Espionaje en la película, 'La vida de los otros'. Fotograma |
No sé si lo dijo algún eminente
prohombre o una mujer a la que la historia le haya dejado compartir con el
hombre la gloria de un epígrafe, pero me parece muy correcta la frase: “la verdad es la primera víctima de la
guerra”. En el sabio que todo lo
sabe, Google, aparece como autor Esquilo. A este autor de la Grecia
Antigua, padre de la dramaturgia, se le adscriben varias citas, entre las que
destaca la mencionada. En fin, ya en este viejo blog (Pax augusta ha superado
el lustro de existencia) nos poníamos sarcásticos con esa moda de las
sentencias y epígrafes circulando por Internet, recordando que era algo propio
de las agendas -libro- diarias, como las que llevaba un vendedor. A un lado el
santo del día, al otro la correspondiente cita famosa.
Por eso, ya sea de Esquilo o de un político contemporáneo,
el senador estadounidense Hiram Johnson
en 1917, el valor de esa certera frase está en sí misma, no en la importancia
del personaje que la dijo por primera vez. La verdad, los hechos justos, lo
razonable, son víctimas de las guerras. Sobre todo la verdad, a la que se manipula de tal forma que ya no se sabe si
alguna vez lo fue (verdad). La falsedad como arma, que convierte a la verdad en
una baja más de las contiendas. En estos días hemos visto como la
“verdad-falsa” en forma de ‘ciberataques’, puede influir en el resultado
electoral de la auto proclamada primera democracia del mundo.
Un informe de los Servicios de Inteligencia estadounidenses afirma,
sin lugar a dudas, que la Inteligencia de Rusia, con el beneplácito del presidente Putin, habría lanzado a la
Red durante la campaña electoral a la presidencia de EEUU una serie de
informaciones falsas, manipuladas para desacreditar a Hillary Clinton y al partido demócrata, favoreciendo la imagen de
Trump como candidato republicano a la presidencia. El aún presidente Obama reconocía que subestimó la influencia que esos ciberataques pudieron tener sobre la
opinión pública de su país. Filtrar información falsa, piratear servidores de
información, sería la nueva práctica utilizada por el viejo “rival”
geopolítico.
Los defectos de forma y fondo del
sistema democrático estadounidense han sido puestos en relieve, haciendo dudar
de la buena fe de las instituciones de Washington, gracias a filtraciones de
correos internos del Partido Demócrata como las publicadas ya el verano pasado por
WikiLeaks (Assange). Nada como sacar
de contexto la “guerra sucia” por el poder entre los demócratas y contra el
izquierdista Bernie Sanders, para
dar argumentos manipulados que ayuden a
falsear información y conseguir socavar y menospreciar las garantías del
proceso democrático durante la elección presidencial estadounidense.
Cartel de la película "El puente de los espías", que recrea la época del 'Telón de Acero' |
Lo que no entiendo es como se daba
crédito a esas informaciones manipuladas por Rusia. La desintegración de la URSS
no supuso la llegada de la democracia a Rusia. Las instituciones políticas
rusas no logran muchas veces alcanzar las mínimas condiciones para ser
consideradas democráticas. El único supuesto valor o virtud que se otorga a
Rusia es el de ser el antagonista por antonomasia del capitalismo imperialista. Actitud que en realidad le otorgan los
anti-capitalistas más obtusos. En la actualidad Moscú es una metrópolis sacada de la peor pesadilla del capitalismo
salvaje. Dar lecciones de pureza democrática desde uno de los países más
corruptos del mundo es algo más que un contrasentido.
Y en el caso de EEUU no se puede tampoco dar la medalla
a la honorabilidad informativa. La gran mayoría de los medios de comunicación
estadounidenses siguen teniendo una línea editorial beligerante, estilo Guerra
Fría, cuando abordan las acciones geopolíticas del antiguo rival en Europa del Este y en Oriente Medio. Les
cuesta mucho tratarse con respeto y objetividad, desde la consideración de igual
a igual de dos países que actúan según sus “supuestos” legítimos intereses. Parece
que se añora, al punto de revivirse en formato digital, la intensa rivalidad experimentada
con el espionaje durante la época del ‘Telón de Acero’.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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