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Los primeros activistas y fundadores de Greenpeace, muchos objetores de conciencia de la Guerra de Vietnam |
En mi memoria histórica, que no es mucha para lo que supone el tiempo histórico, la primera vez que escuché hablar de ecologismo fue con las protestas y el activismo de "Los Verdes". Dentro de mi ámbito cultural se trataba del partido ecologista alemán, un partido fundado en las décadas 1980 a 1990 del pasado siglo. Sin embargo, el origen de este movimiento preocupado en la defensa de la Naturaleza y su entorno medioambiental no está en ese partido activista de Alemania. El ecologismo puede entenderse como una inquietud política y filosófica frente al deterioro del medio ambiente, provocado por la acción socioeconómica del ser humano.
Podríamos establecer el origen
del ecologismo en plena Revolución Industrial del siglo XIX,
cuando los trabajadores comenzaron a protestar por sus penosas condiciones de
trabajo, en un entorno hostil y contaminado por las grandes fábricas y sus
nuevas máquinas de vapor movidas por el “oro negro” del siglo. El carbón es
una de las energías más contaminantes.
Los altos índices de contaminación en la capital de China, Pekín, no son solamente consecuencia de
haberse triplicado en pocas décadas el parque automovilístico de la ciudad. Son
debidos al todavía uso masivo del carbón para las calefacciones y en sus
muchas industrias con maquinaria obsoleta. Pronto, como se vio en el mundo
desarrollado, la industrialización motivó nuevas preocupaciones de salud
pública al comprobar los problemas que causaban los desechos industriales.
En los años de plenitud de la revolución industrial, a partir de la
segunda mitad del XIX, muchos vertidos fueron a los ríos. Ciudades como Londres o París, incluyeron en sus políticas
municipales los primeros proyectos de “proto ecologismo” con la limpieza de los
cauces de sus célebres Támesis y Sena, respectivamente.
Muchas de estas primeras preocupaciones
del XIX provenían de la burguesía de Gran Bretaña, país que lideró
la revolución industrial. Esa clase social observaba preocupada como el
progreso económico afectaba a sus posibles lugares de ocio. Bosques, montañas,
playas; emplazamientos en la naturaleza para alejarse del ajetreo urbano, que
también se veían afectados al necesitar maderas, minas y dársenas donde
proveerse de los recursos energéticos para sus industrias.
Curiosamente, el ecologismo comienza a ser ideología entre la sociedad
(burguesía) que acapara los medios de producción y la gestión de las industrias.
Se tiene la idea de promocionar instituciones similares a otras sociedades
científicas, puestas al servicio de la economía como las “Sociedades de Amigos”
o las “Compañías Mercantiles”. Surgen, en esa misma línea, asociaciones
preocupadas por la zoología, la fauna y la flora.
En Estados Unidos se advierten de esta preocupación burguesa y copian
la idea británica naciendo organismos como la National Geographic Society en 1888. O se
declara al Parque de Yellowstone en 1872
como gran entorno natural protegido, siendo el primer Parque Natural protegido
por la Administración de un país.
Más adelante, la revolución industrial deja paso a la "era atómica" y la preocupación incierta por la
destrucción del planeta con las armas y centrales nucleares. El movimiento
ecologista toma un cariz también pacifista. Así se aprecia en la organización
ecologista más famosa del mundo, Greenpeace. Nace justo
por el activismo de objetores de
conciencia a la guerra de Vietnam, refugiados en Canadá, algunos cuáqueros
y activistas antinucleares canadienses, que en 1971 flotan un
viejo pesquero para impedir que se realizase en aguas de Alaska una prueba
nuclear.
Estas referencias históricas pueden describir el origen
del ecologismo como hecho que
responde a un hito histórico, la revolución industrial. Sin embargo, una
definición precisa y un origen claro es más complicado de establecer cuando se
comprueban ideas filosóficas con teorías
ecologistas, o incluso hasta en religiones donde la Naturaleza cobra un protagonismo
superior. En la actualidad, además, ha llegado a transformarse en activismo
político radical.
En sus inicios, los mencionados Verdes de
Alemania bebieron de movimientos considerados radicales o fuera del sistema en
los años 1970 para conformar su ideario ecologista. Movimientos como el feminismo,
el pacifismo o los anti-sistema. Otra curiosidad es que en el resto de
Europa y en otras democracias del mundo, los movimientos ecologistas no tuvieran
tanta aceptación y presencia en la sociedad. Se ha empezado a tomar conciencia de adoptar en los
programas políticos medidas para la protección ecológica y para combatir el
cambio climático, demasiado tarde.
El fenómeno del cambio climático se ha acrecentado tanto en estas primeras décadas del siglo
XXI que ya es una cuestión mundial atendida con gran retraso. Se organizan
cumbres climáticas con esta preocupación (recordando a la de los burgueses del
XIX), donde se reconoce esa tardanza en procurar un “pacto universal” en
defensa del medio ambiente.
Gustavo Adolfo Ordoño
©
Historiador y periodista
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