Último álbum publicado este mes de octubre de la colección Astérix. Imagen de la web de SALVAT |
En la única Web dedicada a la dialéctica entre civilización y barbarie, no podía faltar el aniversario del bárbaro con los valores más civilizados de la historia del cómic. Astérix se hace sesentón y lo hace cuando el mundo se ha convertido en una “aldea global”, necesitada de guerreros irreductibles que nos defiendan de injustos poderes “imperiales”. Bromas aparte, merece la pena analizar el éxito mundial de un cómic ambientado en el siglo I a. de C.; poco antes de entrar en la primera ‘Pax augusta’.
La
irreductible aldea gala está en una esquina del mapa de la Galia recién
conquistada por Julio César. En concreto, en la actual Bretaña francesa,
rodeada de campamentos romanos. Las legiones que la asedian se ven derrotadas constantemente
por estos galos, que guardan un secreto. Se trata de la poción mágica, una
ayuda para potenciar el ingenio y coraje del pequeño guerrero Astérix,
pero que su inseparable amigo Obélix no toma porque se cayó de pequeño
en la marmita de Panorámix, cuando el druida estaba haciendo esa poción que
da una fuerza sobrenatural.
Este
sería un resumen bastante completo de la idea que tuvieron en 1959 el guionista
René Goscinny y el dibujante Albert Uderzo. Línea
argumental para unas historietas que, con gran sorpresa de sus autores,
cobraron un inmenso y rápido éxito a escala mundial. Han sido muchas las
entrevistas que se hicieron a los creadores de Astérix, intentando saber en
variadas preguntas dónde estaba la clave de ese éxito. Para Goscinny,
fallecido en 1977, al ser el guionista de la obra sus respuestas estaban más
enfocadas a la esencia de la idea del cómic: el espíritu de resistencia. El
final de la Segunda Guerra Mundial estaba relativamente reciente, el
recuerdo de la resistencia francesa contra el invasor era una puesta en
valor que se deseaba expresar en un ambiente de fracaso político de la IV
República francesa, que precisamente hizo regresar a De Gaulle a la
política en octubre de 1958 y supuso el inicio del actual régimen republicano
en Francia, la vigente V República.
El
dibujante Uderzo, retirado en 2013, tenía respuestas más prosaicas
para intentar explicar en qué consistió ese éxito tan inesperado. La tira de cómic
salió por primera vez en la revista Pilote, creada por René Goscinny.
Uno de los editores que financiaba esa revista y otros trabajos de Goscinny y
su dibujante habitual, Uderzo, les había sugerido contraatacar la avalancha de superhéroes
americanos con la creación de un héroe más local. Enseguida pensaron en un “anti-héroe”,
lleno de los arquetipos del francés medio. Bajito y narigudo, Astérix llegó a
ser identificado con el presidente Charles de Gaulle, héroe francés de
la victoria nacional en 1944. Debió ser
así porque los álbumes luego creados tras el éxito de la tira y el deseo de ese
mismo editor de convertirla en libros de cómic, eran comentados por el mismísimo
presidente en los consejos ministeriales de la República.
El éxito internacional hizo recorrer a Astérix medio mundo con sus historias |
Para
su dibujante Uderzo, en esa simpatía generalizada que motiva el
personaje cercano, reconocible, de Astérix y que traspasó la frontera
francesa, está sobre todo la clave de su éxito. Simpatía que se potencia con la
ingenuidad bondadosa de su “gigante” y orondo amigo Obélix. Y puede que
Uderzo tenga razón, aunque también creemos que estos personajes supieron adaptarse muy bien a sus tiempos desde historias que trascurrían en el pasado.
Algo que contribuyó a su éxito entre todos los públicos, no sólo entre el
infantil y el juvenil. En los inicios de los años 1960, cuando los primeros números
de la serie Astérix veían la luz, Francia lideraba en Europa las negociaciones
que desarrollarían la Comunidad Europea sobre el eje franco-alemán. El pequeño
Astérix representaba ese “heroico” esfuerzo francés por reconstruir Europa.
Hoy
día, los continuadores de la saga de Uderzo y Goscinny, el guionista Jean-Yves
Ferri y el dibujante Didier Conrad, conocen que una de las claves del éxito
de las historias de Astérix está en su adaptación a la actualidad. Su propuesta
creada para el último álbum es un claro guiño al activismo juvenil, casi
adolescente, de chicas como Greta Thunberg. Publicado en
España por Salvat con el título La hija de Vercingétorix, cuenta los
problemas de Astérix y su amigo Obélix para tratar con la adolescente hija del
héroe galo y con los intentos de secuestrar a la joven por Julio César que
quiere educarla en la “global” cultura romana.
Gustavo
Adolfo Ordoño ©
Periodista
e historiador
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