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Supongo que nos tendremos que
acostumbrar a leer y escuchar opiniones de todos los gustos sobre los atentados de París. Imagino que los
analistas no se dejarán llevar por sus sentimientos primarios y serán lo más
objetivos posible. Creo que razonar no es sencillo cuando nos enfrentamos al sinsentido y la barbarie, que
debemos esforzarnos más y no acudir a lo obvio como principal argumento. Sin
embargo, el panorama que se presenta ha derivado rápido en poca variedad de
razonamientos, en escasos análisis inteligentes y se ha reducido a dos
opiniones: estamos en guerra con el
terrorismo y, por tanto, se debe
guerrear; o no hay que estar en
guerra porque volvemos a cometer los mismos
errores que en los conflictos de
Irak y Afganistán, teniendo que dar una oportunidad “política” (diplomática)
al dilema.
Debates sobre temas muy
relacionados con el terrorismo sufrido esta última década en Europa, se están
relegando o, de forma directa, menospreciando. ¿Por qué no se llenan los
periódicos europeos de artículos y editoriales sobre el fracaso de la integración de los emigrantes?, ¿por qué no
abundan los artículos de opinión sobre la
parte de responsabilidad de nuestros sistemas educativos en el problema del
terrorismo? Supongo que vende menos que alentar el belicismo, reírse del pacifismo o hacer utópicas arengas sobre la paz mundial. El impacto vende y
alecciona mejor, la moderación sólo instruye.
Los franceses llevaban mucho
tiempo sospechando que su modélico sistema
de integración de los emigrantes estaba fallando. El multiculturalismo era como un grito lanzado en un acantilado. El
eco, si llega, suele hacerlo de manera leve y muy tarde. Construir una
identidad francesa con retazos de otras identidades culturales diferentes,
provenientes de las antiguas colonias, que suelen ser los principales
colectivos de migrantes queda muy bien sobre el papel y con algunas culturas ha
funcionado. El colectivo musulmán es
el que se resiste, en todos los
países de Europa, a “ceder”, a transigir, asimilando los valores básicos de la
cultura europea. Quizás por evidente no se aprecia, pero tiene que ver con los principios cristianos de estos valores,
incluso en la muy laica Francia.
Por eso debemos poner el foco en
otra problemática que, a mi entender, es el eje dorsal de toda sociedad civil y
Estado de derecho que se precie: LA
EDUCACIÓN. Sí, así, en mayúsculas y que le den morcilla a los libros de
estilo y corrección gramatical. El
sistema educativo francés vivía de las rentas, de un prestigio merecido en
otra época pero que se estaba quedando muy alejado de la nueva realidad
sociológica francesa. Y con EDUCACIÓN
nos referimos al parámetro que debe reunir, en cualquier país del mundo, a la comunidad educativa, que comienza por los
hogares (familias), sigue en los centros de enseñanza y acaba en la influencia
que los organismos culturales tienen sobre la sociedad civil en la que se
desarrollan.
"El sueño de la Razón produce monstruos", grabado de F. Goya |
Desconcierta ver como firmas
periodísticas de renombre o intelectuales de prestigio aprovechan los medios de
comunicación para optar por lo fácil. Posicionarse
por el Sí o el No a la guerra. En especial me decepcionó un reciente artículo
del británico John Carlin en El País, “¿Por qué no podemos llevarnos todos bien?”; no sabía que llevase
dentro un 007 con licencia para matar. Me encantan sus crónicas, seguía las de
fútbol (Euroliga) porque eran un excelente retrato de la idiosincrasia europea,
pero no comparto muchas de las opiniones de ese artículo. Empezando por el tono
belicista chulesco, llamando poco más que idiotas “buenazos” a los partidarios
de soluciones no belicistas. Tampoco es de recibo no reconocer que existen
ciertos “enemigos” o “fantasmas” en el interior de Europa que han causado
este rebrote del terrorismo yihadista, algo que no nació en este siglo. Esos “enemigos”
se han manifestado por “la mala educación”. Sí que comparto esa crítica que
Carlin hace sobre la obtusa visión de gran parte de la Izquierda mundial, que
hace culpable de todo al “imperialismo” Occidental.
Hasta puedo llegar a compartir la
idea principal del artículo de John
Carlin: la necesidad de ir a una
guerra (justa y legal) porque este nuevo terrorismo islamista quiere la
guerra, no ha dejado opción para otra cosa. Ahora bien, que esa lamentable
imposición de las graves circunstancias no nos haga olvidar asuntos cruciales
para vivir en la paz (una circunstancia, según Carlin) que toda guerra “necesaria”
debe traer. ¿Qué cuales son esos asuntos esenciales? Pues, la ‘Educación para
la Ciudadanía’…algo tan menospreciado por las controladoras de la moral
(religiones), que por ejemplo en España se suprimió de las escuelas. Así pasa, que
todos idiotas: belicistas y pacifistas.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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