El uso de armas en el ‘Salvaje Oeste’, más leyenda que historia

Una de las fotografías que se considera del pistolero icono del 'Salvaje Oeste', Billy El Niño


 Estados Unidos tiene en su Segunda Enmienda a su Constitución un singular derecho del pueblo estadounidense a poseer y portar armas. Este apunte de su Bill of Rights o Carta de Derechos, ha resultado el comodín de los defensores de la tenencia de armas en todas las polémicas y debates generados en la sociedad estadounidense cuando se producen tiroteos y masacres indiscriminadas. Tragedias frecuentes, facilitadas por lo sencillo que es poseer allí un arma de fuego. El origen de esa enmienda estaría en un contexto de guerra, del siglo XVIII, cuando los colonos luchaban por su independencia contra los británicos y necesitaban crear milicias armadas. En el desarrollo de esa enmienda también se incidía en la “autodefensa”, ya que no existía un Estado estructurado que garantizase la seguridad con policía y ejército.

Esa idea de procurarse la auto defensa, se extendió en la Conquista del Oeste cuando los colonos fueron ocupando las tierras de los indígenas o desplazando a los mexicanos como en el caso de Texas o Nuevo México. Llevar armas en los carromatos o tenerlas en los ranchos, era legal y fue posible, aunque no fue tan habitual como creemos y como nos han hecho ver en las películas del Oeste, los llamados Western. Incluso, los personajes más estereotipados de este género cinematográfico, los vaqueros, no solían llevar revolver y mucho menos en la cintura.

Todos esos rasgos tipo del Lejano Oeste que han trascendido al imaginario universal y que mejor representan la cultura country de EEUU, se han reinterpretado o elaborado versiones “libres” para dar una imagen seductora y atractiva, pero que está más alejada de la realidad histórica de lo que nos pueda parecer. Los vaqueros eran tipos rudos y tenían un trabajo duro, pero no necesitaban ir armados para realizarlo. Y mucho menos con un cinto de dos pistolas a cada lado de la cadera. Los que portaban armas con naturalidad eran los cazadores y tramperos, en las fundas de sus monturas. No obstante, era un oficio respetado y se dieron pocos casos de abusos criminales de estos hombres armados.

Por supuesto, existieron delincuentes, bandoleros, como el famoso Billy el Niño (1859–1881), que mal usaron las armas, pero tampoco hacían ostentación de ellas si no era para una pose de daguerrotipo. Más bien, las llevaban ocultas cuando cometían sus crímenes para evitar ser descubiertos. Esa imagen de pueblos y ciudades del Oeste con la mayoría de los hombres armados, pertenece a la escenografía de los filmes más que a la documentación gráfica de la época. De todas formas, la percepción de una sociedad armada, que necesitaba de las armas para la autodefensa sí que estaba presente en el siglo XIX. Algo que se ha trasladado a los siguientes siglos y que sigue muy inmerso en la sociedad estadounidense. Los que tenían armas, como hoy día, las guardaban en sus casas.

En España, como en la mayoría de los países europeos, la tenencia de armas por la ciudadanía está muy controlada y regulada. En la actualidad, el tema de una posible “flexibilidad” en esa posesión de armas para la autodefensa se ha planteado por un partido de extrema derecha. Su líder se proclama admirador del presidente estadounidense Trump y su defensa del derecho a portar y tener armas de los ciudadanos de su país. No hace falta decir más



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador 

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