De Lanzarote Malocello a la erupción volcánica de La Palma, breve historia de las Islas Canarias

 

Una recreación en la Plaza de la Patrona de Canarias (Virgen de la Candelaria) con estatuas de bronce de los
reyes guanches (menceyes) prehispánicos que gobernaban en Tenerife

    Para los ciudadanos de cada país su historia es la que aparece en los libros de texto. Y, precisamente, su devenir histórico será el que marque la línea editorial de esos textos. Si en ese país su pasado más contemporáneo resulta dramático por guerras, revoluciones o conflictos civiles, el contenido curricular para la enseñanza básica de la historia suele evitar profundizar en esos periodos. No deben pensar en España como único ejemplo de esta pauta educativa. También libros de texto en otros países han «obviado» etapas controvertidas de su historia para que la ciudadanía tenga una mejor imagen de ella. O se han centrado en versiones positivas y gloriosas que minusvaloren los aspectos oscuros de esa historia. 

Algunos ejemplos: los libros franceses han pasado de puntillas por temas como la Francia colaboracionista con los nazis o su descolonización traumática de Argel. Portugal siempre ha bailado el agua muy bien a su historia de potencia esclavista. Reino Unido ha conseguido imponer un discurso positivo de su poder colonial cuando se basaba en las mismas premisas de dominación cultural y económica de cualquier colonialismo. Estados Unidos se autoproclama en su historia como líder anti-imperialista y su política exterior desde finales del siglo XIX es propia de un imperio

Muchos españoles suspenden en geografía e historia de las Islas Canarias

    En España, la recuperación de la democracia tiene menos de medio siglo y entre las muchas reformas urgentes estaba la de reorganizar su sistema educativo. Modernizar y democratizar a la enseñanza pública; poniendo además un marco legislativo común al que debía someterse también la escuela privada, luego en su mayoría concertada. Así, marcada por el desarrollo de la organización territorial en las llamadas Autonomías, la enseñanza acabó teniendo que prestar atención en sus currículos a esas nuevas administraciones autonómicas. Había que historiar hasta las comunidades que no eran consideradas por la Constitución de 1978 como «históricas»

La actualidad en España se ha fijado en las Islas Canarias por la erupción volcánica de La Palma que ha superado los dos meses. Tanto en las redes sociales como en algunos medios informativos se apreció bastante desconocimiento sobre la geografía y la historia de esta comunidad autónoma española. No queremos insinuar con ello que el único responsable de esa «ignorancia» sea el sistema educativo parcelado en 17 autonomías cada una con su potestad para especificar gran parte del contenido curricular. Aunque influye, el estudio de la historia de España a nivel escolar tiene deficiencias que vienen desde antes de la llegada del reciente periodo autonómico. En Pax Augusta queremos hacer una breve historia de las Canarias para todo aquel que desee conocer mejor a las llamadas Islas Afortunadas


Mapa físico-político de la comunidad autónoma española de las Islas Canarias


Canarias, una historia con algo de mitología, leyendas y otras cosas más mundanas como ser el apeadero para ir a las Américas

    No es mala herramienta la «curiosidad histórica» para conseguir divulgar Historia entre el público general e incluso en el más aficionado a esta ciencia social. Sin embargo, aunque atrayente –lo curioso- puede confundir y llevar a errores de bulto. No, las Islas Canarias no son restos del mítico continente de la Atlántida. Sentimos no poder confirmarlo con supuestos yacimientos arqueológicos tan increíbles como reveladores y tan de moda ahora en la divulgación por buscadores de Internet. Ni sus pobladores originarios, los guanches*, son los supervivientes de esa civilización mitológica. Aunque el debate académico siga abierto, las teorías más aceptadas de su origen y cómo llegaron a habitar las islas se han clarificado con las últimas pruebas de ADN. Han demostrado varios componentes genéticos todos vistos también en poblaciones norteafricanas. 

*[El término guanche se refiere solo a los aborígenes de Tenerife, aunque el uso popular haya extendido el nombre a todos los originarios habitantes de las Islas Canarias]

Con estos datos fiables, la teoría del origen berebere de los canarios es la más aceptada. Y la forma de llegar estos bereberes a las islas, hace unos 2.500 años, se compara con otras migraciones que poblaron archipiélagos desde zonas continentales próximas. Es el caso de Indonesia, donde lenguas de tierra que ahora no existen y navegación en balsas rudimentarias poblarían desde el continente asiático todas las islas, como la de Sumatra, Borneo y Java. Aún así, lo «legendario» ha querido persistir y se han contado «historias» de supuestos caciques bereberes de las tribus Canari que huyendo de la tiranía del rey de Numidia (actual Mauritania) vasallo de Roma Juba I, allá por el año 50 a. de C., pidieron a los fenicios de la colonia norteafricana de Essauria (Mogador) les llevasen con sus fiables barcos a "esas islas" frente a sus costas de las que referían maravillas.

El rigor histórico se fundamenta en las fuentes, ya sean primarias o no. De las Islas Canarias a groso modo se puede decir que no son muchas a las que acudir en sus etapas antigua y medieval, pero cualitativamente son suficientes. Que aparezcan en las fuentes grecolatinas no es extraño, pues a través de la cultura fenicia y sus expediciones comerciales se sabría de islas frente a colonias fenicias (como Mogador) en la costa occidental del actual Marruecos. Es la primera mención de las Canarias en una fuente histórica, la de Plinio el Viejo (siglo I) y su relato del sucesor de Juba I, el rey Juba II, que mandaría una expedición a las islas sobre el año 40 a. de C. Allí se refiere por primera vez al término Canaria por unos grandes canes (perros) que fueron llevados desde la actual isla de Gran Canaria al rey Juba. Hoy día también se alude al posible origen del término Canarias al nombre de una tribu bereber, con el etnómino canarii.

