Ban Ki-moon, tocando la campana de la Paz en 2016 cuando era Secretario General de la ONU
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Cada 21 de septiembre, se celebra anualmente en todo el mundo el Día Internacional de la Paz. La Asamblea General ha declarado esta fecha día consagrado al fortalecimiento de los ideales de paz, tanto entre todas las naciones y todos los pueblos como entre los miembros de cada uno de ellos. (Texto extraído de la web de la ONU)
El pasado sábado fue el Día Internacional de la Paz y lo fue en medio de un olvido casi absoluto en los actos previos que estaban preparando la anual Asamblea General de la ONU. Reunión de los países del mundo que tuvo una cumbre previa este año con un tema central que resulta tan irónico como necesario en estos últimos años: Pacto del Futuro; soluciones multilaterales para un mañana mejor. Quizá por eso el Día Internacional de la Paz este 21 de septiembre se obvió; si no hay futuro no es necesario tampoco tener paz.
La verdad es que este día resulta «incómodo» dentro del calendario de una organización mundial creada para preservar la PAZ. No solamente por la barbarie cotidiana de la guerra de Gaza o la de Ucrania que lleva ya casi tres años sonrojando al «propósito moral» de esa efeméride. También porque cada 21 de septiembre nos recuerda la imperante necesidad de reformar a ese organismo de naciones «unidas» en la aspiración fundacional de procurar sociedades en paz. La prerrogativa de veto en el Consejo de Seguridad supone una rémora del pasado, una pauta que no se acomoda a la actual realidad geopolítica.
Así tenemos países con derecho a veto que son parte interesada en una guerra dentro del Consejo Seguridad. El escandaloso caso de Rusia en la Guerra de Ucrania es el más evidente, pero de manera indirecta Israel cuenta con el veto de su aliado EEUU para el conflicto en Oriente Medio. De esta manera la efectividad de la organización queda muy mermada y sus resoluciones o no prosperan o no tienen sólidas garantías. La ridiculizada PAZ MUNDIAL permanece como siempre en el terreno de las utopías y se impone la realidad del poder geopolítico. Pero algo tan «utópico» afecta a la anhelada por todos los regímenes políticos paz social.
De forma regular se van
añadiendo nuevos Días Internacionales a ese calendario conmemorativo de Naciones
Unidas. Las causas elegidas van desde algo tan prosaico como el Día de la lengua francesa (20 de marzo) a algo
tan fundamental como el Día Mundial de
los Refugiados (20 de junio). El Día Internacional de la Paz fue uno de los primeros y con más fundamento. Precisamente este pasado 21 de septiembre se cumplía el 25º Aniversario de su creación, basada en fomentar la llamada Cultura de la Paz.
"la paz no solo es la ausencia de conflictos, sino que también requiere un proceso positivo, dinámico y participativo en el que se promueva el diálogo y se resuelvan los conflictos con espíritu de entendimiento y cooperación mutuo" (fundamento de la ONU para crear el Día de la Paz el 21 de septiembre de 1999)
Tanto ha cambiado el mundo desde la época en la que las potencias vencedoras de la Segunda Guerra Mundial se otorgaron el derecho a veto en la ONU, que ahora la incertidumbre sobre el futuro es máxima. Antes las «certezas sociopolíticas», un mundo dividido en bloques, eran mayores y se podía prever el devenir más inmediato. Por ejemplo, antes podías ironizar con las aspirantes a Miss Universo que reclamaban con
candor internacional la Paz Mundial. Ahora los concursos de belleza femeninos están mal considerados, el feminismo ha cambiado imaginarios y no es digno reclamar la paz en el mundo luciendo un cuerpo estereotipado a los gustos sexuales del «hombre blanco».
Quizás, por eso, desde hace unos pocos años el Día Internacional de la Paz (Mundial) que precede a las cumbres de la Asamblea General se
dedica a un tema trasversal. Se ha apreciado desde la anterior década de nuestro siglo un enfoque nuevo a la idea de la consecución de la PAZ, incorporando temas de problemática actual como el conseguir un desarrollo sostenible, el evidente cambio climático o los derechos de género. Este año se propone una «reflexión» acerca del FUTURO de la humanidad. Para ello se dice obvio conseguir la paz y la estabilidad necesarias
para el desarrollo de las sociedades. Sinceramente, sigo echando de menos un carácter más beligerante y no tan teórico de la ONU en la resolución de los conflictos mundiales.
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