Cuba, esperando un cambio de Historia cada 60 años

Pintura en el Museo Naval de Madrid que muestra una batalla naval en la Guerra de Cuba


Justo han pasado 120 años desde la independencia de Cuba y el fin del mandato de los Castro en la isla: 1898-2018. Un siglo y dos décadas como todo bagaje histórico hacen de Cuba una de los países más jóvenes del mundo. Nuestra afirmación es considerando solamente la historia como Estado-nación contemporáneo, no su milenaria historia iniciada con las migraciones al continente americano desde Siberia. Y teniendo en cuenta que el 50% de ese currículo histórico está protagonizado por los hermanos Castro, el carismático Fidel y el pragmático Raúl, los cubanos han tenido, tienen y parece –poniéndose pesimistas- que tendrán pocos ‘grandes cambios’ en su historia.

 Se puede decir, de manera alegórica, que caminan por la historia con pasos de 60 en 60 años. Siempre que no le busquen los tres pies al gato o la excesiva precisión de la metáfora, esto es así porque por mucho que se profundice en el análisis de los hechos históricos, el país no ha cambiado sustancialmente resumiendo esas dos mitades de la vida cubana de 120 años. La primera mitad se resume en pocas palabras: control económico y político de Estados Unidos. La isla se convierte en una suerte de gran casino y lugar de recreo para el capital extranjero. La segunda mitad también se puede condensar en una revolución cubana que nace como la aparente victoria de una guerrilla anticapitalista, pero que enseguida se aprecia en la llamada Revolución cubana de 1959 el intenso protagonismo de su líder, Fidel Castro, que actúa más como un “clásico” libertador de las Américas, ajeno a partidos e ideologías, que como un dirigente político del establishment (capitalista o comunista).

Sin embargo, simplificar tanto puede tentar a menospreciar la importancia que este país ha tenido en varios momentos de la historia contemporánea universal. El más conocido el de la Crisis de los Misiles en 1962, que llevó al mundo a una tensión de posible guerra nuclear inédita hasta entonces. Puede que hayan sido pocos cambios, pero siempre intensos. La independencia cubana de 1898 trajo todo menos el objetivo principal, conseguir ser una nación independiente. En el fondo es uno de los mejores testimonios de la forma con la que la nueva potencia mundial iba a actuar durante todo el siglo XX; el modus operandi para asegurarse el control geopolítico de las regiones de su interés y que pronto sería seguido por las viejas potencias europeas.

Captura de vídeo (Reuters) donde se ve a Raúl Castro y su sucesor, Díaz-Canel

Estados Unidos tras la derrota española obligó a disolverse a todas las fuerzas políticas cubanas independentistas. Elaboró un tratado en diciembre de 1898 que era un plan de protectorado sobre Cuba por varios años, empezando por la ocupación militar de toda la isla. Se primaban más los aspectos comerciales, puntualizando con quién podía Cuba comerciar, que los derechos constitucionales que pudieran hacer de Cuba una nueva república independiente. No fue hasta 1902 que Cuba se constituye en república “libre”, aunque con la Constitución de 1901, que era una especie de tratado de ocupación maquillado. La Enmienda Platt, del senador Orville H. Platt, impuso en el articulado evidente condiciones que favorecían los intereses de EEUU:

…el Gobierno de Cuba consiente que los Estados Unidos pueden ejercitar el derecho de intervenir para la conservación de la independencia cubana (Art. III)

Los europeos en África aprendieron pronto a valorar esa combinación entre neocolonialismo y garante de las libertades de las naciones que hacían los estadounidenses al inicio del siglo XX, como veríamos en los incontables tratados o constituciones de carácter proteccionistas sobre países con aspiraciones nacionalistas. Cuba fue protagonista en un gran “cambio”, pero no logró los esperados beneficios de esos cambios en la historia.

El relevo en la presidencia de Cuba, dejando paso Raúl Castro a su vicepresidente Miguel Díaz-Cane, tampoco ha supuesto un nuevo cambio o un gran hito en la historia de la isla. Díaz-Cane ha prometido continuar el legado de los Castro y Raúl sólo se coloca en un segundo plano, no desaparece del poder. No sabemos si están esperando al 60º de la Revolución Cubana el próximo 2019 para dar un “paso” hacia el cambio. Hasta entonces, ese cambio que supuso conseguir la independencia de España en 1898 y la Revolución de 1959 que llevó al poder a Fidel Castro, derrotando a un régimen títere de Washington (en realidad de la mafia estadounidense), han sido los dos grandes cambios en el devenir histórico en 120 años de la mayor isla caribeña.


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Gustavo Adolfo Ordoño ©
Periodista e historiador

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