Este tanque es el Leopard 2 de fabricación alemana que varios países quieren enviar como ayuda a Ucrania en la guerra contra el invasor ruso y para ello necesitan la autorización de Berlín |
Por uno de esos «bucles» o caprichos históricos, los tanques alemanes –de fabricación alemana- pueden volver a ser decisivos en la historia de Europa. Para Hitler fueron esenciales en la blitzkrieg (guerra relámpago), con la que consiguió su gran y exitosa expansión militar por toda Europa. En Pax Augusta os contamos un breve apunte sobre los tanques alemanes y el porqué de su protagonismo en la historia bélica europea
La
primera apreciación se cae de obvia, aunque muchas veces no es tan tenida en
cuenta por los observadores históricos. Una superioridad técnica, en la ingeniería
militar, es una baza ganadora contra el enemigo. Los tanques alemanes contaron
durante mucho tiempo con esa ventaja de excelencia técnica en la Segunda Guerra Mundial. Aunque no fue así siempre, ni desde el inicio ni al final del
conflicto. Con el paso del tiempo y la entrada de EEUU en la guerra, el nivel
de eficiencia técnica entre los contendientes se iría igualando.
Resulta
curioso como una derrota estrepitosa de Francia, con la invasión nazi en junio
de 1940, hizo olvidar que los «tanques temidos» en Europa eran los Renault franceses.
Así ocurrió por el recuerdo glorioso de la Primera Guerra Mundial de haber
parado a los germanos en la Batalla del Somme. En realidad, este dato solamente
demostraba que fueron los franceses los primeros en aprovechar la ventaja táctica
que daban los blindados apoyando a la infantería. Los germanos en la Gran
Guerra no valoraron el uso de los tanques –sólo llegaron a fabricar un
centenar- y su arrepentimiento hizo que la base de su rearme en los años 30
partiera de la producción de blindados.
El incumplimiento flagrante de la cláusula del Tratado de Versalles, que prohibía a Alemania fabricar o comprar tanques y aviones militares, empezó en el momento en el que Hitler instó a sus ingenieros a que diseñasen blindados potentes y veloces para sus inmediatos planes de expansión militar. Para ello burlaría las suspicacias y quejas de las democracias occidentales con el taimado acercamiento a Moscú, que llevo al pacto germano-soviético de agosto de 1939.
Fotografía de un Panzer VI Tiger que se puede ver en el daspanzermuseum.de |
Así, este acuerdo de no agresión, conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, estuvo precedido por intercambios de profesionales militares, compartiendo formación e ingeniería militar. Alemania burlaría parte de la prohibición de rearmarse comprando materias primas a la Unión Soviética y fabricando en suelo ucraniano, curiosamente, algunos de sus tanques. El primero a destacar sería el Panzer I, no muy armado ni blindado, pero veloz para el asalto en batalla. Sería probado en la Guerra Civil española, con la vista ya puesta en ser una de las puntas de ataque principales de la guerra relámpago iniciada el 1 de septiembre de 1939 con la invasión de Polonia.
Quizás decir que la superioridad técnica de los blindados alemanes en esos inicios de la guerra fue decisiva para sus primeras y grandes victorias, resulta excesivo. A los tanques acompañaron lo de siempre: millones de soldados de infantería. Es por eso que los primeros tanques alemanes no serían esas máquinas que parecían invulnerables en los años centrales de la contienda. Visto ahora, el Panzer I estaría mal blindado (13 mm); pero la baza era su fácil fabricación, vital para un rápido rearme. Los Panzer II y III completarían su blindaje hasta 30 mm, aunque seguía siendo una insuficiente fortaleza. Sin embargo, el Estado Mayor germano en esos primeros compases del conflicto prefería primar el tener tanques rápidos y fáciles de construir.
Existía
una intención planificada en ello. Primero se trataba de una expansión rápida
y contundente, que provocase el estado de shock en el
enemigo; luego llegaría el momento de mantener el territorio conquistado y
contener el contraataque siempre previsto. Sería el momento de los blindados
pesados. Uno de ellos, el Panzer IV, se ideó como «semipesado» y
acabaría siendo el más fabricado y usado por los alemanes desde esa segunda
fase de la guerra. Se llegarían a producir más de 9.000 unidades y su
mantenimiento resultó factible, porque fue la base de las diversas
variantes de tanques que realizó la industria militar alemana para responder a
los cada vez mejores blindados de sus enemigos; sobre todo a los tanques
soviéticos T-34 KV1.
Un Panzer IV en el Museo de Blindados de la localidad francesa de Saumur |
Una pirueta o capricho irónico de la historia también sería que aquellos –los soviéticos- que ayudaron al rearme alemán en la década de 1930, fueron los que más destruyeron esa maquinaria e industria bélica germana en los años finales de la guerra. La famosa batalla de blindados en Kursk, en el verano de 1943, fue el punto de inflexión donde comenzó a ser menos evidente la superioridad alemana en materia de armamento pesado. Aunque los temidos Panzer V y Panzer VI Tiger eran versiones mejoradas del Panzer IV, con mayor blindaje, tuvieron más problemas de mecánica en sus motores y se repusieron mucho menos.
Sobre el terreno fueron mejores tanques que la mayoría de los soviéticos, pero nada pudieron hacer contra otro armamento pesado del que la Unión Soviética se hizo dominante: los cañones autopropulsados de gran calibre (SU-76, SU-122, SU-152). Aún así, acabada la guerra con la derrota nazi, sobre el papel y con los datos técnicos en la mesa, la superioridad germana en su ingeniería militar seguía intacta. En su rendición incondicional se incluyó el control por parte de los vencedores de su industria durante años. No obstante, en la Alemania Occidental sobre todo, pronto volvió la consideración de excelencia y de fiabilidad de las «máquinas alemanas». Algo que parece recuperar protagonismo en la actual Guerra de Ucrania.
La actualidad de una guerra -invasión rusa de Ucrania- de ahora mismo, mira a unos tanques de fabricación alemana, los Leopard 2; una maquinaria militar germana que para todos sigue «marcando la diferencia» en el campo de batalla...
Historiador y periodista
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