Historia del debate electoral en televisión

Kennedy contra Nixon en el primer debate televisado. Fuente imagen

La deducción es lógica, el origen del debate televisado electoral habrá que asociarlo a la historia de la televisión y el país pionero en la industria televisiva es Estados Unidos. Fue en EEUU donde se celebró el primer debate político televisado, hace ahora casi 60 años, pues el 26 de septiembre de 1960 se emitió para todo el país el cara a cara entre los candidatos a la Casa Blanca, Richard Nixon y John F. Kennedy. Batió récord de audiencia, llegando casi a los 90 millones de telespectadores. Su puesta en escena y su realización siguen sirviendo de modelo a todas las cadenas de televisión del mundo para realizar debates políticos.

El debate electoral, duelo de oradores 


La tradición del debate público y político es muy vieja en la cultura anglosajona; aún se pueden escuchar los "speeches" (discursos políticos) de los oradores en Hyde Park de Londres, una centenaria manera pública de hacer política o crear opinión a pie de calle. Es famoso el Speakers' Corner (el "Rincón del orador" en español) en este parque londinense, donde se pueden ver discursos de oradores sobre variados temas, predominando la política, con debates también entre los oradores "callejeros". En Estados Unidos como precedente claro de los debates electorales televisados se daba el debate radiofónico. Aunque no fuesen un "cara a cara", se daban verdaderas batallas políticas enfrentando un discurso a la nación de un candidato con otro.

En la carrera electoral a la Casa Blanca siempre se tuvo muy presente el poder de la comunicación política. En un país donde el sentido del voto es más "liberal", no tan dependiente de siglas de partido o ideologías, la capacidad de comunicar y transmitir a la opinión pública es fundamental para los candidatos. Muchas carreras electorales se han perdido en debates televisados.

Un orador espontáneo de los muchos que se encuentran en Hyde Park.

Los debates electorales televisados y los indecisos


En Europa y en otros lugares del mundo con democracia parlamentaria, también se ha extendido la fórmula del debate electoral en televisión como mejor manera de que el electorado conozca los programas y los perfiles políticos de los candidatos. Hay que ser realistas, pocos son los ciudadanos que se leen y "estudian" los programas y proyectos políticos de partidos y candidatos. La televisión es la forma más rápida y directa de hacer llegar la información. La imagen del candidato también convence o produce rechazo. Qué se lo digan a Nixon, que llegó demacrado y ojeroso al primer debate televisado de la historia; había estado hospitalizado por una extraña infección semanas atrás. La lozanía y frescura de Kennedy, su aspecto vigoroso y jovial, dio tantos votos al joven candidato como su oratoria honesta y brillante.

Fue un debate de ida y vuelta, pero a pesar de ir mejor preparado y más presentable en la segunda ocasión, Nixon también lo perdió. Dicen que la primera impresión cuenta mucho. Por eso se hacen tantos debates electorales, más de dos, en el intento de mejorar o rectificar y acabar de convencer al electorado indeciso. Además, no se entiende la actualidad política y el desarrollo democrático sin que existan debates, lo más plurales posibles. Factor que por otro lado es muy criticado por los puristas del sistema democrático, pues el fenómeno está convirtiendo a las democracias en sistemas de "opinión y debate" en los medios, en lugar de sistemas electorales. 


Gustavo Adolfo Ordoño ©


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