Colonias infantiles en l’Horta Nord (1936-1939). Capítulo I



Luis Manuel Expósito Navarro© (UNED)

   
    Uno de los temas pendientes de estudio en la extensa historia de Burjassot es el de la acogida de niños, tanto madrileños como de otras provincias limítrofes con la capital, que tuvieron que ser evacuados durante la Guerra Civil hacia lugares más seguros. Este artículo pretende ser una segunda aproximación a dicho fenómeno que ya traté, aunque de manera tangencial, en un libro publicado en 2011. Sin duda, fueron los bombardeos indiscriminados, a veces con bombas incendiarias o cargadas de metralla, los que causaron este éxodo infantil, ya que la República Española tenía muy claro que la protección a la infancia era de una prioridad absoluta. Por ser los protagonistas de esta historia, olvidada y enterrada, tan especiales, la investigación requeriría de mucho más tiempo y bastante más espacio que lo que da de sí la extensión de un artículo. A pesar de ello, no se ha querido circunscribir el fenómeno narrado a Burjassot, y creemos que puede comenzar a comprenderse mejor situándolo en el espacio de la comarca de l’Horta Nord, ya que existieron varias colonias infantiles de poblaciones cercanas que merece la pena analizar, aunque sea de manera somera.

    El primer bombardeo por la aviación rebelde se produjo en Madrid en la madrugada del 28 de agosto de 1936, cuando varias bombas fueron arrojadas desde un Junker alemán sobre el Ministerio de la Guerra y sobre la Estación del Norte, causando un fallecido y cuatro heridos. Aquello fue un simple ensayo. Lo peor vendría un mes más tarde. El 30 de septiembre, un bombardeo masivo provocó 160 fallecimientos y causó heridas de diversa consideración a 279 personas. A finales de octubre, 60 niños de Getafe fallecían en un bombardeo. Menos de una semana después, el 6 de noviembre, un nuevo bombardeo causó la muerte de una persona e infligió heridas a veintiuna más. Y una nueva oleada, ya de bombardeos sistemáticos se produjo entre el 14 y el 18 de noviembre. Se tuvieron que añadir a la lista de víctimas 123 fallecidos y 196 heridos. En total, en cifras facilitadas por la Oficina Central de Evacuación y Asistencia a Refugiados (OCEAR), fueron 717 los fallecidos en Madrid a causa de los bombardeos, a los que hay que añadir 2.574 heridos por el mismo motivo (1). El terror que quisieron causar los sublevados hizo efecto, aunque no en la dirección deseada por Franco. 

    Su plan de bombardear la capital de España tenía como fin principal causar pánico en la población, lo que provocaría, según sus cálculos, una rápida rendición. Sin embargo, ni los madrileños se rindieron ni el Gobierno claudicó. De hecho, éste se marchó a Valencia en bloque, junto a numerosos funcionarios de los ministerios. Sin embargo, lo que en este artículo interesa narrar es la evacuación de miles de madrileños menores de 15 años, así como su asentamiento en las provincias de la ribera del Mediterráneo. Valencia era un lugar ideal para ello. Aparte de las evacuaciones de niños de Madrid y alrededores organizadas por sindicatos, partidos políticos y diversos colectivos, la primera evacuación multitudinaria de niños la organizó la Diputación de Madrid en conjunción con OCEAR.

    Comenzó el 6 de noviembre, justo antes de uno de los bombardeos más mortíferos que padeció la ciudad. Al día siguiente, un tren especial llegaba a la Estación del Norte de Valencia procedente de la de Atocha, con unos viajeros inquietos en cuyas mentes pugnaban dos sentimientos: el abandono de su familia, de su hogar, de su colegio, y la paz que se respiraba al llegar a Valencia, sin ruidos de sirenas, sin el silbido de las bombas o el estruendo mortífero de las bombas. A partir de ese momento, se planificaron otras expediciones de niños hacia Valencia mediante el uso del ferrocarril. En esos primeros contingentes llegaron entre mil y dos mil niños, procedentes de grupos escolares completos, educandos y educadores, como los de “La Paz”, “Menéndez Pelayo” o el “San Fernando”, el antiguo Hospicio de Madrid convertido en moderno y enorme internado con el nombre de “Hospicio Pablo Iglesias”. De ese último colegio, evacuado al completo hacia Valencia entre el 6 y el 14 de noviembre, procedían algunos de los niños que fueron acogidos en Burjassot por las familias que se habían mostrado dispuestas a aceptarlos en sus hogares en régimen familiar, siguiendo la petición que había hecho el Gobierno democrático (2).


