El reloj simbólico parado a 2 minutos del 'Fin del Mundo' |
Cada vez hay menos personas que duden sobre la existencia del cambio climático. En ese cambio tiene mucho que ver la acción del hombre en el planeta. Sin embargo, la ciencia todavía se resiste a considerar al Antropoceno como una nueva era geológica marcada por las evidencias geológicas o atmosféricas que existen alrededor del cambio climático. En Pax Augusta os proponemos una breve historia sobre la «acción humana» y su incidencia en el planeta
Breve historia de la acción humana sobre la Tierra
"La regla es la extinción. La supervivencia es la excepción".
(Carl Sagan, 1934-1996)
__________________________________________________________ Estudios científicos basados en biología y en paleobotánica, han
ayudado a documentar con mejor precisión periodos de la Antigüedad donde no se
cuenta con fuentes escritas o, incluso, muchas veces ni arqueológicas. Han sido
los casos de civilizaciones cuyo esplendor cultural rozaba en el tiempo con la
expansión del Neolítico, la agricultura, por todo el planeta. De repente, sin
aparente causa, desaparecían del «mapa de la Historia». En muchos casos, la extinción de civilizaciones milenarias ha sido consecuencia de sus acciones «descontroladas» contra su entorno natural
para conseguir explotar al máximo los recursos que necesitaban para sobrevivir.
Me vienen a la memoria la civilización peruana de Nazca o los
mismos antiguos Mayas. Porque advirtiendo sobre uno de los bulos de la Leyenda Negra, la civilización Maya no se extinguió, como tal, con la llegada de los españoles. Lo hicieron mucho antes de la llegada de estos europeos al continente que luego se conocería como América. Esas dos civilizaciones antiguas nos servirían como ejemplos de una «acción antrópica» sobre el planeta desde hace milenios.
En el caso de cultura
Nazca, llegaron a transformar en muy árida una tierra fértil a base de tanto
desbrozarla para ganar recursos agrícolas. Eliminaron los bosques de huarangos, una vegetación que les
protegía frente a los estragos del fenómeno
natural conocido como El Niño y que azota la zona de forma regular. Se ha determinado, en estos últimos
estudios, que los famosos relieves en la tierra, llegados a tratar hasta de
pistas de aterrizaje de alienígenas, eran surcos en el terreno para facilitar
el encauzamiento de la cada vez más escasa lluvia.
Los Mayas tuvieron el infortunio de sumar a un grave cambio
climático trascurrido hacia el año 1000, con una serie de acciones humanas que
multiplicaron las causas de su final como civilización hegemónica y dominante
en Centroamérica. El periodo de aridez había comenzado, en realidad, hacía
siglos. Un estudio geológico ha
permitido datar un descenso notable de los periodos de lluvia desde el año 700.
Las cosechas abundantes que habían permitido en los siglos de esplendor (entre
los años 450 y 660) triplicar la demografía, dejaron de darse y la
producción agrícola se convirtió en motivo de conflicto. En el mencionado año
1000 se inició casi un siglo de sequía absoluta, hasta el año 1080, aridez
intensificada por la destrucción del
bosque selvático por los mismos mayas para conseguir terreno cultivable.
Las famosas 'líneas' de la cultura Nazca en vista aérea |
Las guerras de las ciudades-estado mayas tuvieron su periodo de
mayor protagonismo justo en ese siglo seco, pues tenían como motivo principal obtener
más tierras fértiles con las que sobrevivir. Lo malo es que fueron «guerras de
aniquilación», de las que seleccionan al superviviente y extinguen al resto.
Algo así, en el sentido de guerras por la supervivencia, es lo que también se teoriza
en hipótesis recientes sobre el fin del Imperio de Roma.
Cada vez gana más adeptos la teoría que habla de los profundos cambios climáticos
y de ciclos agrícolas sufridos en el norte y en el este de Europa, como causa
del inicio de las invasiones bárbaras que
acabaron con la hegemonía de Roma desde el siglo IV de nuestra era.
Estos cambios climáticos, aunque significativos, eran locales o
regionales, no Globales como está
ocurriendo en la actualidad. Las acciones humanas influyeron y agravaron, pero no a la escala planetaria que ahora
sufrimos. Una escala mundial que tuvo en la
primera revolución industrial del siglo XIX su casilla de salida hacia el Fin
del Mundo. Con el inicio del uso indiscriminado de energías contaminantes,
pero que tendría en la segunda mitad del siglo XX su momento de mayor
conciencia con iniciativas como el Boletín
de Científicos Atómicos, que avisaba a la humanidad del riesgo de auto exterminarse al comprobar los nuevos «elementos» (radiactivos) sumados al planeta tras las pruebas nucleares.
A la amenaza de las armas
nucleares, se uniría a finales del siglo pasado la incipiente idea de una catástrofe ecológica. El grupo de científicos que edita ese boletín sobre el supuesto Apocalipsis, ideó un reloj simbólico
que marcaría los minutos de vida que le quedan a la humanidad. Desde 2017 está a dos minutos del fin del mundo. Es curioso, el ser humano tiene tendencia a tropezar
en las mismas piedras una y otra vez. Incluso cuando se cuenta con buenos
estudios científicos que explicaron la extinción de poderosas civilizaciones. Algo
que nos sirve de modelo o ejemplo a escala de un supuesto mayor, el de la
civilización global de la humanidad en
riesgo de extinción...
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
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