Los hispanistas y España, el complicado encaje del puzle español

Portada del último libro del hispanista (nacionalizado), Ian Gibson

La definición de hispanista parece en exclusiva ligada al trabajo de un estudioso anglosajón apasionado por la historia compleja de uno de los países más viejos del mundo. Nombres como Gerald Brenan (1894-1987) han llenado de obras la historiografía sobre la idiosincrasia hispana. Don Geraldo, como era llamado por sus vecinos de la Alpujarra granadina, vivió gran parte de sus casi cien años de vida en España y escribió sobre los españoles con vivencias y testimonios de primera mano en años tan cruciales comos los de la Guerra Civil española y el franquismo.

Hispanistas españoles

No es una paradoja o un contrasentido que los mismos españoles sean hispanistas, el estudio de la cultura española e hispanoamericana ha creado escuela o movimiento que incluso ha motivado a sus investigadores a asociarse internacionalmente. Son los historiadores de todas las partes del mundo que se consideran hispanistas. En España hay registrados unos 600 (y subiendo) estudiosos del hispanismo, según el Instituto Cervantes.

Hay teóricos históricos autóctonos que se atreven a acuñar un término para esa propensión del español a hablar mal de sí mismo. Sería algo así como el “síndrome de lo hispano”. Si nos miramos al ombligo o al espejo siempre preferimos el sarcasmo y el esperpento. Elegimos la deformación de nuestra imagen, llevada al esperpento de Valle Inclán, o la acidez naturalista de los Baroja (Pío y Caro Baroja, su sobrino). Transformamos pequeños defectos en grandes tragedias. Brenan contaba que no había visto en su vida hablar tan mal de España como a un vecino suyo de la Alpujarra; no obstante, si fuera otro el que criticase lo español era el primero que salía en su defensa.

Aunque visión externa, imparcialidad imposible

A vueltas con la imparcialidad los tratados sobre el concepto de Historia y del oficio del historiador han llegado a una conclusión evidente: es imposible ser totalmente imparcial. Lo que sí es realizable es la imparcialidad. El rasgo o herramienta de la imparcialidad no debe ser exclusiva de los británicos o franceses, de los estudiosos foráneos (los que miran "distanciados"), a la hora de abordar la historia de España. Ellos mismos, como ocurrió con el pionero Richard Ford (1796-1858) no se libraban de sus prejuicios hacia España.

Aunque Ford había escrito a mediados del XIX un manual de viaje a la “piel de toro”, con rigurosos apuntes históricos, que rompía con los tópicos que gustaban a los viajeros románticos y con todos los estereotipos creados de España en el Romanticismo (los toros, los bandoleros, las guapas cigarreras que conquistan el corazón de ingenuos oficiales franceses…), no pudo evitar sentir suspicacias precisamente de eso que alababa. Como representante de su majestad británica imperial veía con preocupación los brotes de modernidad o los logros económicos (más carreteras y ferrocarriles) de la antigua potencia colonial, del viejo imperio español, eterno rival.

Hispanistas de cultura anglosajona, una extensa lista

Ian Gibson, Paul Preston, Geoffrey Parker, Raymond Carr, Gabriel Jackson, John Lynch, John Elliott los dos últimos, por poner un ejemplo, han supuesto en las universidades españolas con sus obras sobre el Siglo de Oro español y la historia compartida con Iberoamérica los manuales básicos de formación en las carreras de Geografía e Historia.

En la actualidad el trabajo de los hispanistas británicos o anglosajones sigue siendo muy prolífico, aportándose además su punto de vista a un periodo conflictivo y traumático de la historia de España, como son los años de la guerra civil y de la dictadura franquista. Pero el tema estrella o más abordado por los historiadores británicos, es el que hace referencia al Imperio español. Una explicación a este interés desmedido por el pasado imperial español sea que está motivado por la empatía intelectual, al pertenecer los estudiosos británicos a una cultura europea marcada, también, por la constitución en su historia de un imperio colonial.

España situada como una gran isla junto a la América con la que comparte más historia

Entre los más controvertidos hispanistas en activo está el británico de origen birmano y residente en Barcelona, Henry Kamen. Sus planteamientos originales, bien argumentados, van al grano del concepto tradicional, desarmándole por completo. Por ejemplo, en su obra “La Inquisición Española: una revisión histórica” (1999) aporta rigurosas pruebas de que ese tribunal de justicia no estaba compuesto por fanáticos dedicados solo a las torturas y ejecuciones. Según Kamen las cárceles de la Inquisición tenían mejor administración y eran más humanitarias que las prisiones civiles españolas.

Otro hispanista en activo y que ha llegado a ser best seller con sus libros es el irlandés, de Dublín, Ian Gibson. Aprovechando el 75º aniversario de la muerte del poeta Federico García Lorca, del que es uno de los biógrafos más reconocidos, publicó el pasado 2011 una edición especial, revisada en estilo (ahora escribe mejor en español, reconoce el hispanista, nacionalizado en 1984) y con un nuevo prólogo, de la que es la biografía del poeta más completa, una monumental obra de dos tomos y más de 1.700 páginas que podemos encontrar ahora publicada por la Editorial Crítica. De reciente publicación es el libro "Aventuras Ibéricas" (que estoy leyendo y pasando en grande con su lectura) en Ediciones B (2017), que este reconocido iberista escribe conmemorando el 60 aniversario (1957) de su llegada a la península ibérica; con su estilo desenfadado hace una especie de libro de viajes (como el hispanista pionero, Richard Ford) para intentar explicar la idiosincrasia de este "mini-continente" excepcional, que es como llama Gibson a España (y Portugal).

Los hispanistas mencionados son algunos de los más populares. La lista de hispanistas internacionales es muy extensa y prolífica en autores; como los que ahora se han conocido en China (Sun Jiameng, Dong Yansheng...) por el cada vez mayor interés del nuevo "coloso mundial" por España.



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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