Acabamos de publicar en el blog un texto del colaborador habitual, Luis Pérez Armiño, que hace reflexión de la revuelta social que está viviendo Turquía, ese gigante con pies de barro entre Europa y Asia, con una aguda perspicacia sobre elementos que están pasando desapercibidos en la prensa occidental, tan aficionada al maniqueo de "buenos y malos", etiquetando sin mucho calado a cada postura de un conflicto por un lado en una idea preconcebida de lo que es justo y democrático y por otro en lo que es anti democrático y peligroso para Occidente. En el caso de Turquía parece que está costando saber quién es el malo, aunque es mayoritaria la idea de que Erdogan se está "endiosando" y acumulando gran poder con maneras tiránicas; sin embargo, también es frecuente leer y escuchar en esas mismas crónicas europeas sobre la cuestión turca que el dirigente Erdogan cuenta en todas las encuestas con un apoyo popular general casi sin fisuras y que volvería a ganar unas elecciones democráticas por goleada.
Luis Pérez nos pone el acento en los grandes desequilibrios sociales y económicos que padece Turquía a pesar de ser considerada la potencia económica emergente de la zona. Esa clase media turca tan mencionada en la prensa occidental, que ve amenazada su modernidad y bienestar, en realidad no está tan extendida y consolidada en el país del Bósforo; el malestar social que tan confundidos tiene a los occidentales por haber surgido tras un (en apariencia) menor conflicto urbano, la tala de unos árboles, quizás, como nos indica Luis, no sea más que el lógico reflejo de una protesta social por empezar a concienciarse de la profunda desigualdad socioeconómica que viven los ciudadanos turcos.
Fuente de la imagen: fotografía de Reuters, a través de
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