Capítulo VIII
La Ayuda Suiza y cómo descendió la mortalidad infantil en plena guerra
Luis Manuel Expósito Navarro (UNED)
En agosto de 1938, hay una reunión en Madrid donde los
miembros de Ayuda Suiza evalúan la situación tras los cambios habidos: rotura
del eje Barcelona-Valencia tras la toma de Vinaroz por las fuerzas armadas de
Franco, fusión parcial de Ayuda Suiza con la Comisión Internacional,
nombramiento de Rodolfo Olgiati como delegado de dicha comisión para toda la
zona centro y sur, y mantenimiento de los comedores y dispensarios de ropa en
Madrid. Los voluntarios suizos realizaron un trabajo admirable en los diversos
comedores infantiles y el de ancianos de El Porvenir, donde se llegaron a
servir 1.600 raciones diarias, sumando los cuatro turnos de comida de los
ancianos más los turnos de desayuno y de merienda de los niños.
El mayor problema con que se encontraron fue la falta de
suministro de determinados productos para las comidas, dado que para servir los
desayunos y las meriendas no tenían excesivos problemas, siempre que no les
faltara la leche en polvo. Aprovechando que poseían excedentes de este producto
al menos para algunos meses, los suizos llegaron a un acuerdo, una especie de
contrato de permuta, con el Ministerio de Sanidad y Asistencia Social, mediante
el cual, éste se comprometía a entregar diversas cantidades mensuales de arroz,
legumbres, harina y aceite, alimentos que extraían de las partidas asignadas a
los hospitales civiles, a cambio de la entrega por parte de los suizos del
correspondiente valor en leche en polvo. La escasez de este preciado producto
en los centros hospitalarios motivó este acuerdo temporal que posiblemente
benefició a un buen número de civiles. Y no era que hubiera un excedente de
aquellos alimentos en el entramado de hospitales, sino que la escasez de leche
era tan alarmante que provocó aquel trueque.
El motivo es que el Ministerio, desde que comenzó una nueva
andadura en el verano de 1937, había instalado en Madrid dieciséis grandes
centros de atención infantil, en los que, en total, se atendía semanalmente a
30.000 menores de dos años, a quienes se daba la adecuada cantidad de leche en
polvo para su edad o peso. La leche era, por ese motivo, fundamental para el
funcionamiento adecuado de estas instituciones y lo paradójico del caso es que
en un país en guerra, en una ciudad sitiada y bombardeada, en los trece meses
que estaba en funcionamiento esta red de
centros pediátricos, se había reducido la mortalidad infantil en un uno
por ciento. Pero las previsiones se habían hundido por completo cuando un barco
cargado con 40 toneladas de leche en polvo cuyo destino, en gran parte, era
esta red de centros hospitalarios, también se hundió con toda su carga al ser
bombardeado el puerto de Valencia por la aviación del bando de Franco.
Parcialmente se trataba de llenar ese vacío con el trueque con los suizos o con
una pequeña reserva de leche condensada, pero el verano podía hacer estragos
mediante los previsibles trastornos digestivos entre esa población de 30.000
niños menores de dos años que permanecía junto a sus madres en Madrid todavía.
La idea de Olgiati fue tratar de
paliar esta situación. Los productos que se necesitaban con urgencia, en estos
casos eran la leche albuminosa especial —una leche ácida, rica en proteínas y
pobre en grasa e hidratos de carbono, ideal para el tratamiento de las diarreas
infantiles— y babeurre —un suero de
mantequilla o mazada, que es un producto lácteo líquido de color
blanco-amarillento, ligeramente menos espeso que la nata, con un contenido bajo
en grasa y un sabor ligeramente agrio—. El primer producto se podría fabricar
en Madrid, siempre que se dispusiera de cantidades suficientes de la materia
prima necesaria, la leche en polvo. En las circunstancias de entonces, ese
producto debía ser importado. Con diez toneladas de leche en polvo se podría
producir en aquel verano la requerida cantidad de leche albuminosa para los
centros de asistencia infantil de Madrid y su provincia. En esos momentos, la
delegación de Ayuda Suiza en Madrid, como depositaria de la Comisión
Internacional, disponía de una pequeña reserva de leche en polvo que podría
proporcionar dos toneladas de leche albúmina de inmediato.
Una vez conocida la necesidad,
comprendido el proceso y analizado el coste y las posibilidades, siempre
teniendo en cuenta el stock y las previsiones futuras, la Ayuda Suiza se pudo
manos a la obra y comenzó el proceso de fabricación para producir leche albuminosa. Al mismo tiempo, y en previsión de algún contratiempo, enviaron un
telegrama urgente a su central en Suiza pidiéndoles el envío de una partida del
otro producto milagroso contra las diarreas infantiles: la babeurre.
La idea, madurada durante mucho
tiempo, era crear un comedor nuevo, que sería destinado únicamente a niños
enfermos y convalecientes, seleccionados de entre los niños que estaban asignados
a los comedores suizos o a los que se estaban creando bajo la bandera de la
Comisión Internacional. Con la experiencia de los voluntarios suizos y las
buenas relaciones que ya poseían, podría ser relativamente fácil organizar este
comedor. Sin embargo, se iban a topar con enormes dificultades en la
adquisición de equipo de cocina, etc., pues el devenir de la guerra había
supuesto una mayor escasez en todo este tipo de productos necesarios para un
montaje de ese calibre.
Madrid resistía el embate de las fuerzas franquistas en una
batalla que parecía inacabable. Sin embargo, el “No pasarán” cada vez se
escuchaba más débil, ante las malas noticias que iban llegando desde otros
frentes. La delegación de Ayuda Suiza en Madrid, encabezada por Elsbeth Kasser, recibió a principios de diciembre de
1938 el refuerzo de algunos voluntarios llegados desde Burjassot. Entre ellos
estaba Elisabeth Eidenbenz, la benjamina del grupo de voluntarios en España,
con sus 25 años y su ilusión intacta. Había sido seleccionada para organizar y
dirigir un ropero, un dispensario de ropa, según la propia confesión que hizo a
quien esto escribe. Quizá se trate del ropero del Hospital Francés. El 16 de
diciembre, Elfriede Fliedner anotaba en su diario que había acudido al comedor
que Ayuda Suiza había instalado en la calle Serrano para hablar con la
enfermera Elsbeth Kasser sobre el ropero que se acababa de inaugurar en el
Hospital Francés o de San Luis de los Franceses, en la calle Claudio Coello,
esquina con la calle Padilla, muy cerca de la calle Serrano.
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[1] La hipovitaminosis es un cuadro patológico
producido por la carencia parcial de una o más vitaminas en el organismo, fruto
de una baja ingesta de éstas a través del régimen alimentario.
[2] La
pelagra es una enfermedad que se manifiesta debido a una deficiencia de niacina
o vitamina B3 y triptófano, que afecta la piel, el aparato digestivo y el
sistema nervioso central.
[3] EXPÓSITO NAVARRO, Luis
Manuel: ELISABETH EIDENBENZ Y "AYUDA
SUIZA" (1937-1939). Burjassot y Madrid unidos por la ayuda humanitaria,
[en línea] en http://paxaugusta.blogspot.com/2011/11/la-ayuda-suiza-en-la-guerra-civil_11.html
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