Cautivos de Argel; curiosidades históricas entre Argelia y España

 

Fotografía del escritor español Max Aub (a la derecha), en el campo de concentración de Djelfa (Argelia) en 1941. Fuente de la imagen: FUNDACIÓN MAX AUB


 La actualidad geopolítica vuelve a remover la historia de España con un vecino del Mediterráneo. España y el Magreb tienen siglos de convivencia y de hostilidad a sus espaldas. Las relaciones con esa región son tan importantes como las que tenemos con América y Europa –en ese orden-; sin embargo, la cercanía geográfica no se corresponde con la cercanía cultural ni con los conocimientos que tenemos de ella. Los lectores españoles, en su mayoría, conocen más cosas de Argentina o de México, por poner dos ejemplos, que de Argelia y su historia relacionada con España. En Pax Augusta queremos ayudar a conocer un poco mejor los lazos y la historia que compartimos con Argelia. 


  Lo primero que se nos viene a la mente es el largo cautiverio que pasó don Miguel de Cervantes, el autor del Quijote, en lo que hoy es Argelia. Cervantes fue víctima de la geopolítica del siglo XVI. La populosa ciudad de Argel, que contaba en ese siglo con más de 150.000 habitantes, vivía de la trata de seres humanos. Piratas berberiscos dedicados a la venta de esclavos y al cobro de rescates de cautivos, controlaban las costas de Orán y Argel. En realidad todo el sur Mediterráneo, las costas del actual Magreb que en esa época se conocían como la Berbería, desde Trípoli hasta Marruecos. Apresado en 1575 cerca de las aguas de Barcelona, Cervantes sufrió cinco años de cautiverio en Argel que marcarían tanto su carácter como su obra.

Es curioso como esa peripecia vital de Cervantes describe de manera precisa la situación de las relaciones históricas que se daban entre España y el Magreb. Partió en septiembre de 1575 del puerto de Nápoles junto a su hermano Rodrigo, soldado como él, rumbo a Barcelona. Tenía la intención de «licenciarse» del servicio militar voluntario que había cumplido desde la Batalla de Lepanto (1571) contra el Imperio otomano. Poco antes de llegar a Barcelona, una fuerte tormenta dispersó a la flotilla española. La galera Sol, donde viajaba Cervantes, queda maltrecha y es atacada por piratas berberiscos. El futuro autor del Quijote fue uno de los supervivientes del ataque corsario, que son llevados como cautivos a Argel

«Yo he estado en Argel cinco años esclavo» - Miguel de Cervantes (1547-1616)


Uno de los grabados que representa el cautiverio de Cervantes en Argel 


Para la monarquía hispánica el control del Mediterráneo fue vital desde antes de la unión de las dos coronas. En realidad era una tarea secular de la corona aragonesa, tras dominar los puertos catalanes y valencianos. Los nietos de los Reyes Católicos, Carlos I y Felipe II, heredarían los proyectos políticos de la vertiente atlántica con iniciativa castellana (América) y mediterránea con protagonismo aragonés (Italia y las islas mediterráneas). En 1575, cuando es hecho cautivo Cervantes, el «problema turco» en el Mediterráneo era el más importante y grave para España

Aún no se había conceptuado la «Geopolítica» como posible explicación de la Historia, pero el asunto o «problema turco» del siglo XVI englobaba ya todos los parámetros históricos que marcarían –para siempre- las relaciones entre España y Argelia. Empezando por la pujanza económica de Argel y de Orán desde inicios de ese siglo. Era algo conseguido gracias a los hispanomusulmanes del derrotado, por los Reyes Católicos, Reino de Granada que decidieron exiliarse en esas costas. A los que se sumaron los moriscos rebeldes que eran sometidos y expulsados en las frecuentes «guerras de guerrillas» que se dieron en la Alpujarra granadina. Desde las costas argelinas regresaban a las andaluzas para hacer actos de pillaje o incursiones donde secuestraban a cristianos que vendían como esclavos.  

Es decir, que en la existencia de Argel como gran capital tuvo mucho que ver la historia de España y sus antepasados de origen hispanomusulmán. El único poder que podía hacer sombra al de los Austrias españoles era el Imperio otomano, cuya «habilidad geopolítica» se demostraba al financiar muchas de las razias de los corsarios norteafricanos e influir culturalmente sobre esos berberiscos. Cervantes fue un uno de los muchos cristianos occidentales cautivos en Argelia, usados para menoscabar el poder del Imperio español.


