Gráfico obtenido del diario digital marxista "Diario Octubre" |
Vamos a contar encuestas, tralará,
vamos a contar encuestas de intención de voto, tralará, vamos a contar qué vota cada clase social. Sí, eso parece,
al final España está dividida en clases sociales, ¿lo había dudado
alguna vez?; otra cosa es que exista “conciencia
de clase” entre los que se levantan
a las 6 de la mañana para ir a trabajar a la gran factoría de automoción de
Villaverde (Madrid) y ensamblar los vehículos (de una gran multinacional francesa)
que se venden por todo el mundo. O que exista conciencia de pertenecer a un colectivo social entre los que se levantan a las 7 de la mañana para
atender y emitir llamadas telefónicas en un Call Center en jornadas
discontinuas o intensivas. O que les importe algo pertenecer o no a un grupo social a los que se levantan a las 8 de la mañana porque
llegan de sobra al ministerio donde son funcionarios públicos y que abre a las
9,30 horas A.M.
De esos tres perfiles sociales
esbozados muchos pensarán que todos podrían pertenecer a la llamada clase media. En efecto, los tres ejemplos
pueden ser clase media; incluso, algunos operarios de la fábrica serían
cualificados ingenieros obteniendo una renta
anual superior a los 25.000 + -
euros que fijan de baremo las estadísticas de organismos como el INE (Instituto Nacional de Estadística)
para establecerte como sujeto de las clases medias-básicas. En la administración pública también existirán
escalas que superen esa media de rentas obtenidas; será en los teleoperadores
donde encontraremos casos que ni de lejos llegarían a esos ingresos medios y es
donde mejor se observa la disminución de
poder adquisitivo de unas clases medias “golpeadas” en la crisis en todas
sus escalas.
La disminución de la renta media
y básica hace bajar los niveles de consumo
y frena la economía más doméstica,
de comercios y pequeñas-medianas
empresas; también lo hace en los grandes almacenes y centros comerciales,
pero estos pueden elaborar estrategias de supervivencia con un buen marketing
que atraiga al consumidor general, con secciones de descuento y bajadas de
precios. Es decir, que los citados autónomos
y profesionales con su propio negocio son, dentro de las clases medias, los
que más sufren que mucha población haya dejado de estar en las rentas medias, desempleados, o que sus ingresos (salarios) se hayan visto recortados y disminuidos al soportar,
además, mayor carga fiscal. Ante
este revuelto panorama sería fácil pensar que el voto de estas personas iría a
los partidos que programen una política económica más “social”...pues, no, no
se crean que es así de sencillo.
Bastantes estudios hablan que la clase media con nivel de estudios superiores, universitarios, y con una renta
superior a los colectivos que no poseen esos niveles académicos, son la base
social que apoya al nuevo partido de Podemos.
Un perfil de ese ciudadano sería el del profesor/a o el del empresario "joven",
como lo son gran parte de la cúpula fundadora y dirigente de Podemos. En la última entrevista
televisiva Pablo Iglesias ha
reconocido, en ese sentido, ser un “privilegiado”, ya que ha declarado unas
rentas de 70.000 euros anuales y su programa político económico ha fijado en 50.000 euros el tramo de renta al que
se le subirán los impuestos directos. Asegura que será el primero en no
quejarse por pagar más impuestos.
Gráfico obtenido en El país |
Además, es este perfil de votante el que más se sorprende e indigna cuando las encuestas de intención de voto siguen dando como ganadora a la fuerza política de la derecha, el Partido Popular (PP), que representa como nadie las políticas de ajustes presupuestarios, recortes sociales y filosofía del “pelotazo” (corrupción política-económica). “¿Cómo es posible que sigan ganando?, ¿no les parece suficiente lo que roban?, ¿hasta qué limites de corrupción están dispuestos a tragar?” Estas y otras preguntas he escuchado o leído estos últimos días, tras salir la encuesta del CIS de intención de voto (abril 2015), y su línea de indignación y sorpresa está más que justificada, pero resultan un tanto ingenuas también cuando vemos el panorama socioeconómico del país y las valoramos, a las encuestas, con mayor "mirada".
Hay que analizarlas como lo que
son: encuestas de intención de voto.
Por tanto, dejando para los chamanes de la política el tema de los pactos, si
sumamos la intención de voto a partidos que no son el PP, tendríamos que casi el 75% de los votantes españoles no
quieren que el Partido Popular vuelva a ganar las elecciones. Eso hace más
natural y lógica la visión sobre la sociedad española, no existe una “mayoría
de borregos” que votarán otra vez a un partido corrupto. Claro, que estarán los
críticos con el PSOE y a cuyos votantes también se les considerará bobos
por “votar corrupción”; admitida la protesta, aún nos queda casi un 60% de
españoles que no desean el PPSOE.
Luego está algo decepcionante en el análisis de la encuesta, que la situación
de crisis económica ha propiciado, y que es el factor de “estabilidad” económica como influyente y manipulador
de la intención de voto. No nos engañemos, al
PP lo único que le da votos son las “leves” mejoras macroeconómicas, tanto
en las clases altas con más rentas como en cierta clase media que teme perder
su trabajo o que busca “seguridad” económica a toda costa. El ejemplo que
apoyaría este análisis es que en Castilla-León,
comunidad de “obreros” agrícolas y ganaderos, obtienen la mayoría absoluta.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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