El polémico uso de un toro blanco de mil kilos en una moderna adaptación de la ópera de Schönberg, Moisés y Aarón |
Europa en el mito griego que le simboliza se representa como una mujer
de Oriente, fenicia, de Tiro, que es raptada por el dios Zeus al enamorarse de ella transformado en toro blanco. A sus
lomos, Europa viaja a Creta, la isla
europea cercana al oriente, convirtiéndose en su primera reina y dando nombre
al continente. Si todo fuese tan sencillo como aplicar el simbolismo
mitológico, podríamos quedar satisfechos con la idea de que Europa fue secuestrada
por un dios supremo para tener una existencia excepcional en la historia del
mundo... pero, me temo que no son
tiempos de leyenda.
Se tiene por asumido que Grecia, como pueblo de civilización
superior, influyó de manera sobresaliente en la conformación de la cultura romana, raíz, junto con la cristiana, de Europa. Los griegos eran un pueblo en decadencia, con crisis graves
de identidad en el siglo II a. C., lo que fue aprovechado por la naciente
potencia militar del Mediterráneo.
Una vez dominada la vieja Hélade, los romanos se esfuerzan por aplicar sus formas de vida que consideraban
excelsas. Aunque no pensemos que se centran en la filosofía o en la política,
prefirieron los usos y costumbres en el ropaje, las comidas o los peinados y,
sobre todo, el arte y la arquitectura.
Roma y los ciudadanos romanos nunca tuvieron conciencia de ser europeos,
más allá de la idea geográfica aplicada por los sabios, Europa no fue una
entidad administrativa política, lo fue el Imperio romano que, cosas
de la vida, alcanzó a todos los territorios de la Europa occidental (que luego fue la primera Comunidad Europea), el norte
africano y el oriente cercano, de donde salió la princesa que le da nombre.
Habrá que viajar hasta la Edad Media para ver en la obra de Carlomagno una primera aproximación a la unidad cultural y, en cierta forma, política de
Europa. Su promoción de la herencia grecolatina, con el patrocinio del cristianismo
para ello, le hicieron el «fundador» de la idea de ‘cultura europea
occidental’.
Cartel del Día de Europa con la mitológica Europa |
En épocas contemporáneas, Europa ha sido el continente precursor de
la globalización, las exploraciones intercontinentales, con las consecuencias
inevitables del colonialismo y el mercantilismo, las
revoluciones tecnológicas e industriales y la protagonista de dos guerras
mundiales determinantes para la historia mundial. Fue poco después de la
Segunda Guerra Mundial, en 1950, tal día como hoy, 9 de mayo, que el ministro
de Exteriores francés Robert Schuman daría el discurso histórico, que luego
se conoció como ‘Declaración Schuman’ y que pretendía fijar nuevas maneras de
cooperación política entre los países del continente, en materias tan delicadas
como la producción y control del carbón y acero en las zonas fronterizas de
Alemania y Francia, uno de los motivos constantes de conflictos durante siglos
(XIX y XX) y así evitar nuevos conflictos bélicos.
Nacía la Comunidad Europea del Acero y el Carbón (CECA),
embrión incontestable de la CEE (Comunidad Económica Europea) y de la actual UE
(Unión Europea). Lo que nació como proyecto de paz y desarrollo sufre
hoy incertidumbres de identidad, pesares de profundas crisis económicas y
tensas relaciones que recuerdan más a épocas prebélicas que a logros de eras de
la paz. Por culpa de guerras a sus puertas, millones de personas se han
convertido en refugiados y exiliados, en una crisis de igual magnitud que la
sufrida en la segunda mitad del siglo XX, a partir de 1945. Son tantos los “focos”
del incendio de la gran Europa, que los Nerones pirómanos no dan descanso a
los “pensadores” de Europa.
Me considero europeo y europeísta, por tanto tomo posición en un nuevo
conflicto social y en el actual debate ideológico en Europa, que ya no está basado
en el enfrentamiento izquierdas y derechas, ahora se está viviendo entre los anti-sistema (euroescépticos) y los pro establishment (europeístas). El
primer gran reto estará en unos días con el denominado Brexit, el referéndum británico sobre su permanencia en la UE. Pero
lo más “sangrante” y que más debería preocupar, ya que influye en todo lo demás,
es la persistente desigualdad social que la crisis ha generado, con las
radicales medidas económicas de austeridad, entre países del norte rico (acreedores) y los países del sur (deudores), del arco mediterráneo sobre todo
y con Grecia a la cabeza, país que dio nombre al continente con su
princesa mitológica, Europa.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista
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