Autor: Coentor. Fuente: Wikimedia
Algunas consideraciones sobre la violencia
legitimada o cuando el terrorista es el Estado
“Se define estado como la institución que posee el monopolio legítimo de
la violencia dentro de un territorio”. Max Weber (1864 – 1920)
Dedicado a todos los estudiantes de Valencia
Si no somos capaces de encontrar
una definición de validez y aceptación universal respecto al terrorismo, más
problemática es la cuestión si nos fijamos en uno de sus fenómenos más
extendido y deleznable: el terrorismo de estado. En este caso, las diferencias frente al terrorismo clásico son
evidentes, principalmente atendiendo al agente que emplea la violencia como
herramienta política. También respecto a los medios, muchas veces bajo amparo
legal. Y por último, respecto a su objetivo, que es el sometimiento de una
población, ya sea la propia o la de otros estados.
La violencia como instrumento de
las autoridades gubernamentales de un determinado país puede adquirir una gran
multitud de formas.
Puede ser ejercida mediante
cobertura legal, mediante acciones que lindan peligrosamente los límites de lo
permitido judicialmente. En este caso esta violencia suele tener como principal
agente a las propias fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ya sea en forma
de policía, ejército u otras asociaciones y/o organizaciones. No es difícil
encontrar noticias en las que las autoridades judiciales y las organizaciones
de defensa de los derechos civiles cuestionan la validez de determinadas
actuaciones policiales.
Pero la violencia gubernamental
puede ser ejercida, también, desde ámbitos que se encuentran, sin lugar a
dudas, fuera de toda legalidad y constitucionalidad. En este caso, las
autoridades pueden optar por acciones ilegales a cargo de sus propios agentes,
o contar con la participación de grupos y organizaciones paralelas y fuera de
la estructura administrativa del estado en cuestión. En España, nuestro país tan
familiarizado con la violencia política, podemos citar numerosos ejemplos, el
más reciente el de los GAL.
Autor: Pablo – flores. Fuente: Wikimedia. Placa en memoria de los desaparecidos, Rosario, Argentina
Por último, el Estado puede
intentar legitimar el uso de la violencia contra grupos opositores mediante la
promulgación de normas que justifiquen, alienten y den cobertura a la violencia
política. Este sería el caso, por ejemplo, de las estrategias de terror
impuestas por la mayoría de las dictaduras latinoamericanas. O atendiendo a muestras más recientes, los intentos de
determinados países de justificar agresiones a países terceros mediante una
supuesta legitimación legal y, sobre todo, moral. No hace falta mencionar las
recientes intervenciones bélicas de los Estados Unidos en diferentes partes del
globo.
El sociólogo William Schulz
(recogido del artículo de Elías Padilla Ballesteros, La memoria y el olvido) apuntaba a
los distintos niveles de violencia estatal, distinguiendo:
- La opresión, derivada de la violencia basada en las
estructuras socioeconómicas
- La represión,
las acciones represivas de acuerdo con su legislación
- El terror, basado en la violación de los preceptos
de las leyes nacionales e internacionales
La lectura preocupante de esta
escala de niveles reside en las últimas causas que pueden llevar a que los
responsables políticos decidan optar por las estrategias violentas como modo de
someter la voluntad de la población a la que dicen representar. Una lectura de
los diarios de información nos puede servir para observar cómo la crisis ha
desembocado en un alarmante incremento de los niveles de opresión. Las
autoridades políticas han permitido que las autoridades financieras desarrollen
unas crueles campañas de opresión contra la población, generando un clima de desconfianza
que nuestra sociedad no había conocido en muchos años.
La preocupación es más que
evidente cuando observamos como esos altos niveles de opresión están dando paso
a la práctica sin paliativos de estrategias represivas. Los últimos casos han
sido los vividos en las calles de Valencia entre policía y estudiantes. Ahora,
ante el sombrío panorama que se cierne sobre la economía española y, por lo tanto,
sobre la sociedad, la pregunta es la siguiente: ¿el Estado apostará por la vía
represiva para acallar el malestar social?
Luis Pérez Armiño©
2 Comentarios
Excelente disertación, ahora solo hace falta que lo oigan los sordos.
ResponderEliminarcomo estudiante de derecho en la UOC te felicito por la reflexion
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