Los que no desembarcaron en Normandía, los paracaidistas del Día-D

 

Homenaje en forma de "estatua-muñeco" en la iglesia de Sainte-Mère-Église, pueblo francés liberado por los paracaidistas del 82º Aerotransportado estadounidense.
Más información en El paracaidista más fotografiado de Normandía

 Cuando llega el 6 de junio aparecen informaciones, ahora a través de las redes sociales, que nos recuerdan lo trascendental que fue para la Historia esa jornada del Desembarco de Normandía en 1944. Bautizada en la jerga militar como el «Día D», se encamina a su 80º Aniversario. Lo que ocurre es que la actual geopolítica, tan relacionada con la historia contemporánea, nos hace debatir sobre la verdadera trascendencia que tuvo. A nivel político social fue más trascendente para Europa el avance soviético y la toma de Berlín desde el frente oriental por el Ejército Rojo, que el desembarco aliado en el frente occidental. Sin embargo, como operación militar coordinada a gran escala, el desembarco en las playas de Normandía fue de una trascendencia histórica incuestionable. En Pax Augusta nos centramos en el papel de los paracaidistas en esta historia, los «héroes olvidados» de ese gran desembarco militar

 No se ha producido otra operación militar de esas características tan importante o con esa magnitud. Desde el principio de su planificación, se pensó en el uso de fuerzas paracaidistas como apoyo fundamental a las tropas que desembarcarían en la costa normanda. Los paracaidistas como fuerzas militares acababan de nacer y los aliados occidentales serían pioneros en la manera de aprovechar esta fuerza aerotransportada en los campos de batalla. 

Los servicios de Inteligencia y los colaboradores de la Resistencia francesa hicieron ver al Estado Mayor que preparaba el Día D la importancia de tomar un pequeño pueblo. A siete kilómetros de la que sería playa de desembarco UTAH, era el lugar perfecto para contener o detener a los posibles refuerzos alemanes llegados desde Cherburgo. Si varias unidades de paracaidistas tomaban previamente la villa de Sainte-Mere-Eglise, se garantizaría el éxito en esa zona del gran desembarco aliado. Así, en la madrugada del 6 de junio de 1944, uno de los lanzamientos de paracaidistas anteriores al gran desembarco tuvo como objetivo las inmediaciones de Sainte-Mere-Eglise; nudo de comunicaciones entre Carentan y Montebourg

Para las curiosidades históricas quedó el error de los aviones al soltar a los paracaidistas, muchos de los cuales descendieron sobre el centro de la villa. Incendiada por los bombardeos previos, la pequeña ciudad era una antorcha que iluminaba el cielo nocturno descubriendo a los soldados que fueron blanco fácil en su descenso. John Marvin Steele, fue el paracaidista estadounidense cuyo paracaídas quedó enganchado en la torre de la iglesia de Sainte-Mere-Eglise. En cierta forma eso le salvó la vida, porque quedó oculto a la zona principal de combates y porque los que sí le vieron allí colgado le dieron por muerto. Esta anécdota resulta, no obstante, uno de los muchos ejemplos lamentables de los errores cometidos en los lanzamientos de estas tropas aerotransportadas.

 

Paracaidistas aliados embarcando para lanzarse sobre Normandía

En casi todas las operaciones aerotransportadas planificadas para el Día D hubo problemas en los lanzamientos. Se perdieron muchos efectivos humanos en los saltos, pero también mucho material para la tropa lanzado junto a los paracaidistas. Sin embargo, destacó más la capacidad de superación de estos problemas y como se logró una improvisada reorganización de tropas que, a rasgos generales, cumplieron todos los objetivos militares planificados para esas fuerzas aerotransportadas. Los paracaidistas estadounidenses contuvieron una posible reacción de los nazis en el flanco derecho del desembarco, la península de Cotentin. Y los británicos de la 6ª División Aerotransportada británica, consiguieron asegurar el flanco este de la zona de invasión. 

El éxito principal del desembarco aliado eclipsó otros logros previos de las fuerzas aerotransportadas. Pequeñas victorias a veces olvidadas que hicieron posible el avance aliado por todo el noroeste francés en fecha, más o menos, prevista. Pero al resultar estas operaciones parte de las operaciones más cruentas y controvertidas, también se han preferido llevar a un segundo plano. Aún así, la documentación y bibliografía sobre estas tropas «especiales» es bastante rigurosa e interesante. 

Destaca Hermanos de Sangre (Band of Brothers), el libro del historiador Stephen Ambrose. Es el resultado de una detallada investigación de este especialista en la Segunda Guerra Mundial, junto a las ciento de entrevistas que realizó a los veteranos de guerra de la Compañía E (Easy) del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista. En la primera parte de esta investigación se hace hincapié en la exhaustiva preparación que tuvieron estos soldados para transformarlos en un nuevo tipo de guerrero. El perfil del paracaidista requería un duro entrenamiento, empezando por preparar cuerpo y mente ante la incertidumbre que supone saltar al vacío. 

Quizás por eso, conociendo esa durísima preparación física y psíquica, se entiende que la mayoría de las fuerzas paracaidistas lanzadas el Día D lograran recomponerse y afrontar todas las dificultades previstas e imprevistas de ese 6 de junio de 1944

 

Gustavo Adolfo Ordoño ©

Historiador y periodista  

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