Atentados de Bruselas, y por qué escribir más sobre el terror cuando sucede en Europa

Una de las imágenes que circulan en Twitter para compartir el dolor por atentados de Bélgica.

El titular de esta entrada se cuestiona sobre un reproche, uno de los habituales que van surgiendo en las redes sociales y en los medios de comunicación de todo el mundo. Es así porque el terrorismo yihadista afecta de manera cotidiana con igual o más barbarie en países de África o de Oriente Medio y no cuenta con la misma repercusión que cuando ocurre en territorio europeo. Aunque sea cierto, muchas veces me parece un inútil reproche. Habría que comenzar a hablar de terror mundial, sufrido en todo el mundo porque, de una forma más directa o menos, afecta a la estabilidad internacional con la misma intensidad si ocurre en Irak o Malí que si sucede en París o Bruselas.

Conectado a Twitter, por saber que sería la red social donde aparecerían las primeras imágenes y datos de los atentados, me doy cuenta que tengo las respuestas a ese reproche. El uso de Twitter es uno de los logros de la libertad conseguida en el mundo occidental y una de las aportaciones de ese mundo desarrollado al resto del planeta en lo que conocemos como “convivencia global” (globalización). La modernidad encontrada en las ‘revoluciones de la ‘Primavera Árabe’ se reflejaba en el uso de las redes sociales por parte de los participantes en esas revueltas o manifestaciones.

La deriva de esas manifestaciones populares en busca de libertad y democracia, con o sin teorías de la conspiración por medio, ha resultado nefasta: guerras civiles y transformación del terrorismo yihadista en una entidad supranacional (Daesh). El uso de la libertad a través de las redes sociales, opinar, compartir información, pronto se vio afectado por el control ejercido por los “bárbaros”. El uso de las nuevas tecnologías de la información por parte del Estado Islámico (Daesh) ha sido de nivel de máster. Un dominio excelente del mensaje publicista en las redes sobre su organización y sus actos que ha calado en muchos jóvenes musulmanes sin expectativas vitales. El empleo de esa ‘modernidad’ por la población sometida al Daesh para criticar y denunciar sus actos bárbaros es imposible, censurado y reprimido. Algo que no ocurre en el “mundo libre”.



¡Madre mía!, esta nueva barbarie mundial está haciendo que renazcan términos propios de la Guerra Fría. “Mundo libre”, moderno y desarrollado, civilizado y “occidental”; frente al “oscuro”, sin libertades y represor, obtuso, bárbaro y medieval que representa el yihadismo radical y los que lo justifican. También la globalización afecta a la semántica de las palabras. Nunca en la historia de la humanidad ha importado tanto el ‘sentido de las palabras’ como el de los actos. En los reproches hechos al “mundo libre”, en el sentido del titular de este post, están lo mal que representan a la libertad y la democracia ciertos actos de este mundo desarrollado o su ceguera o indiferencia frente al sufrimiento vivido en el “otro mundo”.

Cuando piense, haga o escriba ese reproche reflexione que es un efecto deseado por los terroristas; es más, buscado y fabricado tanto como el cinturón de explosivos que utilizan. Desean dividirnos, plantearnos dudas morales o éticas, porque saben que en el “mundo libre” podemos retuitear, colgar en nuestro “muro” o compartir fotos sobre lo que pensamos al respecto, lo que sentimos, lo que opinamos, aunque no sea “políticamente correcto” con total libertad.

Ya me gustaría poder leer los tuits de la gente de Malí o de Irak (porque tienen móviles o smarthphones, no es la cuestión simple de ricos contra pobres), pero por ahora sólo puedo leer los que mandan las personas libres que iban a comprar un billete de avión o que tomaban el suburbano para ir a trabajar.  


Gustavo Adolfo Ordoño ©

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