En las redes sociales de Portugal se hacen eco de poder usar España como nombre de toda la península |
El Iberismo existe. Aunque le pasa algo así como al tópico sobre la
región de Teruel, que su principal
valía para darse a conocer es la paradoja de que, en realidad, parece que No Existe. Teruel, esa parte de Aragón, a caballo entre Castilla, el norte del antiguo reino de
Valencia y Cataluña, ha sufrido la «desconexión» con el resto de la península
durante siglos. Incluso, en nuestros días, es palpable la falta de
infraestructuras en vías de comunicación que no conectan, de manera directa,
esa zona con el centro (Madrid) y el sur peninsular. El iberismo tampoco dispone
de «buenas conexiones» para hacer llegar sus propuestas y sus, cuando menos,
interesantes tesis a todos los pueblos peninsulares. Tampoco existe un AVE Madrid-Lisboa y viceversa.
Que no nos lleve a engaño su
escasa repercusión actual. Los intentos de unión
política ibérica, entre Portugal y España, son antiguos. Sin remontarse a
las remotas uniones dinásticas y los deseos de testas coronadas, el Iberismo tuvo su mejor época en el siglo
XIX, a partir de la segunda mitad de ese siglo. Advertir que este
movimiento no es nacionalista en esencia, no se trata de «fundar una nación ibérica».
Su idea principal es aunar fuerzas políticas y económicas en algo ya común: la
cultura --y su socioeconomía derivada- de la Península Ibérica. Comprenderán,
también, conociendo la historia común de ambos países, lo complejo y utópico
que resulta el propósito del movimiento
iberista.
Empezando por el uso del término Hispania y sus derivados. Los prejuicios
y suspicacias hacia el que fue el reino más grande, Castilla, con el idioma más
extendido, castellano o español, están siempre presentes y en tensión, nada de
latentes. Evitar estos temores de «anexión unilateral» (conquista, para algunos críticos), ha llevado a ridículos
debates de terminología. Hispania e Iberia eran lo mismo, sinónimos, pero para conseguir quitar
malos entendidos no debemos decir Hispanoamérica o relaciones hispanolusas, hay que decir Iberoamérica y relaciones luso
españolas. La aceptación del prefijo Iberia o ibérico fue un logro de la
diplomacia española, un gesto de transigencia hacia los vecinos portugueses,
siempre más recelosos cara al exterior de las posibles «uniones ibéricas».
Haciendo historia más reciente, el Iberismo tiene raíces en las
burguesías liberales de España y
Portugal. Acabadas revoluciones en Francia y guerras de independencias
contra Napoleón, cuando el Absolutismo regresó con fuerza a los
dos países a partir de 1820, los liberales portugueses y españoles compartieron
exilio en Londres. Allí se escribieron manifiestos a favor de la unión política
desde la óptica liberal de progreso, aunar fuerzas contra el tradicionalismo de
los burgueses moderados o conservadores. Pero era una propuesta monárquica, de
fusión de Coronas; el federalismo ibérico,
que ahora propugna el Iberismo, llegaría con los movimientos republicanos a
partir de 1848.
No en vano, entre los iberistas
con más fe estaban republicanos como los socialistas utópicos Fernando Garrido, Sixto Cámara o el que llegase a ser presidente ejecutivo de la Primera República española, Francisco Pi y Margall (1873). En la efímera primera República el planteamiento de una federación
republicana de los pueblos ibéricos fue más que real. Pi y Margall usaba
un lenguaje que ahora nos es muy familiar, abogó reiteradamente por una
federación autonomista.
En los inicios del siglo XX, con la Primera Guerra Mundial y con dos
dictaduras en cada país, el Iberismo se diluyó entre las utopías extravagantes
que arrancaron con el siglo. Solo en la República española de 1931 se volvería
a plantear el acercamiento político entre los dos países ibéricos. La
Constitución republicana daba la doble nacionalidad a los portugueses afincados
en España. Desde entonces hubo cierta identificación del Iberismo con
movimientos de izquierda, como las fuerzas sindicales y anarquistas que
surgieron en esos años (FAI, Federación Anarquista Ibérica).
Hoy día, existen movimientos y plataformas que usan las redes sociales y
los nuevos foros digitales para dar a conocer lo que queda y lo que es en la
actualidad el Iberismo. Entre sus propuestas está la integración de
Cataluña en una mentalidad federalista para evitar su «posible» secesión de España.
Son contrarios a la independencia catalana porque atomiza más su afán
unionista. Pero es mejor que les conozcan ustedes y juzguen por si mismos su heterogéneo y «sincrético pensamiento»; les dejo sus enlaces:
© Gustavo Adolfo Ordoño
Historiador y periodista
Historiador y periodista
1 Comentarios
Hola Gustavo. Soy Pablo del Blog Estado Ibérico. Te ha quedado un artículo fresco, además de ser un buen resumen del iberismo. Te felicito. Voy a compartir tu entrada en redes sociales. Mucha suerte con tu blog.
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