Dos historias griegas


Fuente de la imagen: George Polk, biografía en WikiPhantis

La guerra civil que vivió Grecia en la segunda mitad del siglo XX suele perderse en unas pocas líneas de la historia contemporánea europea. La excesiva cercanía de la segunda gran guerra hace que el conflicto griego sea un escenario menor dentro del complejo panorama heredado de la guerra mundial. Grecia cuenta con un pasado pleno y glorioso y un futuro vacío y oscuro. En una Europa que empezaba a lamerse sus heridas, las grandes potencias, caprichosas y egoístas de acuerdo a sus propios intereses, no dejaron descansar al viejo país y lo sumieron en una pesadilla que no hacía más que prolongar el horror de la violencia.

En la lógica bélica, siempre se encuentran historias y heroicidades dignas de la más amplia atención; frente a ellas, multitud de pequeños relatos que describen la habitual crueldad de cualquier guerra y que, en la mayoría de las ocasiones, pretenden ser sepultadas por el tiempo.

Historias para la memoria, pendientes de recordar: George Polk


En mayo de 1948, en la costa del norte de Grecia apareció el cadáver del periodista norteamericano George Polk. Su cuerpo estaba maniatado y con un impacto de bala en la cabeza. Había que delimitar la autoría de un crimen tan atroz, más considerando que se trataba de un corresponsal de una cadena norteamericana, la CBS.

Las autoridades griegas, en conflicto con los guerrilleros comunistas, se apresuraron a componer una investigación basada en pruebas y testimonios falsos. Se encontró el chivo expiatorio en un grupo de periodistas y activistas comunistas que fueron declarados culpables. Sin embargo, posteriores pesquisas independientes descubrieron la farsa. Incluso, alguno de los acusados había fallecido cuando se cometió el brutal asesinato. Las informaciones más actuales afirman la autoría de grupos fascistas, si bien no pertenecientes a las fuerzas leales al Gobierno, sí al menos implicadas directamente o indirectamente con las autoridades helenas.

George Polk, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, cubrió la guerra griega desde una posición imparcial que no agradaba a ninguno de los contendientes. Se destacó por su constante ataque contra la ayuda de la administración Truman y la posible prevaricación del Gobierno griego. Su muerte, rodeada de una profunda polémica, es un asunto todavía confuso que ha justificado la existencia de los premios de periodismo que llevan su nombre.

Historias que la memoria oficial tiende a olvidar: Makronisos


La herencia de la ocupación nazi en toda Europa tardó tiempo en diluirse. Sus técnicas, sus métodos, calaron hondo en las autoridades surgidas al amparo de la liberación aliada. En Grecia, la presencia de la poderosa resistencia comunista fue neutralizada gracias a la ayuda económica y militar proporcionada por Gran Bretaña y por los Estados Unidos. El resultado, un proceso de guerra civil que se prolongó hasta 1950.

En este escenario y a instancias del ministro Sofoulis, las autoridades griegas decidieron reutilizar las instalaciones abandonadas por los nazis en la isla de Makronisis. Ese pequeño enclave, a kilómetros de la costa, un lugar seco y estéril, se convirtió en un campo de la muerte para miles de griegos comunistas o acusados de serlos. Miles de opositores o sospechosos de serlo fueron recluidos en el antiguo campo de internamiento nazi. En el léxico correctamente político a ojos de las autoridades aliadas que supervisaban la contienda civil, se trataba de un campo de re – educación de la ciudadanía. Sin embargo, en el campo se documentaron torturas, ejecuciones, muertes por sed e inanición, suicidios y todo tipo de brutalidades y abusos.

En la actualidad, Makronisos es una pequeña isla, sin aliciente ninguno excepto su entorno natural, que apenas visitan los turistas sin ser advertidos del turbio pasado del enclave.


Luis Pérez Armiño ©

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George Polk, biografía en WikiPhantis

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