La historia de los fuegos artificiales en Año Nuevo, el curioso arte de la pirotecnia

 

Fuegos artificiales en Sídney, una tradicional celebración de Fin de Año. El lugar del planeta donde primero entra el Año Nuevo


 La familia Polo, Marco el hijo, Niccolò el padre y Matteo el tío, viajeros y mercaderes venecianos, regresaron a Europa en 1295 tras más de veinte años en la corte del último gran Kan, Kublai Kan. Marco se había ganado el afecto y consideración de este emperador mogol, dándole un salvoconducto para viajar por su vasto imperio que incluía además de las estepas mogolas toda China, el Asia Central y parte de la actual Rusia. Marco Polo se interesó por el uso de la pólvora como ritual festivo que hacían en muchas regiones chinas. Cohetes y petardos que al estallar creaban ruidosos y luminosos fuegos para ahuyentar a los malos espíritus que habían «habitado» el año.

Así, en su variopinta bodega de mercancías tras décadas en Asia, estos mercaderes trajeron los primeros cohetes, bengalas y petardos de uso festivo y no bélico a Europa. Porque parece, no hay consenso histórico, que la pólvora -invento chino- había llegado al territorio europeo con fines militares entre el siglo XII y XIII traída por los bizantinos y luego los árabes, pero no había tenido mucha difusión y menos una finalidad lúdica. El hecho es que los Polo pudieron introducir, tampoco es un dato contrastado, estas «bombas pacíficas» para colorear y encender las noches venecianas en las celebraciones paganas, como el famoso carnaval veneciano y la despedida del año.

Lo que sí es un hecho más consensuado es que fue en la Italia del temprano Renacimiento, la del siglo XIV donde los Polo y otros mercaderes venecianos y genoveses siguieron viajando a Asia, donde el «arte de la pirotecnia» se fue consolidando. Llegaron a existir verdaderos artesanos de los fuegos artificiales, usados para celebraciones o fiestas en los palacios de los adinerados burgueses. Un «lujo» con cierto aire pagano que también acabaría gustando a la nobleza o a los mismos monarcas. Un espectáculo de fuegos artificiales para celebrar un cumpleaños o un nacimiento real. 

 Aunque estos «juegos con pólvora» no serían los fuegos artificiales que conocemos ahora. En un principio, la variedad de colores era mínima; según se había cargado con más o menos pólvora el artificio sería más luminoso o menos. Lo importante estaba, en esos primerizos fuegos lúdicos, en la intensidad de luz y en el hacer mucho estrépito. El sonido fuerte, ensordecedor, era lo más importante. En la China antigua los primeros fuegos pretendían hacer mucho ruido, más que grandes llamaradas luminosas. Era la forma de asustar y echar a los malos espíritus del año (lunar) que se acababa, dejando limpio el «aire» para el nuevo año. 

Curiosamente, ese estruendo ruidoso con la quema de numerosos y fuertes petardos se realiza en celebraciones sociales hoy día en España como la famosa mascletá valenciana, en la fiesta de las Fallas en marzo de cada año. A partir del siglo XVIII, los fuegos artificiales de colores y de sonidos, se fueron haciendo más complejos. Tanto se sofisticó que pasaría a ser un auténtico «artículo de lujo», siendo su utilización solamente posible en grandes eventos y teniendo detrás a importantes promotores; desde reyes a todo un gobierno de un país para celebrar, por ejemplo, su Día de la Independencia


Ilustración del siglo XVIII que recoge una representación de Música para los Reales Fuegos de Artificio de Georg F. Händel. Fuente imagen


 Un ejemplo de esta gran relevancia que fueron adquiriendo los fuegos artificiales lo tenemos en la composición musical, Música para los Reales Fuegos de Artificio de Georg F. Händel. Fue un encargo del rey inglés Jorge II para festejar el Tratado de Aquisgrán (1749) que ponía fin a la guerra de sucesión austriaca. Los fuegos eran parte esencial de esa obra musical, acompasados con la música debían hacer un espectáculo inolvidable. Parece que sería entre finales del XVIII y las primeras décadas del siglo XIX, cuando se consolidó la pirotecnia tal y como la conocemos hoy. A la par que los avances en los estudios químicos, conociendo los componentes mezclados con la pólvora que pueden hacer diferentes colores en las llamaradas de las explosiones de los fuegos artificiales. 

Es también curiosa la relación actual de emplear un gran espectáculo de fuegos de artificio para festejar la entrada, dar una buena bienvenida, a un Año Nuevo en Occidente, con el propósito antiguo en China de ahuyentar a base de petardos y cohetes a la mala suerte en el inicio del Año Nuevo Chino. Es el famoso desfile con el gran dragón, festividad que en su calendario suele caer sobre el 23 de enero occidental. Los fuegos artificiales se fueron «democratizando» a finales del siglo XIX y en el siglo XX. Se harían populares en muchas de las celebraciones occidentales y en todo el mundo. Siendo posible lanzar tus propios cohetes y petardos de artificio para dar la bienvenida al nuevo año. ¡Feliz 2024!  


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