Berta Cáceres, líder indígena y activista medioambiental. Fuente imagen |
Han pasado dos meses desde la
noticia del asesinato de la activista hondureña Berta Cáceres y esta entrada de Pax augusta parecerá desactualizada. Pues si sigue leyendo
entenderá que el artículo no habla de la noticia luctuosa, sino que pretende
“actualizar” algo que pronto se olvida, el legado de las grandes obras de un
tipo de personas que no parecen humanas. Berta
Cáceres era todo pundonor, justicia y dignidad. Su lucha era titánica
porque se enfrentaba a titanes de inmenso poder económico y político. Es
probable que le asesinasen sicarios a sueldo de una gran constructora, con
intereses de realizar una obra hidráulica en una región que Cáceres protegía
con su activismo.
La defensa de la tierra indígena lenca y del río Gualcarque debió trascender como una lucha mundial por la biodiversidad y quedó en un asunto de
violencia local, un caso más en el país centroamericano con mayor impunidad,
donde la justicia brilla por su ausencia. La promesa de investigar a fondo el
asesinato de la ecologista Berta Cáceres
se hizo “en caliente”, cuando toda la comunidad internacional quedó escandalizada
e indignada. La causa de Berta y su
crimen fue pasando rápido a un segundo plano. La cuestión se intentó minimizar
como un “ajuste de cuentas”, algo aberrante, pero habitual en Honduras; sin embargo, en esta ocasión,
la presión internacional y regional (Comisión Interamericana de Derechos Humanos)
obligó al estado hondureño a llegar hasta el final y resolver el crimen de la activista indígena.
Ayer saltó la noticia de un asesino confeso, diciendo que estaba
pagado por la constructora sospechosa, DESA
(de capital hondureño). Veremos si se hace justicia de forma tajante, en un país
donde el 90% de los delitos quedan impunes. La familia de Berta Cáceres no se fía de una comisión investigadora
tutelada por el Estado hondureño, supuestamente implicado a través de DESA,
empresa nacional, en los móviles del crimen y por eso ha pedido una comisión
internacional investigadora que audite el trabajo realizado hasta ahora en
Honduras.
Matrimonio de la etnia Lenca. Fuente Imagen |
Obra y trayectoria de una gran mujer, Berta Cáceres
Premiada con el llamado “Nobel Verde”,
el Premio Goldman, en 2015, Berta Cáceres (1971-2016) era una líder
indígena lenca. Los lencas son una familia étnica mesoamericana, con
idioma propio, que para algunos estudiosos podría tener raíces mayas y para
otros estaría aún sin clasificar. Ocupaban tierras hondureñas y salvadoreñas
desde tiempos precolombinos. En el caso de Honduras el sentido de comunidad
Lenca es más fuerte y Berta Cáceres fue uno de los líderes indígenas
fundadores del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de
Honduras (COPINH). El objetivo fundamental de esta organización
es la protección de la “Madre Tierra”,
la defensa medioambiental de la región y la promoción de la Cultura Lenca.
Entre los triunfos de su
activismo ecologista estuvo conseguir que un consorcio de multinacionales,
liderado por la constructora china Sinohydro,
se retirase de un mega proyecto de
construcción de unas presas hidráulicas en la región del río Gualcarque. En la tradición cultural lenca, las mujeres
son las guardianas y protectoras de los ríos, pues éstos contienen a los
espíritus femeninos. Berta Cáceres asumió esa defensa medioambiental no sólo
como una cuestión de activismo social y ecológico, la ejercía como parte de su
cultura indígena. Esa lucha de corazón y alma le supuso su muerte a manos de
sus enemigos.
Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador
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