Aberri Eguna, el día de la patria vasca y las soberanas posesiones españolas en el Pacífico

La supuesta Micronesia Española


  Ahora resulta que España, siguiendo la normativa del Derecho Internacional de forma estricta, sería soberana aún de varias islas en el Pacífico. Territorio español de derecho, aunque no de hecho. Un diputado del Congreso español, independentista vasco, el  congresista de Amaiur Jon Iñarritu, había interpelado la cuestión con un retorcido giro de lógica nacionalista, en un pretencioso escorzo intelectual para ridiculizar el derecho de soberanía nacional, que es de todos los españoles, en la cuestión soberanista vasca y catalana.

La pirueta reflexiva ha servido, más que nada, para recordar lo extenso en geografía mundial que fue el imperio español y que en 1898 no sólo se perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Esas islas del Pacífico, que en muchos lugares de divulgación cultural se les llama aún la ‘Micronesia española’, estarían fuera de las coordenadas geográficas que se marcaron en el Tratado hispano-alemán de 1899 donde España cedía o vendía (dieron al Estado español 25 millones de pesetas de la época) a Alemania las posesiones del Pacífico. Se trata de los islotes e islas adyacentes a las llamadas por los españoles Islas Carolinas orientales y las Palaos (en concreto las islas Guedes, Coroa, Pescadores y Ocea). La isla de Goa no la pudimos vender (los españoles) porque fue botín de guerra estadounidense tras la derrota española en 1898.

Ayer 20 de abril, en el día de la ‘Patria Vasca’, los discursos nacionalistas estaban llenos del intangible concepto de soberanía. Algo que, según los independentistas, no puede estar fijado por tratados internacionales o pasados de glorioso esplendor imperial. La soberanía, nos explican con la paciencia del maestro infantil, es algo innato a un pueblo y al corazón de sus gentes, por no decir, tan del gusto vasco, de una raza. Las proclamas se llenan de ilusión y de fe en un futuro mejor con la soberanía vasca reinando en Euskadi, Navarra y el País Vasco francés. El diputado independentista Jon Iñarritu, que ejerce la democracia defendiendo sus ideas en un parlamento español representante de toda la ciudadanía, es de los que gustan meter el dedo en el ojo del adversario ideológico con gracia y sorna. Son, sino célebres, entretenidas sus preguntas al gobierno en el Congreso de los diputados.

De todas formas, este gobierno de España perteneciente a otro partido nacionalista, en este caso español, se lo pone muy fácil. Lo de la sorna, digo. Porque a estas alturas de la película no se puede ir colgando medallas del mérito civil y militar a Vírgenes, santos y beatos o recurrir a la siempre tolerante y sabia Santa Teresa para salvar a la Patria de la crisis. Y es que de patrias y de salvaciones va parte del complejo asunto de la soberanía, y a mi parecer tan ridículos se me hacen el independentista vasco como el “meapilas” español cuando de estas maneras defienden sus ideas. Y que Santa Teresa de Ávila nos pille, sino confesados, aseados.

En la respuesta aclaratoria del gobierno español se ha zanjado de pleno cualquier posible especulación sobre la permanencia anacrónica y “colonial” de la soberanía española en esas islas remotas del océano Pacífico. No está el asunto soberanista para bromas y chistes fáciles a costa del ingenio del diputado Iñarritu (apellido vasco con Ñ española). Una lástima, ya me había hecho a la idea de pedir el traslado o exilio forzado a la isla de Pescadores para huir de tanta sabiduría soberana. Y es que, ¡la soberanía, qué cosa!


Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador


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