Jóvenes españoles en una Mili de los años 80. Fuente imagen |
Europa ha mirado a Francia como faro político y social en
muchas ocasiones de la historia. Hoy día la influencia francesa debe competir
con el siempre sólido pragmatismo alemán, que le ha llevado a ser la potencia
económica europea sin discusión y a donde se dirigen ahora todas las miradas
europeas. No obstante, Francia siempre se destaca con cierto verso libre que
hace girar la cabeza aunque solo sea por curiosidad. En este caso se trata del
anuncio de su presidente, Emmanuel Macron, por recuperar el Servicio
Militar Obligatorio. En España se ha llamado a este servicio por sus
siglas, SMO, pero sobre todo por el popular término de “Mili”.
El presidente francés ha
comentado en sus razones para volver a establecer la mili en Francia varios fundamentos que llevaron
en el siglo XVIII a constituir, en
la mayoría de los países europeos (unos antes que otros), una milicia popular
obligatoria. Se creaban ejércitos nacionales acudiendo al patriotismo y al
sentido del deber que deberían tener todos los hombre hacia su país. En la
mujer se pensaba como retaguardia, el hombre debía empezar a defender lo “suyo”,
su familia, defendiendo la patria que le había visto nacer. En ese sentido, el presidente
Macron hablaba de «servicio nacional
universal». Es decir, debe ser asunto de todos los franceses, hombres y
mujeres, en edad joven y contará con un presupuesto propio, dentro del
proyectado incremento en gasto militar que Macron prometió a su descontento Ejército.
Porque el Servicio Militar Obligatorio nace con el sentido de ciudadanía que
se adquiere en las revoluciones burguesas. Por eso su historia debe remontarse
hasta los siglos XVIII y el XIX, sin desvariar hasta épocas tan antiguas como las legiones romanas, cuya
obligatoriedad de servicio estaba, en realidad, compensada con la promesa de
conseguir ser propietario de tierras en las tierras conquistadas. El ejército
nacional, de un Estado, constituido por ciudadanos tampoco puede tener
precedente en las milicias castellanas
o en los Tercios, por ejemplo. Son
casos donde las gentes del pueblo acudían a la milicia por necesidad y en un
concepto de “mercenarios” que no tiene el sentido peyorativo de ahora. El primer Ejército Nacional en España, regulado
con el sistema de reclutamiento que luego finalizó en el 2001 con su
profesionalización, tendría su mejor precedente en la Constitución de 1812.
La Guerra de Independencia había convertido a España, sin más remedio,
en una “Nación en armas”. Eso potenció la idea que curiosamente también tenía
el ejército napoleónico invasor de milicia ciudadana al servicio de los
intereses defensivos de un país. Lo que ocurre es que la Grande Armée había
pervertido el honroso ideal a los intereses exclusivos de Napoleón Bonaparte y su idea de construir un gran imperio de “ciudadanos
europeos” bajo su proverbial tutela. La reacción contraria a ese propósito del
corso, propició en España las primeras bases para una “Mili” similar a la que
hemos tenido hasta los inicios de este siglo.
Jóvenes españoles en una Mili de 1957 en Ifni, fuente de la imagen |
La Constitución de 1812 en su título VIII indicaba:
De la fuerza militar nacional:
Habrá
una fuerza militar nacional permanente, de tierra y de mar, para la defensa exterior
del estado y la conservación del orden interior”. El capítulo II del mismo título
especificaba crear una Milicia Nacional:
Habrá en cada provincia cuerpos de
milicias nacionales, compuestos de habitantes de cada una de ellas, con proporción
a su población y circunstancias. Así, la obligación de servir como soldado se
establecía por primera vez en España con carácter universal: Ningún español podrá excusarse del servicio
militar, cuando y en la forma que fuere llamado por la ley... Lo más
destacado es el fundamento provincial de las levas, de los reclutamientos, que será la base de los soldados de
reemplazo, reclutados en cada provincia en los modos de quintas (personas que nacen en el mismo año) anuales.
Sin embargo, habrá que matizar
que la vuelta al Absolutismo de Fernando
VII supuso el regreso de los ejércitos basados en tropas realistas y
milicias “mercenarias”, con las excepciones de los gobiernos liberales y de la Primera República. Al llamado “Ejército
Isabelino”, constituido en el reinado de Isabel
II, se le otorgaría el calificativo, con sus matices, de primer ejército
estatal con mili. Aunque las guerras
carlistas harían que cada bando abusase del sistema de reclutamientos y el
periodo de “esplendor” del Servicio
Militar Obligatorio llegaría en las primeras décadas del siglo XX. Es
cuando la “Mili” adquiere sus imágenes negativas, pues a ella sólo iban los jóvenes
pobres, que no podían pagar la cuota que les librase de ese servicio obligado.
En la Guerra Civil española, se volvió a dar el caso del uso interesado
del reclutamiento por quintas que hizo en su territorio dominado cada bando. Es
con la dictadura que se estabiliza el sistema de la mili como base de
suministro de tropas del Ejército. Un sistema
de SMO que también se daba en la mayoría de las democracias europeas, por
lo que se debe evitar identificar a la mili como un rasgo propio del
franquismo. Desde hace casi veinte años no existe el SMO en España, pero la
noticia llegada de París de una vuelta a la mili, ha reabierto el debate sobre
el compromiso de la sociedad en la defensa militar del país.
Periodista e historiador
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