En bonanza y en crisis los ricos son cada vez más ricos, los pobres cada vez más pobres. Un informe reciente de la OCDE lo demuestra. Paradoja o corrupción e ineficacia del sistema.
El estudio ha sido entre los mismos estados miembros de la OCDE. La distancia que hay entre los salarios más altos y los medios y los más bajos ha aumentado tanto como no lo hacía en décadas. Desde luego eso no puede llamarse progreso. La economía de la zona euro está a punto de entrar de nuevo en recesión, ya ni la locomotora de Alemania puede tirar con fuerza del tren económico. Sin embargo, sí que hay personas que “progresan”. En tiempos de crisis los más ricos aumentan su poder adquisitivo y sus niveles salariales. ¿Cómo es posible tamaña injusticia?
Informe, pero no estudio
El informe no llega a ser un estudio o una investigación técnica de los por qués de esta situación paradójica, aunque la misma evidencia de los datos nos puede servir de esencial análisis. La distancia se agranda porque la riqueza generada, por menor que sea en tiempo de crisis, se reparte mal, peor que en tiempos de bonanza. En el reparto se está olvidando a cada vez más gente, dejando a gran parte de la clase media sin recibir el correspondiente aumento progresivo de su salario (su riqueza), véase el caso de los funcionarios europeos, con bajadas salariales de hasta un 10% en determinados casos. Es el sacrificio por tener trabajo fijo y estable, un lujo en economías como la española.
Pero el informe hace mención también a una causa coyuntural, al progreso tecnológico. La cualificación técnica exigida por las nuevas tecnologías ha significado que los trabajos más técnicos han sido los mejor pagados. Es decir, las mejoras salariales han afectado a las clases ya de por sí mejor colocadas, las clases altas y medias altas que han podido formar a esos trabajadores en la nueva tecnología demandada por el mercado laboral. Conclusión obvia: el progreso técnico premia al trabajador más formado y perjudica el menos cualificado.
Contrato social
"El contrato social se está empezando a deshacer en muchos países". Son palabras del mismo secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, al presentar el informe al que nos estamos refiriendo, advirtiendo, sin dramatismo, sobre las más que posibles futuras tensiones sociales. Alarma social que debería ser tenida más en cuenta, porque el mismo informe quiere equilibrar los malos datos con apuntes positivos. Una de las luces es que las diferencias sociales entre países se ha reducido y existe una mayor clase media en todos con una también mayor esperanza de vida, gracias a los países de economías emergentes.
Lo que no puntualizan esos optimistas es que (y disculpen el término tan castellano) están empleando una “vara de medir” poco creíble. El nivel, por ejemplo, en el que determinan en América Latina considerar “clase media” ha bajado, valga la redundancia, de nivel. No son los parámetros de bienestar social y grado educativo que se aplicaban en Europa hace menos de un lustro para fijar cuando se alcanzaban niveles de clases medias.
Redistribución más equitativa o producir más riqueza
La economía global tiene su parte de culpa en la tendencia a crecer de la desigualdad. Evidentemente al competir de forma global, la mano de obra menos cualificada de los países desarrollados tendrá un serio contrincante en la mano de obra más barata de las potencias emergentes. Lo más fácil sería que esa mano de obra que pierde su trabajo ante una que se “ofrece más barato” hiciese una “contraoferta” y que se ofreciese por igual salario. Es lo más cómodo para el empresario y lo que está pasando en el caso de España, ya que la demanda de trabajo aumenta y la “oferta de salario” puede bajar... hasta niveles “indecentes”, que no permiten mantener el poder adquisitivo de las clases medias y bajas dentro de la estructura económica del país. El nivel de vida de la clase media de Madrid no era ni es (todo llegará) el de Pekín.
Los impuestos (de fiscalización progresiva) y los servicios sociales (de calidad) son el único remedio para la desigualdad. Se recortan distancias sociales con unos buenos servicios cívicos públicos. La educación pública de calidad es esencial. Esa mano de obra menos cualificada que pierde su trabajo frente a una mano de obra más barata necesita formación; ser formada y que les cualifique para obtener trabajo (ganar dinero, generar y conseguir riqueza) en el nuevo mercado laboral. Pero ese es el camino más complicado y más lento, impacienta a los de por sí nerviosos e impacientes mercados que no suelen esperar.
