La madre de todas las bombas, la GBU-43/B |
¿Qué hay después de usar una
bomba que es “la madre de todas las bombas”? Pues la hecatombe nuclear. No
queda otra respuesta. Cuando una potencia con arsenal atómico decide emplear la
bomba no nuclear más mortífera que tiene, está dando un mensaje alto y claro:
lo siguiente, la bomba atómica.
Donald Trump, después de su golpe de mano contra el armamento químico del
régimen sirio destruyendo la base aérea de Shayrat (Homs), aumenta su postura
internacional militarista con el uso de la bomba GBU-43/B Massive Ordenance Air Blast Bomb (MOAB). Este arma de
destrucción masiva contiene 11 toneladas de explosivo TNT de alta potencia y
fue lanzado el pasado 13 de abril contra las guaridas del Daesh en el este de Afganistán.
Fue una operación conjunta entre
el ministerio de Defensa Afgano y la Casa Blanca, lo que cumple el paripé de
actuar también a favor de los intereses del pueblo afgano. Casi cien
terroristas abatidos en ese “bombardeo especial”, es el balance exitoso y
propagandístico de esa operación en el que se insiste más. Hasta gran parte de
la prensa más progresista en EEUU está
aplaudiendo estos gestos de fuerza del presidente
Trump. Es curioso como signos alarmantes del aumento de inestabilidad y
peligrosidad en el equilibrio geopolítico se llegan a considerar ordinarios y
normales. La opinión pública occidental, sobre todo la estadounidense, recibe
informaciones de las guerras en Oriente Próximo como si fuesen crónicas
deportivas. Algunos “partidos” resultan más atractivos que otros, pero al final
todo es “minuto y resultado” de la jornada regular.
La postura intervencionista y
belicista de Trump ha sido, en cierta manera, imprevista. Hasta ahora nos
quejábamos con ironía que era uno de los pocos políticos que cumplía con su
programa electoral (políticas xenófobas, eliminación de derechos, el muro de México...).
En campaña Donald Trump aseguró que
EEUU no sería el “policía del mundo”, marcando el camino en política exterior
con el tradicional aislacionismo estadounidense que caracteriza su política interna
cuando es época de crisis. Pero Trump ha
elegido la política exterior para comenzar a ser un político que incumple sus
promesas.
Trump ha girado sus talones 180º
para mirar al exterior con ojos beligerantes. No hay dudas en el giro extremo
porque sus nuevas actitudes en Oriente se extienden a Asia y al trato con Corea del Norte. Las bravuconadas de Pyongyang
han recibido duras amenazas
directas de Washington. Aunque lo imprevisto tiene análisis viejo. Cuando los
problemas crecen en casa, los dirigentes nefastos buscan distraer la actitud
crítica de todos con la creación de conflictos externos.
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, está de gira por
Asia. Algo que señala el gran interés de la Administración Trump por mantener
este nuevo rol de potencia fuerte y “vigilante” del mundo, restando atención a
los titulares de la política interna de Trump. En Corea del Sur ha
visitado la zona desmilitarizada entre las dos Coreas del paralelo 38º. De los
titulares que se han podido publicar me quedo con uno de meridiana claridad
para describir la nueva etapa geopolítica que se abre: «Pyongyang haría bien no poniendo a prueba la determinación de Trump»
Es decepcionante, yo diría que
hasta deprimente, que a estas alturas de la historia de la humanidad, camino de
la tercera década del siglo XXI,
volvamos a la chabacana guerra fría, una forma de llamar a la tensión creada por
la disuasión nuclear y las “súper-armas”.
Si tú tienes la bomba madre de todas las bombas, yo tengo al padre de todos los
bombazos. Si tú tienes cabezas nucleares apuntando a mi capital, yo tengo
apuntando a la tuya y a las de tus aliados. Si yo tiro un misil, yo hago
maniobras junto a tus costas...qué cansinos y estúpidos, oiga. Resultado: un
mundo más violento e inseguro, que hace más “creíble”(que no más posible) una
hipotética Tercera Guerra Mundial.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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