Fotografía propia de mi biblioteca personal a una publicación especial con motivo de la celebración en 2018 del 50º Aniversario de la independencia guineana. Fue una genial y poco difundida iniciativa de Juan Valbuena con el explícito título de Ojos Que No Ven Corazón Que No Siente (Proyecto OQNVCQNS que tuvo financiación de la Beca Leonardo de la Fundación BBVA) |
La fotografía tiene suficiente empaque histórico para ser una de las más icónicas de la historia contemporánea española. Pero no es así. Forma parte de ese capítulo olvidado del devenir compartido entre España y el África negra, la antigua colonia de la Guinea Española, no teniendo la difusión ni la «celebridad» de otras imágenes convertidas en ilustraciones habituales de nuestra historia del siglo XX. Y eso que conmociona ver a cientos de españoles abandonando Guinea con lo puesto amontonados en el barco Ciudad de Pamplona que les llevaría hasta España en un viaje de no retorno.
Se trata de la imagen que resume el terrible fracaso del periodo de transición a la independencia acordado entre el nuevo país, Guinea Ecuatorial, y su antigua metrópoli, España. Un fiasco consecuencia final de una crisis nacida el mismo día que, inesperadamente, Macías ganó las elecciones presidenciales al candidato preferido e impulsado por el régimen franquista, el anterior presidente de la autonomía guineana, Bonifacio Ondó Edú. Una crisis que madura como conflicto internacional, ya que Guinea en marzo de 1969 cuando se produce esa «precipitada huida» de españoles es un Estado soberano que acusa a España de haber intentado derrocar al presidente Macías.
Fue el incidente Anastasio Ndongo que ha tenido tantas versiones como opiniones surgidas en una tertulia de café. La que prevaleció sería la del ganador de toda esa tensión política creada. El presidente Macías aseguró al periodista John Barnes que la fotografía de un Anastasio moribundo tras caer desde una ventana del Palacio Presidencial la realizó él mismo. Explicó que con unos pocos guardias de su escolta fue a enfrentarse a Anastasio que supuestamente había tomado la sede gubernamental. Los seguidores del «traidor» huirían al verles y Anastasio Ndongo acorralado y «cobarde» se tiraría por una ventana.
Todo comenzó con un viaje a primeros de marzo de 1969 de Anastasio Ndongo a Madrid como ministro de Asuntos Exteriores guineano que era en ese momento. Antes, Ndongo, había sido candidato rival de Macías en las presidenciales dentro de un partido nacionalista moderado. Al final, tras la victoria no esperada en Madrid del más panafricano independentista Macías, terminaron siendo aliados para formar gobierno. La versión española oficial es la que indica invitar al ministro Anastasio a Madrid a la sede de Exteriores para intentar rebajar la creciente tensión entre los dos países. Esa aparente buena intención acabaría siendo objeto de todo tipo de fabulaciones acerca del verdadero sentido de la visita de Anastasio Ndongo a España.
Huyendo con lo puesto, según el reportero de La Gaceta Ilustrada de 1969 |
A quien más atormentaron esas cavilaciones sobre el sentido verdadero del viaje del ministro Anastasio fue a su superior, el presidente Macías. Tanto que siempre aseguró que fue un viaje para preparar su derrocamiento y hacer presidente a un Anastasio mucho más «hispanófilo». Acabando esas sospechas con los actos realizados por Macías ese mismo mes de marzo y que dan ese escenario dantesco con múltiples versiones sobre la muerte de Anastasio Ndongo. Todo eso unido a la noticia verdadera de la muerte de un trabajador blanco (español) de una empresa maderera tiroteado en una carretera de la zona de Bata, Juan José Birma, hicieron cundir el pánico entre la comunidad de españoles que habían decidido seguir sus vidas en Guinea Ecuatorial.
De esta manera, una noticia confirmada se unió a diversos bulos que acrecentaron los temores de españoles que se iban a quedar para siempre como pequeños comerciantes o empresarios, y entre los funcionarios públicos que iban a estar los meses acordados de la «transición a la independencia». Además, el embajador español en Guinea hizo unas declaraciones desafortunadas diciendo algo así como que la Guardia Civil española mantenida durante esa transición de soberanía no podría garantizar la seguridad de los europeos. Vamos, un «sálvese el que pueda» que provocó ese precipitado «éxodo español».
Personas que no habían pensado marcharse de Guinea comenzaron una alocada huida dejando atrás sus negocios, viviendas y propiedades. Se calcula una salida involuntaria de unos 6.000 españoles en esa primavera de 1969. La mayoría empleados y funcionarios modestos, medianos empresarios, comerciantes y pequeños finqueros. Los grandes terratenientes y las familias más adineradas desde la época colonial tampoco lo tuvieron fácil, pero sí que se dieron casos en ese grupo privilegiado de permanecer y conseguir mantener sus intereses.
Otros que lograrían quedarse fueron algunos españoles blancos que habían asumido su nueva identidad, abandonando el rol de colonizadores, y que desde hacía décadas se mezclaban con los guineanos sin ningún prejuicio de superioridad. Sin embargo, el grueso de la comunidad española (europea) salió en desbandada esa primavera de 1969 buscando cualquier pasaje de avión o barco antes de que la Guardia Civil arriase la bandera española de sus cuarteles guineanos. Fue un pavor a quedarse desprotegidos ante una posible masacre de blancos a manos de unos «vengativos» guineanos negros.
En mi opinión no creo que se hubiese llegado a esos extremos, conociendo la idiosincrasia guineana y recordando la crónica de sucesos de esos días que no dejó muchos incidentes truculentos a reseñar. Sin embargo, el miedo es libre y el «por si acaso» del pánico se impuso componiendo esas imágenes de la huida de «los últimos de Guinea»...
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