Un comedor social en Madrid |
Ricos y pobres
Algunos economistas y analistas nos recuerdan que desigualdad no es lo mismo que pobreza. Las distancias más grandes entre ricos y pobres no se dan en los países menos desarrollados. Es en la primera potencia, los EEUU, donde la desigualdad entre ricos y pobres es más honda. Para estos teóricos economicistas el asunto grave de la desigualdad es la miseria. La paradoja de que en el país más rico del mundo la desigualdad sea mayor la explican considerando que puede crecer esta desigualdad mientras se combata y se acabe con la miseria. Para ellos acabar con la miseria sería la “tarea pública”, de la inversión estatal, y no la reducción de las desigualdades salariales.
En fin, es evidente la persistencia en el error de estas teorías. Siguen las corrientes neoliberales que defienden el fuerte crecimiento económico (el generar más riqueza, aunque no explican el cómo) para crear trabajo y oportunidades de negocio, sin preocuparse en la redistribución ni en las desigualdades. Es por eso que tampoco creen en la subida de impuestos, por el temor a que los ricos no inviertan más al tener gran presión fiscal a la que atender y no procuren así la “oportunidad de más riqueza”.
En época de bonanza casi todos los países de la OCDE, incluso con gobiernos socialistas, bajaron impuestos o los eliminaron, siendo los más favorecidos por ello los más ricos (en España se rebajó el impuesto sobre sociedades y eliminó el de patrimonio), pero el índice de crecimiento económico se mantuvo igual, incluso decreciendo a partir de 2007. Entonces, ¿por qué no se suben los impuestos a los más ricos? Ni idea, una posibilidad sería que el temor a que no se gasten su dinero en inversión productiva por tener altos impuestos es muy grande entre los dirigentes de los gobiernos.
Hipotecando el nivel de vida
Que en un país entre la “clase media” a vivir se ve cuando las familias tienen al menos un coche (no muy viejo) y hasta dos televisores por casa. Que las cosas van bien cuando se tienen hasta dos y tres coches por familia (padres e hijos), más de un DVD y al menos un PC y un portátil. Eso parecía ser la clase media en países desarrollados como España. Hasta esas familias podían viajar una vez o dos al año de vacaciones, una, incluso, al extranjero. Los violines de la fiesta sonaban y el vals de la felicidad parecía una marcha húngara a “todo trapo”. Pero las burbujas del cava o el champan se pincharon súbitamente y la fiesta se acabó.
Pinchó en España la burbuja inmobiliaria y al igual que en los USA el desinflado fue también en la burbuja financiera de las hipotecas y los créditos. Los que veían solo el “tapiz de la riqueza” que tapaba las humedades de la desigualdad (siempre estuvo ahí, pero oculta por el oropel) también fueron los que se endeudaron (pidieron un adelanto de esa supuesta riqueza) para tener un mejor coche (en España jóvenes de 20 a 30 años se han comprado vehículos de gran cilindrada y lujo con créditos que ahora muchos no pueden pagar), los que quisieron una segunda vivienda, los televisores último modelo en cada habitación de la casa, los que desearon un crucero por el Caribe... todo muy loable, aspiraciones posibles, aunque para ello tuvieran que endeudarse.
Habrá que cambiar los indicadores de “clase media” y considerar como aquélla a las familias que logren, dignamente, ir afrontando sus numerosas deudas. Datos para reflexionar recogidos de una información de El País:
“...el peso de la deuda de las familias, que equivalía al 32% del PIB en 1995, era más del doble en 2010, un 85%. Por hacer una comparación -odiosa-, en Alemania se mantenía estable en el 61% en el mismo periodo”.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
3 Comentarios
Tus artículos no tiene desperdicio.
ResponderEliminarMónica
Te acabo de enviar un comentario, pero no se si quedó publicado.
Bueno, se ve que no había quedado mi comentario.
ResponderEliminarTe decía que se van dando todas las características de la crisis de 1929, pero multiplicadas. Mientras las economías 'reales' manejan decenas de millones de dólares, los 'mercados financieros' mueven decenas de millones de dólares, de manera que si deciden 'atacar' ¿tienes idea de a quiénes pedirle ayuda? ¿A los extraterrestres?
Hola Mónica:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus comentarios, hasta que no los superviso no salen publicados... aunque en tu caso no hubiera hecho falta el "filtro". Es verdad lo que dices, aunque ya están atacando porque han visto peligrar su predominio; es la paradoja de este siglo y de los lustros finales del XX, que ya no pintan tanto las economías 'reales', las productiva e industriales, los negocios financieros venden y compran humo y parece que casan bien con los nuevos negocios mercados de las nuevas tecnologías, que también parecen vender sólo humo...