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El general José de Palafox, a caballo; pintura de Francisco de Goya hacia 1814. Fuente de la imagen Museo Nacional del Prado |
Si se fijan bien verán la desproporción de la cabeza del caballo que monta el general Palafox respecto al resto del cuerpo. No es la primera vez que ocurría. Al rey Fernando VII le disgustaba cómo el pintor de cámara, Francisco de Goya, pintaba los caballos. El retrato ecuestre de su padre, Carlos IV, le parecía un horror. Ese caballo tenía la cabeza tan pequeña y los lomos tan anchos que parecía un percherón y no cumplía con la planta que se suponía debe tener la montura propia de un Jefe de la Caballería.
Parece que esa fue la razón de que el general Palafox no pagase y recogiera el cuadro que Goya había terminado, según insistió el pintor aragonés en dos cartas que mandó al militar entre 1814 y 1815. El también aragonés Capitán General estaría de acuerdo con su soberano Fernando VII en que "Goya no sabía pintar caballos" y se hizo el remolón, sin contestar a esas misivas y sin recoger su encargo. Pasarían casi veinte años para que el general Palafox pagase y recogiera el cuadro al hijo de Goya, Javier, en 1831 cuando el genio de la pintura llevaba muerto tres años.
Toda esa demora tuvo la excusa de no estar el general Palafox del todo satisfecho con el resultado de su retrato ecuestre, con ese caballo de diminuta cabeza y cuartos traseros gordos. Aunque ese pretexto escondía en el fondo un complejo del general, que pensaba habían encargado al pintor paisano esa obra por el único mérito de haber sido uno de los militares más fieles y valedores del rey Fernando VII desde 1808.
En realidad, Palafox no había ganado una sola batalla a los franceses y sus acciones militares resultaron más bien mediocres. En su haber el negarse a rendir la plaza de Zaragoza y permitir organizar la Junta de Defensa de Aragón, declarando de los primeros la guerra a Napoleón Bonaparte. Pero acomplejado militarmente, fue historial insuficiente de merecer tan egregio cuadro y dejó pasar tiempo desde aquellos supuestos hechos valerosos de guerra para recogerlo.
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Carlos IV a caballo, de Francisco de Goya hacia 1800. También en las colecciones del Museo del Prado |
Cuando una mentira se convierte en verdad manipulada
Los anteriores párrafos nos cuenta una curiosa e interesante historia. Pero es casi toda mentira, pura ficción. Partiendo de varios datos históricos verdaderos, como la demora por parte del general Palafox en pagar y recoger el retrato ecuestre realizado por Goya, y su mediocre historial militar, he introducido un dato falso: "Goya no sabía pintar caballos". Si bien existen algunos «teóricos del Arte» que apuntaron esa singularidad en los caballos pintados por Goya, no existe entre los especialistas en el pintor esa teoría argumentada como un «defecto técnico» del artista.
Si una hipótesis tan inocua puede resultar verídica, mostrando una imágenes de arte, en un entorno de supuesta divulgación cultural, qué no se puede hacer con la «ultra-difusión» de datos en las redes sociales y en los medios digitales de comunicación de masas. Mentiras como las «armas de destrucción masiva» para justificar y provocar una guerra; o argumentos sin contrastar para realizar ataques preventivos porque supuestamente una potencia islámica pasará a ser también una potencia nuclear, se pueden convertir en «verdades manipuladas» que no serán tan inofensivas como la de "Goya no sabía pintar caballos".
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