Para los estadounidenses ciudadanos de la población negra el American Way no dejaba de ser una «gran mentira» |
En la Historia las razones para construir una «gran mentira» han sido casi siempre de origen político o militar; es decir, por luchas para alcanzar el poder o por conflictos bélicos. Veamos algunas de estas mentiras que hicieron historia y se han quedado como «certezas» en el imaginario popular:
.- Napoleón Bonaparte por lo visto no era tan bajito como todos sus detractores y enemigos llegaron a afirmar. En una serie de estudios forenses sobre los restos del emperador realizados en el siglo XX se determinó que medía casi 1,70 m. Considerando que la media francesa de la época estuvo entre el 1,60 y el 1,64 m, el corso resultaba todo un ala-pivot de un equipo de baloncesto.
.- Calígula, el emperador romano, no nombró a su caballo pura sangre senador vitalicio. En toda la epigrafía de la época y en los textos de historiadores contemporáneos como Suetonio, nada de eso se dice. Lo más parecido son unas referencias de este historiador romano al «amor» que tenía este césar a su caballo Incitatus, tanto que deseaba siempre que estuviese en la comitiva que le llevaba al consulado.
Está claro que los muchos detractores de este singular emperador hicieron propaganda política con este bulo, convirtiéndolo en el mayor ejemplo de sus muchas excentricidades. Pero fue mentira o una «verdad exagerada».
.- Hitler, el sanguinario dictador nazi, mintió en directo en la radio. Fue durante su intervención en el Parlamento alemán para explicar el 1 de septiembre de 1939 porqué se estaba repeliendo fuego polaco en la frontera con ese país. Resultaba una «bandera falsa», estratagema para iniciar en Europa la Segunda Guerra Mundial excusando a Alemania por tratarse de una respuesta al supuesto ataque polaco contra un puesto fronterizo germano.
El Führer se callaba el dato verdadero: el primer disparo de la Segunda Guerra Mundial lo realizó a las 5 de la madrugada un navío de su armada en el puerto de Danzig contra las fuerzas polacas que lo protegían. Es decir, horas antes de esa respuesta «justificada» de su ejército entrando en Polonia.
.- Lyndon B. Johnson, presidente de los EEUU en 1964 tras el asesinato de Kennedy, también empleó una mentira o «verdad tergiversada» para justificar intervenir con una guerra. El ataque norvietnamita del 4 de agosto de 1964 conocido como el Incidente del Golfo de Tonkin nunca existió.
Los guardacostas norvietnamitas hicieron advertencias a un barco de la Armada estadounidense, nunca dispararon torpedos como se llegó a afirmar. Había que conseguir la simpatía de la opinión pública norteamericana para entrar más de lleno en ese conflicto, que comenzó siendo la «cuestión francesa» de Indochina (Vietnam).
.- Miguel de Cervantes no era manco. Decir El Manco de Lepanto es sinónimo de mencionar al insigne escritor español. Pero se ha comprobado en varios estudios de especialistas en Cervantes que en esa época se llamaba manco al que no podía utilizar un brazo. No tiene el significado actual que remite a la pérdida de una mano o del brazo entero.
Por lo visto, la herida de don Miguel no fue tan grave como para suponer una amputación. Se cree que tenía parte de la mano inutilizada, algún dedo cercenado, por la metralla que recibió durante la batalla de Lepanto.
.- Nicolás II, zar de Rusia, permitió que la prensa de su país iniciase uno de los bulos y gran mentira histórica que peores consecuencias han tenido en el siglo XX. Hablamos de los llamados «protocolos de los Sabios de Sion». Una invención antisemita (no antisionista, pues no existía el Estado de Israel) en la prensa zarista de 1903, que demostraba un supuesto complot judío para dominar el mundo.
Ni que decir tiene que esa teoría de la conspiración judía sirvió de fundamento a los nazis para llevar su antisemitismo al nivel supremo de barbarie: el holocausto.
.- Colin Powell, el secretario de Estado del gobierno de Washington en 2003, anunció en rueda de prensa una información de suma importancia que se ha convertido en una de las mayores mentiras de la Historia en las últimas décadas. Un informante de dudosas garantías había asegurado que el régimen de Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva. Lo que «justificaba» el ataque estadounidense que inició la guerra de Irak de 2003.
Lo curioso de esta mentira histórica es que el secretario Powell llegó a ofrecer tanto a la prensa mundial como al Consejo de Seguridad de la ONU un detallado informe. Con una ya «mítica» presentación en PowerPoint.
Y así podíamos seguir hasta completar o rebasar la centena de mentiras que han pasado a la Historia como «ideas o datos» históricos. En cualquier época se ha mentido, por un personaje histórico o hasta por un pueblo o nación entera. Los mitos, medias verdades o «mentiras verídicas», han servido para forjar todas las identidades nacionales de los actuales (y futuros) Estados-nación.
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