El Sultán a la deriva



 
Erdogan declarando el Estado de Emergencia tras el Golpe fallido. Fuente imagen
Desde verano de 2013, Occidente se encuentra en estado de shock. El antiguo aliado de la otrora Sublime Puerta, ha virado hacia el autoritarismo más clásico de los autócratas de Asia Central o del estilo de Vladimir Putin en Rusia. Recep Tayyip Erdogan, el que fuese para el Europarlamento ideólogo la “Democracia Islámica”, se ha transformado en una pesadilla para Bruselas y Washington. Pero hay algo a preguntarse seriamente. ¿Erdogan fue alguna vez demócrata en el sentido literal de la palabra? ¿O usó esa disciplina, de no pocas cofradías islámicas de “ocultación” (taqqiyah), para evitar males mayores hacia su persona y luego ya, quitarse la máscara? Pongámonos en antecedentes.

El ex primer ministro (2003-2014) y actual presidente turco, nació en Rize, centro del país, en una familia conservadora de ascendencia Ayaria (georgianos de credo islámico). La época de su adolescencia (años 60’) se caracterizó por numerosos golpes de estado en el país y una crisis económica, con una hiperinflación que rondó los 7 dígitos. El joven Erdogan, trabajó vendiendo limonada y dulces caseros para continuar su estudios, que finalizaría en la Universidad del Mármara. En aquella época destacó como un excelente alumno y buen jugador de fútbol, aunque una lesión congénita en el pie izquierdo, truncaron su trayectoria deportiva. Al acabar sus estudios de economía, el país se hallaba en tal estado de ebullición que una guerra civil no era descartable a corto plazo. Los tiroteos diarios entre la guerrilla maoísta kurda y los ultraderechistas lobos grises del Alparslan Turkesh, dieron lugar a un golpe de Estado en 1980, con el general de la fuerza aérea Kenan Evren, a la cabeza.


Del mismo modo, y copiando los esquemas de la Red Gladio en Europa, Evren usó la fuerza del nacionalismo de extrema derecha junto al auge del integrísimo desde 1979 por la revolución islámica en Irán y la invasión soviética de Afganistán, como contrapeso frente a sindicatos, partidos marxistas o defensores de los derechos humanos. También, copiando otro esquema -esta vez el de los Chicago Boys en el Chile de Pinochet- se implementaron medidas neoliberales, puestas posteriormente en el tablero por el primer ministro Turgut Ozal, tras la vuelta al sistema parlamentario.

Durante el golpe fallido, Erdogan se dirige al pueblo por vídeochat. Fuente imagen

Como líder regional del Partido de la Prosperidad en Istanbul, Erdogan comenzó los 90’ visitando a caudillos como Gulbuddin Hekmatyar en Afganistán (líder de los integristas pashtunes), a Abbas Madani del FIS argelino y estableciendo nexos con los islamistas bosnio durante la implosión yugoslava, como fue el caso de su reunión con Hassan Çengiz y Alija Izetbegovic. De ahí pasó a ser alcalde de Istanbul, dentro del partido Refah (Partido de la Prosperidad), órgano de propaganda del padre e ideólogo del islamismo turco, Necmettin Erbakan, fallecido justamente ahora un lustro. Si bien Erdogan como gestor municipal logró una remodelación positiva de la antigua capital otomana (especialmente en temas de urbanismo y tráfico), la caída de Erbakan como jefe de gobierno en 1997 por el "golpe postmoderno” del ejército, le dieron pie a usar su posición a través de un poema adaptado de Ziya Gokalp que decía “Nuestros cuarteles son lo minaretes, nuestro poder la fe y el mayor destino, el martirio”. Erdogan fue acusado de inmediato por la magistratura del país, de socavar los principios laicos de la República Turca y condenado a 18 meses de cárcel.

Tras la caída del ejecutivo del anciano Bulent Ecevit, el partido fundado por Erdogan, AKP (Justicia y Desarrollo), gana con mayoría absoluta  las elecciones legislativas de Octubre de 2002. Por su “vida penal”, haber estado en la cárcel, será su posterior ministro de exteriores y presidente del país (2007-2014), Abdullah Gul, quien tome las riendas del ejecutivo hasta marzo de 2003, donde Erdogan en una elección local, saldría elegido miembro de la Gran Asamblea y pudo ser designado primer ministro en un momento caótico a la vista de la invasión de Irak por parte de EEUU. Con todo, su primer mandato se caracterizó por un fuerte crecimiento económico y auge de las clases medias y trabajadoras, junto a la estabilización de la moneda. Del mismo modo, su diplomacia de puertas abiertas primero a través de Abdullah Gul y posteriormente con Ahmet Davutoglu, le abrieron las puertas de numerosas cancillerías y embajadas, a pesar de que empezaba a hablarse de un discurso “neo-otomano”.

Militares represaliados por Erdogan tras golpe Estado fallido. Fuente imagen
 
Su reelección por “súper mayorías” en 2007 y 2011, coincidieron con el inicio de las revueltas árabes (la llamada Primavera Árabe) desde Egipto a Siria. El premier turco, azuzando los sentimientos del pasado común, apoyó a los gobierno islamistas de Túnez (En Nahda) y de Mohammed Morsi en Egipto. También las revueltas (luego guerra civil) en Libia y Siria, junto a un deterioro de sus relaciones con Israel a raíz del incidente del Mavi Mármara. No obstante toda su credibilidad democrática caería en picado entre Agosto y Diciembre de 2013. ¿La razón? La represión de manifestantes en el parque Gezi (movimiento cívico al estilo los indignados españoles) y el descubrimiento de una trama de corrupción que salpicó a miembros del ejecutivo y a la propia familia de Erdogan.

El año 2014, a pesar de la elección de su persona como jefe de estado, fue un "annus horribilis"  para él. Al caos de Siria e Irak con el DAESH (que su ejecutivo financió secretamente), se unió una oposición interna cada vez más poderosa y tirones de orejas por parte de la secretaría de Estado de EEUU. El 2015 dio pie al caos absoluto: pérdida de la mayoría parlamentaria -a pesar de que la recuperaría en noviembre en unas “snap elections”-, terrorismo tanto del DAESH como de supuestos grupos kurdos independientes del ilegal PKK y la suspensión del posible acuerdo de adhesión y acceso a la UE, finalizando el mismo con una crisis extrema tras el derribo de un caza ruso en la frontera siria. El presente 2016, ha sido el momento culmen de descenso al caos. En julio un golpe de Estado hizo temblar al estado fundado por Mustafá Kemal. Golpe que no pocos, ante la posterior deriva aún más autoritaria del jefe de Estado, han tardado en denominar como “palaciego” para que Erdogan aplaste toda disidencia y acusase a su antiguo aliado Fethullah Gulen de estar detrás del mismo. Erdogan parece un nuevo sultán, heredando los métodos represores de Abdul Hamid III


Mariano López de Miguel ©

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