A cien años del destierro de Unamuno a Fuerteventura (Islas Canarias)

 

Unamuno montando en camello en su destierro de Fuerteventura (1924)


 En el proceso de documentación de mi libro sobre Guinea Española encontré bastantes referencias acerca de convertir las islas de la actual Guinea Ecuatorial, Bioko (Fernando Poo), Annobon, Corisco o las pequeñas Elobeyes en presidios. Lo que se conocía como colonias-penal y que existían en todas las potencias coloniales. Pero en concreto y de manera oficial nunca fueron utilizadas como cárceles remotas donde confinar a presos conflictivos; y mucho menos para desterrar allá al preso significado o relevante, a una figura notoria y pública como era don Miguel de Unamuno. Se volverían a utilizar para estos «destierros de celebridades» a las Canarias. 

Desterrado mediante Real Decreto de febrero de 1924 a la isla canaria de Fuerteventura, a Unamuno se le castigaba por criticar abiertamente tanto al rey Alfonso XIII como a la recién impuesta dictadura militar tras el golpe de Estado de Primo de Rivera el 13 de septiembre de 1923. Se acallaba con este destierro a la voz más autorizada y libre pensadora del panorama intelectual español. Fuerteventura tenía ya historial como presidio y lo seguiría teniendo durante la misma Segunda República y el franquismo

Recordemos que fue presidio del líder anarquista Buenaventura Durruti en 1932. Una gran cárcel al aire libre que dejaría marca en el alma de Unamuno. Y el gran filósofo bilbaíno cambiaría, según los mismos majoreros (fuerteventurosos, como le gustaba decir a Unamuno), para siempre la mentalidad y la concepción identitaria de esa isla canaria. En el diario poético, De Fuerteventura a París, que escribió durante sus cuatro meses de destierro, no solamente dedica algunos sonetos al paisaje desolador y pobre aunque a la vez hermoso de la isla. También explora, como un antropólogo apasionado, la idiosincrasia cultural y la historia de estos isleños, admirando la sobria fortaleza de su espíritu. 


Escultura en la entrada a la casa-museo de Unamuno en Fuerteventura.
Fue el hostal donde se alojó durante su destierro en esa isla canaria


El paso de Unamuno por Fuerteventura sirvió ya en esa misma época para criticar a los estereotipos que convertían la isla en un lugar «infernal y maldito», destino perfecto para desterrados y convictos. Una impresión que está dentro del singular sentido general de colonialidad que padecieron –y padecen- muchos canarios. Un término este de colonialidad empleado por el profesor canario Germán Santana* para describir el sentimiento de exclusión nacional de las Islas Canarias. Como si el resto del Estado español, la península, hiciera las veces de metrópoli en relación a esas islas tratadas más como «colonias». Y razón no les falta, la historia nos dice que hasta finales del siglo XIX no existieron diputados canarios en el Congreso español

Unamuno no vio a Fuerteventura ni como lo que fue en «carne» para él, una prisión desértica al aire libre, ni como una colonia perdida en mitad del Atlántico. Incluyó a esa isla en sus reflexiones sobre su idea de españolidad, poniendo en valor por primera vez a esa tierra que al poseer esos paisajes desnudos, carentes de una «flora barroca» que distraiga la visión de la «historia», invitaban al acercamiento con la espiritualidad y lo divino. Haría amigos en la isla, como Ramón Castañeyra dueño en su casa de la mejor biblioteca de Fuerteventura. A este amigo confesaría por carta desde París que la isla dejó raíces en su corazón.   

En julio de ese mismo año 1924 recibe el indulto. La «dictadura civil» de Miguel Primo de Rivera intentaba moderar su imagen de régimen militar con varias amnistías. Pero Unamuno decide salir de la isla con destino a Francia, ahora en un autoexilio que duraría casi seis años. Huía –aborrecía- del régimen de Primo de Rivera, del nefasto Alfonso XIII y de la que consideraba, en ese momento, una España que no sentía como su «patria espiritual». Solamente al morir Primo de Rivera en 1930, decidió volver a España.


 

*En ORDOÑO, Gustavo Adolfo: Guinea Española, cuando la historia de Guinea Ecuatorial aparecía en los libros de texto; Córdoba. Editorial Almuzara (2024)

 



Publicar un comentario

0 Comentarios