Aparte de algunas citas ambiguas en la Antigüedad de las Islas Canarias, donde parece que los romanos y luego árabes conocían bien su existencia, el archipiélago desaparece de la historia –eurocéntrica- durante mil años. Del siglo IV al XIV nada destacable hasta la supuesta expedición de los hermanos Vivaldi, genoveses a los que se les pierde la pista a finales del siglo XIII en un viaje que se cree tenía el objetivo de “redescubrir” las Canarias. Algo que sí consigue otro genovés que daría nombre a la isla de Lanzarote. Sin consenso en la fecha exacta, unos defienden 1312 y otros 1339 para situar a Lancelotto o Lanzarote Malocello como al navegante europeo que consigue «volver a poner pie» en esa isla canaria y construir un primer castillo. 

Dibujo que acompaña al informe mandado el 24 de mayo de 1678 desde Canarias al Consejo de la Suprema Inquisición sobre una erupción volcánica en La Palma. Fuente imagen

No hay más remedio que tener una visión eurocéntrica para historiar a las Canarias. De sus pobladores originarios se van conociendo datos gracias a mejores proyectos de arqueología, aunque el rastreo de su cultura sigue teniendo la principal fuente en las huellas que perduran tras su asimilación europea, en concreto castellana. De esa conquista y colonización europea desde mediados del siglo XIV y todo el XV se pueden hacer dos etapas: la señorial y la de realengo. Es decir, la primera es la que acometen señores de la baja nobleza, «aventureros» en busca de mejorar su posición social; y la segunda es la que hará referencia al proyecto de los monarcas castellanos por incluir esas tierras a su Corona, algo que culminarán los Reyes Católicos venciendo las últimas resistencias nativas en Tenerife el año 1496, cuando ya incluso se había «descubierto» América. De la primera etapa destacan el francés Jean de Béthencourt y el castellano Diego de Herrera, que aunque al servicio de los monarcas de Castilla sus conquistas son empresas particulares. Con ellas conseguían derechos señoriales y feudales sobre tierras y pueblos conquistados.

La incorporación plena del archipiélago canario a la Corona de Castilla se hace al final del reinado de Isabel la Católica, coincidiendo con las expediciones colombinas que promocionó la reina. Colón haría parada y posta en las islas Canarias en sus viajes, algo que sería habitual en todas las primeras expediciones al «nuevo continente». Durante todo el siglo XVI se produjo en las Canarias una versión a escala de la colonización americana que se realizaba paralela al otro lado del Atlántico. La particularidad canaria fue que su colonización se basó en una economía agrícola, al no existir recursos de metales preciosos u otras minerías. Sus puertos también comenzaron pronto a ser enclaves francos para el comercio entre Europa y América. De eso se beneficiaría su economía cuando la competencia americana de producción de caña de azúcar afectó a los productores canarios, hasta entonces líderes en su comercio.

En época contemporánea, desde mediados del siglo XIX, cuando el archipiélago canario buscaba articularse en la nueva configuración territorial española de provincias y regionalismos, las islas sufrieron un retraso en la industrialización general. Sería a partir de establecerse los «Puertos Francos» en 1852 que los puertos canarios y sobre todo, el Puerto de La Luz en Gran Canaria, se beneficiarán de su situación como punto de escala. Parada obligada en la navegación de barcos europeos hacia las colonias africanas y asiáticas; y ahora también a los emancipados mercados iberoamericanos. Movimiento comercial que alrededor de los puertos canarios crearía numerosos negocios y la formación de grandes fortunas. Atrayendo también a numerosa mano de obra de dentro y fuera de las islas. 

Uno de los primeros carteles de la compañía aérea Iberia promocionando el turismo a las Canarias

Benito Pérez Galdós nació en La Palma de Gran Canaria en 1843 (murió en Madrid en 1920), era la primera mitad del siglo XIX durante las cruciales transformaciones políticas y económicas de esa centuria. El fin del Antiguo Régimen y los cambios en el sistema económico basado en el mercantilismo colonial hacia la industrialización, obligarían desde esa época a muchos canarios a emigrar. Canarias sería tierra de emigrantes, siendo Cuba y Venezuela los principales destinos hasta bien entrado el siglo XX. Es en este pasado siglo XX que se acentúa la «rivalidad» interinsular por conseguir la capitalidad del archipiélago y mayor influencia ante Madrid. Será el llamado «Pleito Insular» entre Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife. Las elites económicas y grupos sociales dominantes de las dos capitales serán rivales a la hora de atraerse el favor del gobierno de Madrid y así conseguir el control político y económico de las Islas. 

Rivalidad que se ensombreció durante la época de la dictadura franquista y el llamado «desarrollismo» económico, centrándose todos los esfuerzos canarios en el boom del turismo; industria de la que Canarias será un líder internacional desde la década de 1960. Con el regreso de la democracia y el Estado de las Autonomías, las Islas Canarias reavivaron al debate interinsular donde se dieron corrientes que iban desde el regionalismo moderado al nacionalismo «radical». Lo que permanece inalterable en el tiempo es la eventualidad provocada por el origen volcánico del archipiélago. Ya en el mismo siglo XVI de su colonización existen registros de erupciones volcánicas como la que sufre desde el pasado 19 de septiembre de este año 2021 la isla de La Palma


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

Publicar un comentario

0 Comentarios