Desde los cautivos de Argel al gas argelino. Historia de las relaciones hispano argelinas 

Otra fotografía del escritor Max Aub en el Campo de Djelfa (Argelia). Fuente de la imagen


 Mencionada esa importante vinculación histórica entre España y Argelia debida a la biografía de Cervantes, pasamos a relacionar la historia de las relaciones históricas más contemporáneas. Es curioso, también, que para hablar de ellas debamos mencionar al cautiverio de otro escritor español. Esta vez más desconocido para el público en general. Se trata de Max Aub (1903-1972), escritor español y mexicano (murió con esas dos nacionalidades), que exiliado republicano en Francia tras acabar la Guerra Civil fue detenido en 1941 ("acusado" de comunista) y deportado a los campos de concentración que la Francia de Vichy  tenía en Argelia

Así, en Diario de Djelfa, 1941-1942 (México, Unión Distribuidora de Ediciones, 1944) y en forma de poemas relataría su experiencia como prisionero, el maltrato de los gendarmes franceses, las privaciones de todo tipo y la nostalgia de España. Era de origen francés, nació el 2 de junio de 1903 en París, pero en 1914 al estallar la Primera Guerra Mundial los padres de Max Aub abandonan Francia y se trasladan a España, fijando su residencia en Valencia. Y es, precisamente, el país de origen de Aub el que ahora marcará la historia contemporánea de las relaciones hispano argelinas

España en las postreras décadas del siglo XIX va perdiendo las últimas posesiones de su imperio de ultramar, que la mayor parte están en América. Justo cuando el colonialismo europeo está en auge en otros continentes, en África y Asia sobre todo. Las elites políticas y económicas españolas más conservadoras quieren resarcirse de ese «desastre nacional», participando en lo que se pueda de ese “reparto del Mundo” que estaba haciendo Europa. Pero en el Magreb, donde había antecedentes de la presencia española, España llegaba tarde. Desde el siglo XVII, en el reinado de Felipe IV, la pérdida de influencia y poder española en el Norte de África es notable. Y lo es a favor de la vecina –y rival- Francia

Grupo de prisioneros españoles, formando una compañía de trabajo, en un campo de concentración argelino (Camp Morand, cerca ya del desierto sahariano). Fuente imagen


Sin ir más lejos, el llamado Oranesado (región argelina de Orán) había sido dominio español desde la regencia de Castilla del Cardenal Cisneros en 1504. Se considera la conquista de Orán una empresa de «espíritu cisneriano», porque el cardenal regente llegó a poner hasta dinero de su diócesis para conseguirla. Se trataba de acabar con la base de los piratas moriscos allí refugiados. Y se consiguió a partir de 1505 con la conquista de Mazalquivir, la plaza fuerte más grande próxima a Orán, que se tomó en 1509Un siglo después, en 1609, allí fueron llevados la mayoría de los moriscos expulsados definitivamente de la península para su reparto por todo el norte de África. De esta forma, por casi tres siglos con intervalos donde se perdían por unos años las plazas o presidios, se mantuvo una relación histórica estrecha entre España y lo que sería Argelia.

Mal vendidas y cedidas las plazas de Mazalquivir y Orán al reino de Argel durante el reinado de Carlos IV (1788-1808), por no tener fondos las arcas reales para mantenerlas, luego pasarían pronto al dominio turco. Sin embargo, desde 1830 Francia emprendió un magno proyecto colonizador del norte de África, centrándose en Argelia. Para esa tarea colonizadora necesitó mucha mano de obra europea. El levante sur español sería una de las canteras de esta emigración masiva, sobre todo las cercanas a las costas argelinas AlmeríaAlicante. Se dio la circunstancia de que en Orán la población española o de origen español habitantes del Oranesado dobló a la francesa en 1911; unos 188.000 hispanos frente a los escasos 90.000 galos. 

Pero para Francia, Argelia se había convertido en una cuestión nacional y de Estado. Se pretendía crear una «segunda Francia» en el corazón del Magreb. Por eso pronto surgieron leyes que obligaron a naturalizarse como franceses a todos los europeos que recabasen en esas tierras. El recelo por mantener el dominio y la «civilización francesa» en ese territorio llevaría a extremos obsesivos. Tanto que una manifestación, en principio de talante pacífico y festivo, para celebrar en Argel en mayo de 1945 la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial se convirtió en una masacre

El escritor y filósofo Albert Camus, nacido en Argel en una familia de colonos franceses, fue una de las excepciones de la cultura francesa. Abogó por la independencia del pueblo de Argelia.


Como la mayor parte de los manifestantes eran nativos argelinos, predominaron los símbolos árabes de libertad. Cuando un muchacho de 14 años sacó una bandera independentista argelina, un policía perdió los nervios matándole de varios disparos. El tumulto que siguió provocó graves altercados entre policías y manifestantes, más una cruda represión posterior de las autoridades francesas. Se calcula en más de 40.000 las personas asesinadas en esa represión en mayo-junio de 1945. Un nefasto preludio del millón y medio de víctimas que costó la larga Guerra de Independencia de Argelia (1954-1962)

Parece que el gran recelo francés sobre el dominio de Argelia fue heredado por los mismos argelinos. Recelar ha sido siempre el rasgo más característico en las relaciones exteriores argelinas. Con España el recelo ha sido siempre por la toma de postura y el trato tenido con Marruecos, el rival contemporáneo por ser la potencia hegemónica en el Magreb. Han sido unas relaciones bilaterales donde el pasado histórico común ha importado poco a ambas parte, menos quizás a los argelinos. El interés comercial ha prevalecido, sobre todo desde la explotación argelina de sus grandes reservas de gas


Ahora, es curioso, por agravamiento de la «Cuestión del Sáhara» que ha roto el Tratado de Amistad entre Argelia y España, los españoles (empresas españolas) vuelven a ser, en cierta manera, “Cautivos de Argel” y sus intereses geopolíticos

 

Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

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