El icono de la Revolución Cultural: el libro rojo de Mao. Fuente imagen |
Silencio, mutismo oficial. La conocida como ‘Revolución Cultural Proletaria’ en China, ocurrida hace 50 años, pues comenzó en mayo de 1966, no tiene aniversario oficial ni oficioso. Tampoco se ha aprovechado en el ámbito académico para inundar la bibliografía universitaria con estudios de este hecho histórico, controvertido y repudiado en la memoria histórica china. Un fenómeno que merecería mayor atención de análisis, pues causó la muerte de dos millones de personas, según los datos más moderados. Pero China, hoy día, es un gigante económico al que nadie quiere importunar dando publicidad a su pasado más oscuro; los intereses en juego son muchos.
Cuando la BBC dio la noticia del 50º Aniversario, una breve reseña, las
pantallas chinas se apagaron, se cortó la transmisión de esa cadena, una de las
más seguidas por la opinión pública china. Lo que en la “historiografía comunista” más obtusa se ha pretendido vestir de reforma maoísta para liquidar los
resquicios del capitalismo y del tradicionalismo chino que lastraban el desarrollo
de la revolución, no fue más que una inmensa purga del presidente Mao para acabar con sus rivales políticos y las líneas
de acción de éstos sobre como estructurar la República Popular.
Jóvenes chinos, cientos de miles, se convirtieron en ‘Guardias Rojos’. Eran los guardianes
del purismo en la doctrina maoísta. Se delataba a familiares como “corruptos”,
se aprovechó el caos social para solucionar diferencias de forma drástica. Se
diezmó a dos generaciones de intelectuales chinos. Todo ese caos y toda esa barbarie
nacerían como un movimiento estudiantil, es lo más curioso. Luego se extendería
a otros ciudadanos, sobre todo urbanos, dándose luchas fratricidas entre
facciones de ‘Guardias Rojos’.
Cartel de propaganda de la 'Revolución Cultural Proletaria'. Fuente imagen |
Un documento publicado por el Partido Comunista Chino el 16 de mayo de 1966 alertaba del peligro de una “contrarrevolución”
de la burguesía. El presidente Mao quiso
afianzar su poder con el método de infundir el temor del regreso de una
dictadura capitalista que esclavizaría al pueblo. El resultado: una década de
terror social y crisis económica. Sólo se empezó a revertir esa ‘Revolución Cultural Proletaria’ con la
muerte de Mao en septiembre de 1976.
Es probable que la causa
principal del silencio oficial de Pekín
sobre esta efeméride esté en no dañar la imagen y reputación de Mao. Cuando se hizo evidente que el máximo
responsable de ese caos fue el líder comunista que consiguió crear la República Popular, se hacía necesario
el olvido y el ocultamiento de esos diez ominosos años. Contra el “Padre” no se
puede “blasfemar”. Las consecuencias en el ‘imaginario’ chino de esta década
confusa habría que apreciarlas en la persistente necesidad del Partido Comunista Chino por controlarlo
todo, por tenerlo bajo control absoluto. Véase un claro ejemplo en el ocultamiento de información de la llamada ‘Masacre de Tiananmen’.
Aún así, han existido comunicados
extraoficiales y medios chinos (en Hong Kong, que existe mayor libertad de prensa) donde se aprecian las voces
críticas sobre ese periodo y se lamenta que el Partido Comunista no quiera hacer reflexión sobre los errores
cometidos y no se busque justicia para la
memoria de tantas personas víctimas de
una revolución más sangrienta y represora que reformista.
Gustavo
Adolfo Ordoño ©
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