de diversas organizaciones,
continuaron durante toda la Guerra Civil española. En las tiendas de
comestibles los clientes se encontraban con grandes cajas con el letrero
“Acuérdate de los niños españoles”, y muchos clientes adquirían leche en polvo
o condensada, bizcochos, azúcar o chocolate para depositarlo en esas cajas, que
luego se canalizaban hacia diversos centros de recepción hasta que eras
cargadas en camiones y tras un cierto tiempo llegaban a España. En otras
ocasiones, se organizaban campañas específicas para recaudar dinero con una
finalidad concreta. Por ejemplo, la adquisición de un nuevo vehículo, como fue
el caso del autocar Zwingli o del camión Dufour. Otras veces se trataba de
lograr cierta cantidad en metálico, como la que se organizó durante cuatro
semanas en los colegios y que tuvo como protagonistas a los niños suizos de la
ciudad de Berna. Participaron en esta campaña 52.000 niños, y recaudaron un
millón de francos suizos[3]. Y de manera constante, prosiguieron en funcionamiento centenares de talleres donde
las mujeres suizas confeccionaban ropa de niño y de bebé, la cual
posteriormente sería transportada a España y entregada a las madres de Madrid o
de Cataluña en los dispensarios creados al efecto o en los propios comedores
infantiles.
Con cuatro camiones cargados de víveres y ropa, y doce
voluntarios, Olgiati viajó a España. La salida de Berna se produjo el 23 de
abril de 1937. La ruta elegida fue la más corta, a través de Francia por su
parte oriental, hasta alcanzar la frontera con España por Le Perthus-La
Junquera. Allí tuvieron que pasar los férreos controles aduaneros franceses,
pues no en vano el Gobierno francés se afanaba en no transigir, al menos
formalmente, con el tráfico ilegal de armas hacia la zona controlada por la
República. Pero los voluntarios suizos llevaban todos los permisos, así que con
la lentitud de esos camiones y la dificultad de las carreteras españolas,
llegaron a su primera escala importante en Barcelona el 28 de abril por la
noche.
Dos días antes, el 26 de abril, la Legión Cóndor había
bombardeado Guernica, por lo que hubo de ser una gran sensación ver llegar
aquellos cuatro camiones con la inscripción en grandes letras blancas: “AYUDA
SUIZA A LOS NIÑOS DE ESPAÑA”. El lema era sugerente, y de inmediato se hizo
popular. De hecho, cuando se discutía en Berna sobre qué nombre poner a la
misión humanitaria en España, las palabras que más se escuchaban eran “ayuda” y
“Suiza”, así que alguien lo hizo notar a los delegados del cartel y se quedó
con el nombre de “Ayuda Suiza”. Pero eso no era suficiente, quedaba muy
ambiguo. La misión estaba destinada, sobre todo, para ayudar a los niños de
Madrid, así que en las primeras informaciones periodísticas se habla de la
“Ayuda Suiza a los niños de Madrid”. Sin embargo, se optó por ampliar a España,
en vista de que el término Madrid implicaba una ayuda implícita a la República,
mientras que “España” se acomodaba más a la pretendida neutralidad suiza, pues
el término era la suma de los territorios de los dos bandos en conflicto.
[1] Citado en SCHMIDLIN, Antonia. Eine andere
Schweiz : Helferinnen, Kriegskinder und humanitäre Politik 1933-1942,
Chronos, Zurich, 1999, pág. 127.
[2] FARRE, Sebastien, La Suisse et l’Espagne de
Franco. De la guerre civile à la mort du dictateur (1936-1975), Editions antipodes, Laussane, 2006
[3] Revista Mundo
Gráfico, número 1376, 16 -3-1938, págs. 2 y 3
1 Comentarios
Me acuerdo del documental de la BBC de Londres que vimos con mi padre cuando yo tenía creo que 12 años. Todavía no me puedo recuperar.
ResponderEliminarAlgunos países como México y Uruguay se destacaron por recibir refugiados españoles. Según cuentan nuestros mayores, estos refugiados convirtieron a nuestros bares, cafés y calles en un ágora permanente. Muchas gente se inició a la vida política escuchándolos, como en una cátedra abierta de cultura política. En materia de cultura musical se escuchaban las canciones de Alarcón, después vino Serrat; en la escuela leíamos a García Lorca, Antonio Machado; y fue histórica la visita de García Lorca a algunas aulas uruguayas, con el comentario de que no podía creer la alta estima en que aquí se tenía a las letras españolas. Eso fue antes de que regresara a España y lo fusilaran. Nos dejó a Margarita Xirgu que fundó el teatro independiente uruguayos. Mucho destaque tuvieron aquí los maquis que liberaron a París de los nazis.