Muere Santiago Carrillo, a los 97 años


                                                            Foto, de la web de UGT


“España, mañana será republicana, pero ahora, hoy (la Transición), tenemos cosas más urgentes y necesarias que hacer...”
Palabras de Santiago Carrillo en 1977 cuando se legalizó el PCE (Partido Comunista de España)


Muere Santiago Carrillo, un siglo de historia en España


Santiago Carrillo ha muerto mientras dormía la siesta esta tarde, 18 de setiembre, en su domicilio. Desde hace unos meses, en julio fue ingresado por una insuficiencia circulatoria, se encontraba enfermo, aunque no tanto como para permanecer en el hospital. Tenía 97 años y seguía fumando como cuando a los 19 era secretario general de las Juventudes Socialistas del PSOE (Partido Socialista Obrero Español).

Tertuliano, escritor y analista político


Desde 1985 que fue dejando la política activa, sus tareas principales fueron las de observador y “vigilante” de las cuestiones sociales y políticas de una España que dejaba atrás el periodo inestable de la Transición democrática y se consolidaba como país moderno y democrático en el seno de la Unión Europea.

Tuvo una participación frecuente en medios de comunicación, conferencias y seminarios, siendo el personaje político que podía aportar testimonios de primera mano de periodos tan trascendentales para nuestra reciente historia como la II República, la Guerra Civil, el exilio, la lucha antifranquista, la Transición democrática y la llegada al gobierno de un partido socialista, tras casi cuarenta años de dictadura.

La Guerra Civil española


Para Carrillo el Partido Comunista de España en 1934-36 era una fuerza minoritaria. Su intención era unificar a las juventudes socialistas con las comunistas, atraído por la vitalidad revolucionaria bolchevique y la Internacional comunista, pero veía al PSOE aún como fuerza líder de la izquierda. Eso cambió en noviembre de 1936, cuando el gobierno socialista de Largo Caballero abandonó Madrid dirección a Valencia y dejó la defensa de la capital republicana en manos del general Miaja y de los milicianos de partidos de izquierda y organizaciones sociales, la mayoría comunistas o anarquistas. Santiago Carrillo decide ingresar ese mismo 6 de noviembre de 1936 en el PCE.

Enseguida consigue ser nombrado miembro de la Junta de Defensa de Madrid, que dirigida magistralmente a nivel militar, como cuenta el mismo Carrillo en su libro “La Segunda República. Recuerdos y reflexiones”, por el general Miaja (un alto mando que permaneció fiel a la República), consigue no ser tomada por los sublevados. Aún así estuvieron a menos de 200 metros de la cárcel Modelo, llena de militares detenidos como presuntos golpistas y la Junta teme que se unan a los sublevados, siendo la "5ª Columna". Muchos son sacados de la cárcel y asesinados en Paracuellos del Jarama. Carrillo nunca se reconoció culpable al considerar el caos que vivían y la imposibilidad de controlar a los incontrolables.

Secretario General del PCE


Durante la II Guerra Mundial el PCE es partidario de seguir la lucha partisana y guerrillera desde Francia contra Franco, pero en 1942 muere el secretario general del partido, José Díaz, promotor principal de este tipo de resistencia y es sustituido por Dolores Ibárruri que es más afín, junto a Carrillo, de la lucha clandestina y pasiva, una idea atribuida a Stalin, según contaba el mismo Santiago Carrillo.

En los años 50, cuando muere Stalin en 1953, se da una cierta “apertura” autocrítica en la Unión Soviética, condenando las formas de gobierno estalinistas. Carrillo se adscribe a esta corriente crítica y más democratizadora de las estructuras comunistas. “La Pasionaria”, Dolores Ibárruri, dimite en 1959 y al año siguiente el Comité del PCE nombra Secretario General a Carrillo. Cargo que ocupará durante más de 20 años.

El fracaso del Eurocomunismo


Todos, historiadores, la clase política y la sociedad española bien informada, admiten la gran importancia de Santiago Carrillo en la labor de reconciliación nacional. Sus cesiones dogmáticas de partido hicieron más fácil (y es una forma de hablar, el proceso fue complejo y difícil) la Transición democrática. Detalles como aceptar la bandera roja y gualda, el himno nacional vigente y a la monarquía en sí, permitieron que el aire fresco de la democracia no se enturbiase.

Sin embargo, esas concesiones a la joven monarquía democrática le valieron la incomprensión en el seno republicano y en el grueso de su partido el PCE, nada cómodo con esa versión europea del comunismo, conocida ya como “Eurocomunismo”. En 1982, el gran triunfo del PSOE, con más de 200 diputados en el Congreso, volvieron a convencer a Carrillo de que la izquierda en España, como en 1934, era ya solamente del partido socialista.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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