Unamuno, interpretado por un excelente Karra Elejalde, atiende las indicaciones del director Amenábar. Fuente imagen |
Una de las cosas que más me ha gustado de esta película llena de excelentes interpretaciones y de factura técnica impecable, es su título. Un buen titular en una noticia atrae a su lectura. Si no conoces a los autores, un título seductor te hace elegir un libro en lugar de otro. Hay creadores que cuidan esa parte de su obra, sobre todo si buscan con ello comunicar, expresar ideas, sentimientos o también, claro, opiniones. En otras ocasiones, la obra o el mismo autor en sí parecen abarcar todo el significado y te agachas a ver la cartela junto a un cuadro, por ejemplo, y lees: “sin título”; o abres un libro de poemas y te encuentras por todo título: “Soneto”. Pero cuando un buen título aparece ante nuestras narices, la comunicación emisor-receptor suele comenzar con buen pie. Al menos como receptores les dedicamos sincero interés, que no es poco.
La película de Alejandro Amenábar tiene como título una frase que debía
estar escrita en el decreto que establecía un líder militar y político para los
golpistas, pero que fue eliminada por los militares de la Junta de Defensa Nacional partidarios de dar todo el poder a Franco. La puntualización que se hacía,
que el general Franco sería “generalísimo” de los Ejércitos y Jefe del Gobierno
del Estado ‘mientras dure la guerra’,
respondía a las reticencias generalizadas de que Franco acumulase tanto poder,
intentando limitarlo al tiempo que durase el conflicto. Incluso, en el borrador
inicial también se insistía en la fórmula de Jefe del Gobierno, en lugar de Jefe
del Estado, pero tampoco se respetó por el círculo duro de la Junta que era
quien apoyaba a Franco.
En la película Mientras dure la guerra,
esta frase sirve también como eje para hacer girar las historias que el
director desea expresar. Esa guerra -y su duración- trastoca los pensamientos y la moral (donó 5.000 pesetas a los golpistas) del
protagonista principal, Miguel de Unamuno; impulsa la presencia violenta e histriónica de su antagonista, el general
Millán Astray y retrata la ambición taimada del general Franco por obtener el poder absoluto. En el caso de
Unamuno, la deriva de los acontecimientos hacia un conflicto largo y sin
ninguno de los fundamentos iniciales que le parecieron justos, poner orden y
paz en la República, hacen del ‘mientras
dure la guerra’ una revelación descarnada de la barbarie que todos los
españoles iban a sufrir. Hasta esa idea nos lleva la película, cuyo final relata
el célebre incidente del paraninfo en la Universidad de Salamanca con el
discurso improvisado de Unamuno.
Una gran interpretación de Eduard Fernández como Millán Astray; detrás el actor Santi Prego como Franco, también en una excelente interpretación. Fotograma del trailer de la película |
No voy a entrar en debates sobre
el rigor histórico de la película,
pues yo mismo tengo un artículo (escrito en 2013, no al rebufo de actuales polémicas)
que recrea ese hecho histórico del ya mítico discurso unamuniano con muchas
“licencias” creativas. En conjunto,
los fallos de rigurosidad histórica no son chirriantes. Las secuencias que describen
la inquietud de la Junta de Defensa Nacional
por elegir un líder único o no elegirlo, por otorgarle todo el poder o solo
el poder militar, resultan aceptables como han tratado su importancia histórica. Se
han dado muchas interpretaciones de este episodio, según la afinidad ideológica
del historiador, pero todas coinciden en apuntar que casi fue “obligada” la elección de Franco como Jefe del Estado el
1 de octubre de 1936.
Partiendo de la evidente
ilegitimidad de ese nombramiento como Jefe
de Estado “paralelo” a un Estado legitimado que seguía funcionando, como
era la República, nos toca valorar cómo ese pequeño detalle del ‘mientras
dure la guerra’ resultó más trascendente de lo que cabía esperar. Los
intentos de limitar a lo que durase el conflicto el poder que iba obtener
Franco, al convertirse en el líder del alzamiento militar, resultaron vanos al
instante. El futuro dictador puso la primera piedra de su régimen haciendo esas
sutiles modificaciones en el borrador del decreto que le haría jefe supremo.
Eliminando ‘mientras dure la guerra’ y ‘Jefe del Gobierno del Estado’, la
lectura del decreto (y de los hechos) fue muy diferente. Comenzaba a justificar
su régimen totalitario, cimentado en una guerra, en su victoria y en la
represión de los vencidos... “mientras él viviera”.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
0 Comentarios