El Valle de Arán y su antiguo derecho democrático a decidir

Fotograma de RTVE donde se aprecia la belleza del Valle de Arán


 Vielha, capital del Valle de Arán, lo iba a ser de la España democrática y republicana que los maquis quisieron recuperar con su invasión por ese valle en 1944. No estoy seguro si los estrategas del PCE (Partido Comunista de España), que planificaron ese ataque, conocían con exactitud un dato que resultaba metafórico: hacer cabeza de puente de la reconquista democrática a una localidad con una vieja “Constitución de libertades”. En 2013, precisamente, celebraba el Valle de Arán los 700 años de su “carta magna”, la conocida como Querimònia es un texto medieval donde se reconocían los privilegios y fueros concedidos en 1313 por el rey Jaume II a los araneses.

Con nombre redundante, pues la etimología nos cuenta que Arán en aranés significa ‘valle’ y en vasco (haran), un idioma que se habló en la zona hasta el siglo XII, también sirve para decir valle. Es decir, el ‘Valle del valle’. Es un nombre que le viene perfecto. Esa región de los Pirineos se abre en altos valles permitiendo el paso a hombres y animales desde la Prehistoria, lo que explica que haya sido el lugar escogido para las invasiones provenientes de un lado y el otro de esa cordillera montañosa. El territorio siempre ha tenido escasa población, repartido en poco más de treinta localidades. Eso hizo ser desde remotos tiempos una tierra de comunidad, de gentes sin señores y caballeros feudales.

Resulta interesante, además, que en una comarca tan poco poblada se mantenga vivo un idioma, el aranés, modalidad de la lengua occitana y particular de Arán, y que está considerada como la oficial en el Valle de Arán y co-oficial en el resto de Cataluña. Así se recogió en el Estatuto Catalán de 2006 y en sucesivas leyes lingüísticas de la Generalitat. El valle ha tenido un autogobierno relativo desde 1990, cuando recuperó su institución autónoma del Consejo General del Valle de Arán. Si el Estado español reconoce la singularidad cultural de sus nacionalidades históricas, Cataluña no podía hacer menos con esa región de cultura y lenguas propias. Esa curiosidad, que no esté la singularidad aranesa en la Constitución española, hace que exista una “autonomía dentro de una autonomía”.

Estos días tan convulsos en Cataluña, la pequeña comarca de los Pirineos ha sido noticia interesada según los puntos de vista más diversos. El hecho de que reclamen “independencia” dentro de un territorio independentista, resultaba curioso y chocante. En realidad, los araneses no han tomado partido ni por la declaración unilateral de independencia de Cataluña ni por la aplicación del artículo 155 de la Constitución española, que ha abierto una serie de medidas judiciales contra el Govern de la Generalitat (que era quien garantizaba los fueros araneses, con la reciente Ley de Arán de 2015). En la última reunión del Conselh Generau d'Aran, lo que se ha expresado es la preocupación por esta falta de entendimiento entre Madrid y Barcelona, que lastra sus aspiraciones de mayor autonomía.

En la Ley de Arán se recoge una premisa que ya existía en los antiguos fueros araneses. Pues éstos consistían en tener “derecho a decidir” si revertir o no el “vasallaje” que se hizo para recibir protección militar de los reyes aragoneses. En este caso, en uno de los artículos de esa ley aranesa, se recogió el derecho a decidir si el Valle de Arán se mantiene unido al Principado de Cataluña o se convierte en entidad individual y singular. La Generalitat, de manera ambigua, acabó reconociendo ese derecho, que hasta ahora no se había puesto a debate. Por eso, y ante el contexto político actual, el Consejo General aranés acaba de decidir que en un futuro y posible cambio de la Constitución española, el Valle de Arán pase a ser una nueva comunidad autónoma española. Una anécdota que nos habla de la gran importancia que ha cobrado la organización territorial del Estado español en su reciente historia democrática.


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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