Bandera independentista canaria
Los
tópicos, por desgracia o por fortuna, según se mire, se suelen
cumplir en muchas circunstancias de la vida. En la ciencia histórica
existe uno muy aceptado por todos: la Historia la escriben los
vencedores sobre los “huesos” de los vencidos. En este caso sería
un tópico que se cumple por desgracia... Antonio Cubillo quiso ser
el Libertador de las Islas Canarias, cual Bolívar o San Martín
cualquiera, emulando a los libertadores iberoamericanos, enlazando
hondamente la historia del archipiélago canario (fuerte emigración
canaria a la región) con el Caribe. Cubillo, el líder
independentista canario, envidiaba las emancipaciones de Cuba o la
República Dominicana y le hubiera gustado ser protagonista histórico
como los libertadores, pero era un completo desconocido, más allá
de los nacionalistas canarios y algún historiador especializado en
las islas afortunadas, nadie conocía su obra. Los “vencedores”
le habían arrinconado en un cajón olvidado de la historia.
Desde
su retiro del activismo directo en los años ochenta, Antonio Cubillo
es el ejemplo perfecto de ninguneo y desprecio hacia un personaje
incómodo, descolocado en la sociedad española. Víctima de un
atentado en 1978 (inicio de la democracia española), con la
implicación de los servicios secretos del Estado español, tuvo que
caminar con muletas y padecer secuelas de las heridas del intento de
asesinato el resto de su vida, hasta ayer que falleció a los 82 años
de edad. El fundador del Movimiento por la Autodeterminación
e Independencia del Archipiélago Canario (MAIAC) vivía en el más
absoluto de los olvidos históricos, hasta que su sobrino, Eduardo
Cubillo, realizó un documental sobre sus últimos años y su perdón
a José Luis Espinosa, el hombre que le intentó matar en Argel,
donde vivió exiliado hasta su regreso en 1985 a Tenerife para volver a ejercer de abogado (su profesión) y pasar al anonimato histórico.
Al igual que los
libertadores iberoamericanos, Cubillo soñaba con una gran unidad
regional, que uniera el archipiélago canario al Sahara, Marruecos,
Túnez y Argel... el Norte africano, empezando por las posesiones
españolas (estamos hablando de los años 50-60 del siglo XX) en la
región, como base emancipadora de toda la zona, aunque (al igual que
en Hispanoamérica) sin un rechazo frontal de lo hispano, más bien
una autodeterminación de la nueva identidad surgida desde lo
hispano. Pero, obviamente, la dictadura franquista no permitió ni la
ensoñación de ese proyecto. Con la transición democrática, como
hemos visto, la existencia del movimiento independentista canario no
corrió mejor suerte.
También hay que indicar
la baja, casi nula, influencia que ha tenido el MAIAC en la sociedad
canaria. Quizás por sacar a su organización de la batalla legal y
política (del entorno del Partido Comunista, ya legalizado) y
llevarla a la lucha armada; los actos terroristas del movimiento
independentista liderado por Cubillo le llevaron al protagonismo en
esos años 70, pero al protagonismo negativo de la historia, más
cuando sólo añadían mayor inestabilidad en la joven democracia
española.
Fuente de la imagen: Agencia EFE. Antonio Cubillo
Los canarios, en general,
son nacionalistas moderados, como lo demuestra que la Comunidad
Autónoma de Canarias haya sido gobernada la mayor parte de las
legislaturas autonómicas por el partido nacionalista (conservador)
Coalición Canaria. La independencia goza de simpatía, de amplia
simpatía, cuando se lleva al terreno de la eterna queja de que la
península tiene olvidado y marginado al archipiélago canario; sin
embargo, la simpatía no se tornará en fortaleza política o
material de la sociedad canaria. La autodeterminación no tiene visos
de materializarse porque no tiene raíces para sustentarse. A pesar
de todo, el “Libertador” canario, murió defendiendo hasta su
último día la independencia canaria.
Qué interesante porque aquí nadie sabe que hubo un Libertador canario. Si 'gana' o 'pierde' es lo de menos, ya dejemos eso de que 'a la historia la escriben los vencedores' que es de la Edad de Piedra. A la historia la escriben los hombres íntegros. Puntos. Y este hombre, por las señas que das, era un hombre íntegro.
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