   Según datos publicados por el diario ABC, hasta el mes de abril de 1937 se habían evacuado un total de 31.829 niños a las provincias levantinas, las tres valencianas y Murcia. En concreto, en la provincia de Valencia había ya instalados 13.761 niños(3). A partir de ese momento, cuando la comunicación entre Valencia y Madrid se vuelve muy peligrosa en ferrocarril debido que en la batalla del Jarama uno de los objetivos del bando de Franco era cortar las vías de comunicación con Valencia, entran en juego diversas organizaciones humanitarias internacionales que tomarán el relevo en la evacuación de niños hacia el Mediterráneo. De entre las organizaciones humanitarias que realizaron ese servicio entre 1937 y 1938 cabe destacar el Comité de Ayuda Suiza a los Niños de España, el cual, bajo la dirección de Rodolfo Olgiati, secretario general del Servicio Civil Internacional, había instalado su sede central en Burjassot, desde donde pretendía, y lograría con éxito, una conexión entre Valencia y Madrid mediante la que enviaba cuatro camiones cargados de víveres, ropa y medicinas a Madrid, que volvían a Valencia con una carga humana: cuarenta niños evacuados en cada vehículo(4). 

Sería de ingenuos pensar que los niños de Madrid sólo se salvaban de los efectos de las bombas lanzadas sobre los barrios más pobres del sur de Madrid, así como del centro. Otros peligros desaparecían de la vista y de la vida de aquella infancia evacuada. “En la guerra fraticida”, indica Juan Manuel Fernández, “la infancia está sometida a presiones ideológicas mucho más fuertes y perentorias”, ya que la figura del enemigo… está desdibujada para el niño, incapaz de comprender que quien hasta ayer era amigo, hoy sea enemigo(5). El adoctrinamiento ideológico va a ser una constante a partir de ese momento, y se hará en paralelo a una educación esmerada.

    Burjassot fue una de las primeras poblaciones que con mayor entusiasmo se volcó en la ayuda a aquellos “chiquets de Madrit”, como popularmente se les denominaba. Unos trescientos de ellos fueron acogidos en régimen familiar por familias burjasotenses que se comprometían a cuidar, alimentar y educar a aquellos niños como si se tratara de propios(6). Uno de ellos, José García, proveniente del colegio de San Fernando, cuenta que era de los más pequeños. Estaba asustado y no comprendía, a sus seis años, a la gente que se le acercaba, le miraba y le sonreía mientras le decía “Chiquet, com estàs, ros”, aludiendo al color rubio de su pelo. Asustado, se agarró de las faldas de una mujer viuda, Mercedes Alonso Coll, que tenía que mantener a sus tres hijos, Vicente, Vicenta y Mercedes. A partir de este momento fueron cuatro. Del mismo modo, casi trescientas familias de Burjassot acogieron a esos niños, y algunas de ellas, a varios. Sobre todo cuando se trataba de hermanos que no querían separarse. Tal es el caso de la familia Arroyo-Zarzo, que acogió a los dos hermanos Machío, o el de la familia del alguacil municipal, Antonio Sancho Blat, quien viendo que cuatro hermanos, María, Pedro, Rosa y Cipriano Núñez, por nada del mundo querían separarse, los acogió en su domicilio. 

    El día 9 de octubre, llegó la noticia a Madrid de que aquel primer contingente de niños evacuados había llegado sin contratiempo a Valencia y los niños habían sido bien acogidos por las familias de las poblaciones de alrededor. Eduardo Ortega Gasset, hermano del afamado filósofo, y por entonces fiscal general del Estado, en una reunión del Consejo Municipal de Madrid, daba cuenta “en sentida alocución del paternal recibimiento que se ha hecho en Barcelona y en Valencia a los niños madrileños”.(7)

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(1) Revista OCEAR, n. 3, 15-9-1937, p. 2. 

(2) CREGO NAVARRO, Rosalía: “Las colonias escolares durante la Guerra Civil (1936-1939)”, Espacio, Tiempo y Forma, Serie V, Historia Contemporánea, 2, 1989, pp. 299-328. 

(3) Diario ABC, edición Madrid, 26-4-1937, p. 15. Citado por EXPÓSITO NAVARRO, Luis Manuel: La conexión Burjassot. Ayuda Suiza durante la Guerra Civil (1937-1939), pp. 84-85. 

(4) EXPÓSITO NAVARRO, L. M.: La conexión Burjassot. Ayuda Suiza durante la Guerra Civil (1937-1939), Burjasot, Plataforma de Burjassot por la III República, pp. 65-85. 

(5) FERNÁNDEZ SORIA, Juan Manuel: “La asistencia a la infancia en la Guerra Civil. Las colonias escolares”, Historia de la educación: Revista interuniversitaria, 6, 1987, pp. 83-128. 

(6) EXPÓSITO NAVARRO, Luis Manuel: La conexión Burjassot…, pp. 145-150. 

(7) EXPÓSITO NAVARRO, Luis Manuel: La conexión Burjassot…, pp. 148.

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