Nos llena de orgullo y satisfacción comprobar que los jóvenes y el resto de ciudadanos que se han manifestado en Valencia (España) en protesta por las brutales palizas policiales llevan como toda arma libros; uno de ellos es ‘Algo va mal’, de Tony Judt, citado en este blog varias veces y del que he realizado una reseña. Es un imprescindible ensayo largo, muy inteligente, sobre como se está retrocediendo en el bienestar y en la igualdad social conseguida, duramente, desde final de la Segunda Guerra Mundial, en los años 60 y 70. Es para pensar, aunque también nos sirve para entender por qué y cómo debemos actuar y resistir.
Con el libro ‘Algo va mal’ en mano se protestaba porque es evidente que pegar porrazos a estudiantes y menores de edad es ir por malísimo camino. Los dirigentes conservadores y de línea neoliberal extremista nunca entenderán el gran cambio que se ha producido en este siglo en el mundo político. No entendieron que la política exterior y la política económica ya no son “razones de Estado” desde la caída del muro de Berlín. No entendieron cómo los ciudadanos (el vulgo poco preparado y corto de miras) se oponían a una guerra corrupta y de doble moral como la que emprendió Bush en Irak en el 2003. No podían dar crédito a que la Opinión Pública dictase la política exterior de los estados, de las potencias. No lo podían entender porque no se dieron cuenta que Aznar no era Churchill y Bush no era Roosvelt, ni de lejos. Ni las circunstancias eran las mismas, ni de lejos.
Cuando los gobiernos conservadores, casados con los poderes financieros, se den cuenta que para hacer política de Estado, política exterior y política económica, deben atender con más respeto y consideración al clamor popular, a la opinión de la calle y de la ciudadanía, quizás no justificarán lo injustificable y no pondrán el listón del “Estado de derecho” tan bajo considerando “enemigo” a unos jóvenes escolares o a los ciudadanos que, con razón, se mostraron iracundos y violentos con los agentes policiales. La violencia de estado a través de la violencia policial no es exclusiva de los partidos de derechas; sin embargo, la inteligencia y el sentido común (que el gobierno pide) se demuestran con la responsabilidad política de calibrar, medir, el tipo y el grado de actuación policial ante unas protestas o manifestaciones. El PP, y especialmente en Valencia, parece abusar de esa capacidad de control y seguridad del Estado de derecho que es la policía en una democracia.
Nuestro colaborador, Luis Pérez, aporta un interesante artículo sobre este punto del “terror y violencia” que puede ejercer el Estado contra sus ciudadanos… leer el texto.
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