Las siete medias verdades que alimentan a las 'fake news' en el mundo actual

Un anuncio de un famoso refresco, sinónimo de libre mercado, y de su competencia (copia) local en una tienda de comestibles de un país de economía "emergente" /
          

1.- Desde que cayó el Muro de Berlín pensamos que todo es nuevo. Que los dilemas y los problemas del siglo XX con sus análisis y posibles soluciones ya no servían, que vivíamos en una nueva era sin pensar en la evidente continuidad latente en todos esos factores nuevos de rasgos propios del siglo pasado. No apreciar esa continuidad, incluso negar que existe, solamente ha servido para agravar los nuevos dilemas entrado el siglo XXI. Las crisis económicas de finales del siglo XX se han tratado como «tropiezos normales» -y menores- que siempre se darán en el sistema capitalista, sin apreciar que eran avisos de la gran crisis financiera llegada en 2008. El modelo productivo, para más inri, se transformó de forma esencial justo durante esta última crisis. 

2.- El triunfo absoluto de Occidente nunca ha existido. El mundo continuó su curso partiendo en cada rincón del planeta de las pautas con las que ya contaban. Así, China es más poderosa siguiendo la pauta China, por ejemplo. Occidente es menos poderoso y está más empobrecido, de forma cualitativa, que antes de 1990 (caída del Muro). Era una 'media verdad' alentada por todos aquellos partidarios de iniciar políticas de ajustes presupuestarios y de control del déficit público en los países desarrollados, supuestamente "arruinados" tras el Crack de 2008. La realidad, o la verdad que está más próxima a ella, es que Occidente ha seguido monopolizando -triunfando- en la economía mundial porque lidera la Cuarta Revolución Industrial-Tecnológica (Google, Facebook, Amazon...) 

3.- El final de la Historia no se ha dado. Esa predicción, que serviría de soporte ideológico al neoliberalismo, no se ha cumplido en su misma base, pues venía a decir que el triunfo del capitalismo y su forma política más afín, el liberalismo, se había cargado la dialéctica histórica y ya no había rival, antagonista, con el que mantener el pulso de la historia. Se incidía en decir que los enemigos serían menores, que darían «conflictos menores», del tipo nacionalismos o religiosos muy locales. Mucho me temo que si hay algo «nuevo» en este siglo XXI es la irrupción otra vez (se dieron en el siglo XX con el grave efecto de las guerras mundiales) de ambos dilemas, nacionalista y religioso, como «enemigos mayores». La cuestión catalana en España es un ejemplo vergonzoso europeo o el nacionalismo excluyente que encierra el Brexit en Reino Unido. El "colapso religioso" en Oriente Medio es uno de los factores más complejos, se da la paradoja que el contexto geopolítico del Mundo Árabe es controlado por tres potencias que no son árabes: Israel, Irán y Turquía. 

El ex presidente Obama, de EEUU, en una ilustración que le hacía "emperador" - César- del mundo


4.- El supuesto momento dulce del imperio estadounidense. Es decir, la época unipolar  de Estados Unidos. Otra media verdad, porque si bien es cierto que la influencia y el control mundial de EEUU se ven favorecidos por la desaparición del antagonista que le podía refrenar, la Unión Soviética; también es evidente que la multiplicación de "adversarios" (multipolarización) hace más difícil un monopolio efectivo y total de la geopolítica mundial. Además, como es evidente en muchos nuevos «ejes geopolíticos» de estos días, Rusia y China han heredado con soltura el papel de contrapeso (bipolar) que tenía la antigua URSS. Tanto que la primera dominó la guerra de las "Fake News", como se vio en las injerencias que tuvieron en el proceso electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca. 

5.- El pregonado avance imparable de la globalización y sus efectos negativos y/o positivos. La globalización económica mundial ha tenido siempre mala prensa, pues se identifica en realidad con el control económico de una oligarquía financiera occidental. Los detractores olvidan que la economía globalizada, las libertades/facilidades para entrar y salir en los mercados, constituyeron la base socioeconómica de la formación de la gran mayoría de los nuevos Estados-nación que surgieron desde el siglo XIX en todos los continentes. Después ha sido la base de las nuevas estructuras económico-políticas: las organizaciones supranacionales, como por ejemplo la UE o CELAC. Los partidarios acérrimos de la Globalización olvidan que no sólo no avanza imparable, sino que también está en muerte cerebral según muchos analistas. El triunfo de Trump en EEUU y el de la ultraderecha en Brasil con Jair Bolsonaro, nos hablaron de que «los poderosos», los líderes anti-globalización, podían ganar elecciones con el lema: «EEUU (Brasil, UK) primero»...

6.- El libre mercado de personas y productos avanza sin trabas. Otra media verdad. Los recelos heredados de siglos pasados, siendo el XX el más determinante, con los grandes fenómenos migratorios y los controles de los recursos energéticos hacen al libre mercado papel mojado en muchas o en todas las ocasiones. Los flujos migratorios asumidos y aceptados durante todo el siglo XX ahora son frenados y puestos en cuestión. 
  
7.- La indolencia de la intelectualidad ante los complejos problemas socio-económicos de un mundo global, que ha preferido centrar esfuerzos en diatribas "menores" de otra índole (más "cerebral"), ha facilitado la soberbia con la que se etiquetan los valores fundamentales en los medios de comunicación de masas. Esto hace que de conceptos tan esenciales, que parecían estar bien definidos, como democracia, fascismo, marxismo, comunismo, socialdemocracia o capitalismo, se hagan interpretaciones peregrinas al capricho de cualquier interlocutor (tertulianos) o ideólogo de sofá (redes sociales). El debate político no está en los medios, es el medio.



Gustavo Adolfo Ordoño ©
Historiador y periodista

Publicar un comentario

0 Comentarios