Franco inaugura el Camp Nou hace 60 años (1957). Foto archivo La Vanguardia |
Ocho apellidos catalanes que ayudaron a crear el Estado franquista represor en toda España (no solo en Cataluña)
Sin duda el apellido March (1), de resonancia catalana y origen judío, sea el más conocido e influyente en la historia del apoyo a los golpistas de 1936 y la creación posterior del Estado franquista. Aunque el banquero Juan March (1880-1962) era nacido en Mallorca (para los catalanistas, país catalán), sus apoyos más cercanos estuvieron en la burguesía catalana. La oligarquía económica española tenía en Cataluña a sus mejores representantes, los empresarios más ricos y cosmopolitas.
La vida de Juan March da para varias novelas, con capítulos oscuros
que tratan de fortunas hechas gracias al contrabando de tabaco y de implicaciones
en asesinatos misteriosos. La cuestión que nos ocupa es que March fue vital para la financiación
militar (compra de material bélico) de los sublevados. Además costeó un hecho
crucial para la historia, pagó el avión Dragon Rapide que llevó el verano de
1936 a Franco de Canarias a Marruecos. Consolidado el Estado franquista en la
década de 1940, March era el “banquero del régimen”. En 1955 funda, al estilo made in USA de los grandes mecenas (Rockfeller), la fundación cultural que lleva su
nombre. Hoy día, la Fundación Juan March, sigue siendo una institución
filantrópica que fomenta tanto la ciencia como el arte, teniendo su propia –y
muy valorada- colección de pintura y escultura.
March en los años cuarenta |
El apellido Cambó (2) está directamente relacionado con el catalanismo y la política. Francesc Cambó
(1876-1947) era un veterano político, el líder de la Liga Regionalista fue ministro en gobiernos del reinado de Alfonso
XIII. El estallido de la Guerra Civil, con el golpe de estado de julio de 1936,
le pilló en Suiza. Desde ese “neutral” país coordinó otra de las vías de
financiación de los ejércitos golpistas. Su apoyo era cuestión de afinidad
ideológica y social (burguesía catalana).
Católico y conservador, no había
encontrado su sitio en el catalanismo radicalizado al izquierdismo republicano
de ERC que ahora dominaba Cataluña.
Al finalizar la guerra, estando en Argentina, esquivó volver a España porque entendió que Franco no daría nunca el poder a los
civiles. Como curiosidad también aportó riqueza al patrimonio artístico
español, donó al Museo del Prado su
colección de arte del Renacimiento primitivo italiano. Cambó murió en Buenos Aires en 1947.
Retrato de un Cambó ya anciano |
Los Samaranch (3) suponen un apellido catalán y universal...
olímpico. Juan Antonio Samaranch (1920-2010)
alcanza la fama y el reconocimiento profesional cuando en 1980 es elegido presidente del Comité Olímpico
Internacional (COI), organismo encargado de promover el olimpismo. Antes,
durante la dictadura, se había labrado una carrera como procurador (un paripé del régimen que simulaba tener congresistas)
de las Cortes franquistas (1964-1977); siendo en ese periodo nombrado delegado nacional de Deportes. También
fue alcalde de Barcelona y presidente de la Diputación de Barcelona (1973-1977).
Al fallecer en 2010 surgieron varias investigaciones periodísticas que
denunciaban que dirigió el COI con el estilo corrupto y de clientelismo que
había usado en la Diputación de Barcelona.
Samaranch, presidente COI. Fuente |
Los Bau (4) y los apellidos
Trias Sagnier (5), también están relacionados con la oligarquía política
franquista catalana. Oligarquía que, obvio, debía tener una buena posición
económica. Joaquim Bau (1897-1973), llegó a ser alcalde de Tortosa durante la época de Primo de
Rivera, gracias a su posición de rico comerciante de la región. Afín al
Carlismo, resultó ser el político clave durante el franquismo en esas comarcas
de las Tierras del Ebro. Por otro lado, Carlos
Trias Bertran (1914-1969), sería
el fundador de un “clan” político e intelectual que llega a la Cataluña de
nuestros días. Miembro de la alta burguesía barcelonesa, consta como uno de los
fundadores de la Falange en Barcelona,
lo que le hizo huir a Burgos nada más comenzar la Guerra Civil.
Con el apellido de los Cortina (6) volvemos a los
influyentes empresarios catalanes que ayudaron a la consolidación del régimen
franquista. Pedro Cortina Mauti (1908-1993)
es un catalán que ha dado nombres históricos al empresariado español, padre de Alfonso
y Alberto Cortina. En su biografía destaca ser el fundador de la compañía cervecera
San
Miguel (hoy en Mahou) y haber sido diplomático del franquismo, incluso
fue ministro de Asuntos Exteriores con los últimos gobiernos de Carlos Arias Navarro. Otro cervecero
también contribuyó a cimentar el tejido empresarial del Estado franquista. Se
trata de Demetrio Carceller Segura (1894-1968),
fundador de Cervezas Damm.
Juan March pintado por Zuloaga |
Demetrio Carceller será también el patrono de una familia conocida
con el nombre de la marca comercial que les hizo excelentes empresarios, los Damm (7). Peso pesado de la
Cataluña franquista, pues en sus antecedentes biográficos se contempla nada más
y nada menos que ser cofundador de la Falange con Primo de Rivera. Además es el
fundador de la petrolera Campsa, dotes empresariales de gran
nivel que le hicieron ser el primer ministro de Comercio de Franco entre 1940 y
1945. Para muchos historiadores sobre la Cataluña de Franco, los Carceller serían el paradigma de la
oligarquía catalana que benefició al Estado franquista y se benefició de él.
Para el final, como periodista y
divulgador, he dejado a los Lara Bosch
(8), una familia que es sinónimo de la industria editorial y el sector de la comunicación
en España. José Manuel Lara (el padre
de José Manuel Lara Bosch), combatió en la guerra junto a Franco como capitán
de la Legión. Acabado el conflicto se hizo, dicen, un hueco “a punta de pistola”
en las artes gráficas de Barcelona, requisando en imprentas con su arma de
capitán legionario el papel que necesitaba para su reciente fundada editorial (Planeta).
N.A.: para evitar negativas y malas
interpretaciones, este artículo no pretende fomentar al boicot de productos o
servicios de las empresas mencionadas. Tiene que leerse como un apunte histórico
en relación con la situación política española. Nada más y... nada menos.
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
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