El caso de los refugiados en Alemania y las agresiones sexuales a mujeres

Desnuda protesta contra agresiones sexuales en Colonia. Imagen
capturada de vídeo, informativos Telecinco

Resulta muy complicado mostrar equilibrio en el análisis de este caso. Suelen ser incidentes que no dejan espacio a la moderación: o se condenan de manera vehemente o se intentan justificar de forma torticera. Cada interprete de la cuestión, que opine o analice de ella, acabará cediendo ante la compleja tesitura de elegir entre más libertad o más seguridad. Un hombre sabio de 90 años, un anciano de esta "tribu global" en que se ha convertido el mundo, el sociólogo de origen polaco (y judío), Zigmunt Bauman, nos confirma que ese dilema entre "libertad y seguridad" existirá siempre y es casi imposible de conciliar: "Son dos valores tremendamente difíciles de conciliar. Si tienes más seguridad tienes que renunciar a cierta libertad, si quieres más libertad tienes que renunciar a seguridad."  (Extracto de la entrevista a Bauman publicada en El País el pasado 9 de enero)

Eso sí, aunque el posicionarse sobre este asunto tan desagradable pueda acarrear problemas morales o éticos de mayor calado, reflexionar sobre todos sus aspectos da mucho juego. En otras entradas de Pax augusta se habló de la violencia sobre las mujeres y el símbolo de libertad que supone el cuerpo de la mujer. No en vano, a nuestro juicio, la 'Revolución sexual' de la mujer en la década de 1960 supone un paso tan crucial como los movimientos políticos-sociales de esos mismos años en la consecución de las libertades individuales en las sociedades desarrolladas. En los Estados cívicos y de derecho, las libertades de cada uno están garantizadas (y limitadas) gracias a la protección jurídica que da el conjunto de individuos, la sociedad.

¿Qué ocurre cuando llegan refugiados procedentes de países o regiones sin libertades individuales y derechos sociales? Pues lo normal en sociedades estructuradas y civilizadas es que se les acoja e inmediatamente comiencen a gozar de los derechos y libertades que tienen los ciudadanos de esa sociedad de acogida. Alemania ha sido un gran ejemplo de ello. Por tanto, esos jóvenes ebrios y violentos de la pasada Nochevieja en la estación de Colonia ( y en otras ciudades), no importa tanto que sean la mayoría refugiados o emigrantes (se organizaron por las redes sociales casi un millar) como que sean hombres con actitudes machistas y denigrantes contra la dignidad y libertad de las mujeres alemanas.

Entiendo que sea complicado separar el grano de la paja, comprendo que la sociedad alemana se replantee la política de su gobierno hacia los refugiados (la mayoría sirios que huyen de la guerra civil de su país), hasta puedo entender que aumente el recelo hacia "hombres de aspecto norteafricano o musulmán". Son reacciones humanas, igual que la de esos miles de alemanes y otros europeos (destacaron los españoles emigrados allá) que fueron de manera altruista a la estación de Munich a entregar ropa, juguetes, comida, dinero...a los refugiados que se iban amontonando allí a su llegada a Alemania. Ahora bien, me cuesta más ser compresivo con el aumento de la simpatía y de la tolerancia hacia las posturas xenófobas y racistas que siempre han manifestado partidos de extrema derecha, neonazis o antimusulmanes, contra los migrantes y refugiados por el supuesto reforzamiento moral y racional que han significado los actos criminales de la pasada Nochevieja.

El debate de "imposible equilibrio" se ha abierto en Alemania y el resto de Europa. Para la canciller Merkel supone una grave crisis política, afectando a su propio gobierno de 'gran coalición'. Las medidas tomadas hasta ahora, en mi opinión, sí que son equilibradas a corto plazo. Detener y expulsar a los criminales con condición de refugiados es de ley; sin embargo, a largo plazo, el endurecimiento en las condiciones de emigración y asilo, el mayor control policial en busca de mayor seguridad, dificultará llegar a soluciones eficaces en el problema que ha marcado las relaciones internacionales en Europa en el último año: la crisis de refugiados. 

Un ejemplo: el gobierno alemán se plantea seguir con la "cara amable" si son refugiados sirios, porque reconocen que son huidos de una guerra civil. Sin embargo, facilitará la expulsión de afganos y pakistaníes al dificultarles la obtención del estatus de refugiado, al considerar que Afganistán y Pakistán son países que se puede vivir...¿en serio? No hace falta ser muy observador para saber de las "dificultades de vivir" en esos dos países poco o nada estructurados como estados de derecho. 


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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