El elefante podía
ser el rey de la selva por cualidades, pero no lo es. Podría ser el rey porque
es el animal más corpulento del reino; sería el monarca porque es uno de los más
fieros; al contrario de lo que se piensa, el elefante es un animal que puede
ser bastante irascible y feroz. Pero no, qué va, el elefante no es el rey. El
elefante es el protagonista de la Historia. Se habla de los elefantes de Anibal
cruzando los Pirineos y los Alpes; de los elefantes de Dario contra los
macedonios o del elefante-dios que detuvo al mismísimo Alejandro Magno en el
corazón de la India.
Se menciona al cementerio
de los elefantes cuando se habla de los personajes de la historia que han
declinado en poder, están apartados de la gloria y del gobierno de nuestros
destinos y se van a morir con dignidad y resignación al inhóspito anonimato.
Eso dicen los partidarios (y hasta los detractores) de Margaret Thatcher, que
su muerte ha sido como un largo paseo al cementerio de elefantes. Sin ir más
lejos, cuando salí del cine de ver la película sobre Thatcher interpretada
(magistralmente) por Meryl Streep tuve la sensación de que ya había muerto, que
era el film sobre un personaje fallecido.
La relación de la ‘Dama
de Hierro’ con los elefantes es más intensa de lo que creen. Lean, por favor,
el texto de nuestro habitual colaborador, Luis
Pérez Armiño, y me darán la razón. Clic en el enlace: Thatcher y los elefantes.
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